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Las mujeres acosadas de Ecuador no se callan en Facebook

Miles de agredidas cuentan sus casos bajo las etiquetas #PrimerAcoso y #NoCallamosMás

Mujeres participaron el último fin de semana en una jornada para apoyarse mutuamente, sobre todo, a través de la escritura.
Mujeres participaron el último fin de semana en una jornada para apoyarse mutuamente, sobre todo, a través de la escritura.S. C.
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“Nadie está muerto, mi pelo va a crecer”. Con estas frases, Polina Cold, una cantante rusa, radicada en Quito, víctima de violencia machista, intentaba atajar la tormenta que su confesión generó en Facebook. El post que narraba que su pareja sentimental y artística la había molido a golpes había sido publicado el 10 de enero y en menos de 24 horas la etiqueta #NiUnaMenos copó la red social. La joven, además, mostraba fotos de su frente rasguñada y su cabeza sin algunos mechones de su pelo, y decía que las agresiones venían de antes, que llevaba por lo menos ocho meses. “Yo era la víctima de él, morados por todo el cuerpo, vidrios rotos y tijeras contra mi cuello... Yo le perdonaba porque pensé que con amor le voy a curar”, se lee en una parte de su relato. Los mensajes de solidaridad para ella fueron igual de numerosos que los de rechazo para él. Al final del día, ella borró el post y solo escribió que quería seguir con su vida.

La indignación que esta agresión levantó en la red social empujó la creación del grupo secreto de Facebook con las etiquetas #PrimerAcoso y #NoCallamosMás. Las gestoras, activistas de la organización feminista Surkuna, propusieron a las mujeres denunciar toda la violencia sexual que habían sufrido en el pasado. En cinco días se encontraron con 26.000 mujeres que empezaron a recuperar la memoria del dolor. Los testimonios describían escenas escalofriantes que nunca antes habían sido compartidas: una mujer contaba que con 12 años fue por primera vez a la consulta ginecológica y que el médico para quedarse a solas con ella y manosearla, pidió a su madre que fuera a comprar una prueba de embarazo porque sospechaba que estaba preñada. Otra decía que el novio de su mamá entraba a su habitación con frecuencia y le tocaba mientras los demás dormían, y que cuando su progenitora se enteró lo dejó pasar porque él pagaba las cuentas.

Las mujeres que se desahogaron en la red social cambiaron la foto de su perfil por la gráfica de un cierre abierto que deja ver la etiqueta de #MiPrimerAcoso y algunas se atrevieron a publicar sus testimonios de forma pública. También se habilitó un correo electrónico para recibir denuncias anónimas y llegaron más de 200. “Muchas todavía tienen miedo de decirlo en primera persona por la reacción de sus grupos, sobre todo, cuando el agresor fue cercano a ellas”, cuenta Verónica Vera, una las activistas.

La mayoría de historias que llegaron correspondían al pasado, cuando las víctimas eran niñas, pero también hubo denuncias de violencia sexual que sufrieron las mujeres en su madurez. Estos relatos empiezan con preludios inofensivos: “Estaba en una fiesta con mis amigos y se acercó un chico que parecía era amigo de algunos de ellos pasamos conversando y bailando toda la noche”. Los epílogos son macabros: “Me desperté en un hostal, yo estaba súper mareada, y quise salir corriendo de ese lugar. El tipo del hostal me dijo que llegué con un amigo, pero que él se marchó”. Horas más tarde esta mujer recibía la noticia de que había sido drogada y violada. Los dos días siguientes pasaba internada en un hospital recibiendo un tratamiento para prevenir el sida y otras enfermedades venéreas.

Una de las mujeres que no ha tenido ningún empacho en hablar de la agresión sexual que sufrió es Daniela Mora, que incluso había publicado su experiencia antes de que naciera el grupo en Facebook y ahora quiere reunir varios testimonios en un nuevo libro. “Yo encontré al agresor en una fiesta de mi trabajo, era un compañero de trabajo que se ofreció llevarme a casa, pero desperté en un motel de carretera”, recuerda. Ella guardó silencio durante mucho tiempo, incluso dejó el trabajo a espaldas de su familia, pero encontró alivio en la escritura. “Quisiera que ese libro sea una herramienta de educación y prevención”, asegura.

En cinco días, 26.000 mujeres describieron en Facebook escenas escalofriantes nunca antes compartidas

La avalancha de confesiones en el Facebook solo confirma las cifras que manejan los organismos oficiales en Ecuador: una de cada cuatro mujeres ha vivido alguna agresión sexual, sea que haya sufrido abuso sexual antes de cumplir 18 años, haya sido acosada sexualmente, violada u obligada a realizar actos sexuales en contra de su voluntad.

La antropóloga María Amelia Viteri, autora de varias investigaciones desde el género, dice que las plataformas de los medios sociales están contribuyendo a crear nuevos foros de discusión. “El acceso es mayor, eso es excelente. Además las mujeres señalan a los responsables y a una serie de actores que callaron y que probablemente están en las redes y que van a ver ese relato y se va impulsar un nivel de responsabilidad social y familiar sobre un hecho que estaba enterrado”, dice, pero también alerta sobre otro fenómeno. “Pero se crean otros retos, por ejemplo, cómo canalizas la ayuda que necesitan esas mujeres que cuentan por primera vez su historias de violencia”.

Las dueñas de la iniciativa han asumido ese reto y organizaron una jornada de contención el último fin de semana de enero en la que las mujeres se retroalimentaron e hicieron dinámicas para descargar lo malo, básicamente a través de la escritura. “Siento que las ventanas de la ciudad se abrieron”, decía una de las mujeres que asistió. Las empatías que se generaron en este espacio han permitido idear otros motivos de encuentro, como tomar clases de autodefensa y hasta hacerse tatuajes en los lugares donde fueron vulneradas. Vera cuenta que ahora deben ser más ingeniosas para mantener el espacio de denuncia en Facebook, de momento han creado una página en la red social para publicar algunos testimonios y aunque ya fueron suspendidas por publicar “contenido sexual explícito”, siguen adelante. Han abierto un blog para publicar los testimonios sin mayor edición y mantienen el grupo secreto donde todo empezó.

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