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MIRADOR
Columna
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Carta a Gregorio

La sensación actual de progresión histórica se parece poco al modelo de la flecha recta del tiempo, que viaja de un pasado hacia un futuro

El papa Gregorio XIII.
El papa Gregorio XIII.Cordon Press

Gracias, Gregorio XIII, por tu calendario: te debemos nuestro breve solaz de fin de año, la confianza en que esas 12 uvas metonímicas materializarán buenos propósitos, nuestro derecho a hacer borrón y cuenta nueva cada 365 días, nuestras ganas renovadas de seguir adelante. Pero en un comienzo de año como éste, Gregorio, se impone la pregunta: ¿adelante dónde?

¿Hacia dónde vamos, Gregorio? La sensación actual de progresión histórica se parece poco al modelo de la flecha recta del tiempo, que viaja de un pasado hacia un futuro. Se parece muy poco a los timelines de las redes sociales, con su acumulación vertical de basura cotidiana. Nuestro presente, como momento inserto en el tiempo, se explica acaso mejor con los modelos raros que dibujaba Giambattista Vico en el siglo XVIII, donde la historia avanza, pero está siempre condenada a múltiples, pequeños retrocesos. O incluso, con la “rueda del tiempo” de los hindúes. Pero quizá el modelo más adecuado sería el que dibujaría un niño de dos años si le dieran un lápiz y un pedazo de papel: un garabato sin sentido; un pinche desmadre, Gregorio.

Hay cosas del presente que recuerdan al final de la Segunda Guerra: 65 millones de personas desplazadas, sin casa, sin país y sin futuro. En el año 2016 de tu calendario, Gregorio, por cada minuto al menos 24 personas tuvieron que huir de sus casas. Luego está la consolidación de Gobiernos nacionalistas y xenófobos, que más que a los resultados de la Segunda Guerra, recuerdan circunstancias que la provocaron. ¿Dónde estamos en la historia, Gregorio? ¿Al principio, en medio, o al final de una guerra?

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¿Y qué hacemos con los partidos de ultraderecha que van cobrando fuerza? Alternativa para Alemania; Demócratas de Suecia; el Frente Nacional, en Francia; Amanecer Dorado, en Grecia; Jobbik, en Hungría. Con su retórica “anti” (anti-migración, anti-Europa, anti-statu quo, anti-lo-que-sea) van sembrando desconfianza y activando odios profundos, aún entre personas que viven en los mismos barrios y niños que van a las mismas escuelas. Ya vimos a Donald Trump usar esa misma retórica y ganar las elecciones del año 2016 de tu calendario, Gregorio. ¿Va a pasar lo mismo en otros lados?

¿Hacia dónde vamos? Sé que no lo sabe nadie. Ni tú, Gregorio. Pero hace unos días, un querido amigo me mandó una carta muy hermosa, donde citaba una línea de René Char, que quizá indique una dirección posible. Char, que por cierto participó en la resistencia contra la ocupación nazi en la Segunda Guerra, dijo: “Impón tu suerte, abraza tu felicidad y ve hacia tu riesgo”.

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