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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí
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3 ideas para una Navidad al revés

Tengo una amiga que ha decidido vivir el Adviento al revés. En los calendarios de Adviento tradicionales cada día descubres un dibujito, un pequeño regalo o una chocolatina. Pero ella en vez de ir a la búsqueda de algo en su calendario, una cesta, cada día va a depositar algo en ella, ya sea comida o bien un producto de higiene para, llegada la Navidad, regalar la cesta y los objetos que contenga a una persona «homeless». Se me ha ocurrido, entonces, que podría proponer varias ideas, como esta, para vivir no sólo el Adviento sino toda la Navidad «al revés».

¿Qué tal, por ejemplo, hacerse el propósito de reparar por defecto, nunca mejor dicho, lo que se nos ha estropeado en vez de ir corriendo a la tienda más cercana para reemplazarlo en un santiamén? A veces me digo que no hacemos ni el esfuerzo de reparar por una cuestión más psicológica que de otro orden. El hecho de no poder contar con nuestro «objeto» en ese mismo momento que queremos nos produce una angustia fenomenal, casi insoportable. Y en realidad quizá tampoco tengamos una necesidad imperiosa de utilizarlo.

Sé que el reto puede ser mayúsculo sobre todo si el objeto a reparar es un móvil o una impresora porque en este caso «con gigantes (como Apple) hemos topado». En un post de hace ya un tiempito expliqué las bondades de una web colaborativa norteamericana, Ifixit («yo lo reparo») que proporciona las piezas y los tutoriales para arreglarse uno mismo casi casi todo todito. Y si lo que buscas no aparece en su catálogo, siempre puedes pedir ayuda porque algún freeky se habrá topado con la misma situación que tú y sabrá deshacer el entuerto.

¿Que no estás para reparaciones? ¿Qué no tienes tiempo, ni ganas ni disposición? Pues quizá encuentres el tiempo, las ganas y la disposición emigrando a Suecia. Tal como suena. ¿Qué tiene que ver el país nórdico con las reparaciones de electrodomésticos y otros engendros domésticos? Pues mucho más de lo que parece. Suecia, líder en tantas cosas positivas, ha querido marcarse un tanto en la lucha contra la obsolescencia programada y marcar tendencia (espero) en Europa.

Suecia paga a sus ciudadanos para que reparen sus electrodomésticos. ¿Tentadora la idea de emigrar, no es cierto? El gobierno sueco ha decidido premiar con exenciones tributarias a los ciudadanos que opten por reparar los objetos en vez de reemplazarlos a la primeras de cambio. La medida no sólo incluye frigoríficos, lavadoras y bicicletas sino también ropa. Se ha reducido a la mitad el IVA que se aplica a las reparaciones de ropa y de bicicletas. La iniciativa tiene por objetivo reducir el impacto medioambiental de las compras de sus ciudadanos. Los promotores no creen sin embargo que con esta medida sus ciudadanos vayan a comprar menos pero confían en que el hecho de rebajar el coste de las reparaciones anime a fabricar productos de mayor calidad y durabilidad. Y hay otros beneficios asociados: las reparaciones suelen hacerse en el mismo lugar de la compra por lo que no corren el riesgo de deslocalizarse, como sí es el caso de la producción. En otras palabras: creación de puestos de trabajo para los suecos.

Si lo presentado hasta ahora te parecen ideas demasiado diferentes, radicales, que exigen tiempo y dedicación (y en uno de los casos incluso decir adiós a las periódicas reuniones familiares), siempre te queda la opción de comprar algo de comercio justo. Comprar comercio justo es también decidir vivir la Navidad al revés. En vez de comprar teniendo en la cabeza al receptor del regalo, el comercio justo te invita a hacer el trayecto a la inversa: a tener también presente el productor. Que la artesanía, la comida, la ropa que compres beneficie al que está al final de la cadena comercial, a tu amigo o tu familiar, pero también al que la inicia.

Yo, por ejemplo, este año voy a regalar unos pequeños belenes a las monitoras de la guardería donde van cada mañana mis gemelitos. Nada que ver con las figuras hieráticas, clásicas, tradicionales, algunas feas, rematadamente feas, que aparecen y desaparecen como el Guadiana en los mercadillos de Navidad. En vez de la mula y el buey, la llama y la jirafa. En vez de una cueva, una piragua o un cactus. Un poncho en lugar de una túnica. La morena María de tan morena se ha quedado negra, porque ésta en concreto viene del África subsahariana.

Siempre queremos agasajar con regalos diferentes, únicos, excepcionales. ¿Qué mejor que este detalle de artesanía, que además es un regalo de ida y vuelta, tipo bumerán? Regalo para el que lo recibe y regalo para el que lo produce. Y si la artesanía no es lo tuyo, tienes una amplia oferta de productos de alimentación (con los que llenar, por cierto, tu calendario de Adviento al revés), de cosmética, ropa, juguetes y detalles varios. ¿Que te gustan las tiendas guay y te deprimen las de comercio justo? Eso es que no te has pasado por las nuevas tiendas Oxfam, que de tan chulas parecen diseñadas por el mismísimo decorador que ideó las de Apple. ¿Que no tienes tiempo para ir de compras? Pues nada más sencillo que entrar en la tienda online y en un plisplas tus compras están hechas desde el sofá de casa.

La #Navidadalrevés es comprar de otra manera pero también regalar (al que recibe y al que produce), reciclar – que es una manera muy práctica de hacerle un regalo al medioambiente. En vez de explotar al productor (optando por productos baratos para nosotros pero caros para el resto de la cadena de producción, incluido el medio ambiente) pongámonos del lado del explotado, y me refiero tanto a la persona como a los recursos naturales. En vez de pensar sólo en quién recibe el regalo, pensemos también y sobre todo en quién produce ese regalo.

En vez de ver la Navidad como el tiempo de encerrarse en casa con la familia, contemplémosla como la oportunidad de al menos una vez al año intentar hacer las cosas al revés: la oportunidad de abrir la casa, el corazón y el billetero. Sin miedo y con confianza. Y la lista podría continuar sin fin: en vez de regalar la vista de quien pasa por delante de casa con flores ornamentales, plantemos en los tiestos hierbas aromáticas y plantas frutales y dejémoslos afuera, al alcance de cualquiera, para que el paseante anónimo se sirva de los frutos y las frutas a voluntad. Y tú ¿qué propones tú para vivir la #Navidadalrevés?

Fotos: Adventskalendere y Bilbao: Día Mundial del Comercio Justo 2013, vía Flickr/The Commons

Comentarios

ExcelenteUn saludo

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