12 rincones maravillosos (y poco conocidos) de Asturias
Iglesias prerrománicas, bosques caducifolios y cascos históricos que no son los habituales en los folletos turísticos de una región en la que casi todo está datado y ensalzado


De Asturias parece que está descubierto y ensalzado todo: la catedral de Oviedo, los Picos de Europa, las playas de Llanes, Cudillero, Covadonga... Sin embargo, quedan rincones -desde ermitas prerrománicas a bosques caducifolios- no tan trillados e igual de encantadores que aquellos. Aquí va una docena:
1. Ermita de la Regalina
Cadavedo es una agradable localidad de la Asturias más rural, entre Cudillero y Luarca, con urbanismo un tanto disperso, pero lleno de buenos ejemplos de la arquitectura tradicional astur. Una carreterita cruza el pueblo y va a morir a una llanura herbácea rodeada de acantilados en medio de la cual se levanta una ermita tan pequeña y humilde como singular. Es la ermita de la Regalina, que se yergue solitaria en esa punta orientada hacia el noreste, con una de las mejores vistas de la costa asturiana. Abajo, a la derecha, está la playa de La Ribeirona; a la izquierda, la playa de Churín. La devoción por la virgen de Regalina fue propagada por marineros y peregrinos. Desde 1931 se celebra una romería a la ermita el último domingo de agosto que reúne docenas de carros típicos asturianos tirados por animales y romeros ataviados con el traje regional. Se comen preñaos, vino y bollos de manteca.
Más info: Ayuntamiento de Valdés
2. Espinareu y el bosque de Miera
Espinaréu, según las guías de viaje, es el pueblo con más hórreos de Asturias. Tenga o no más que otros pueblos, lo cierto es que Espinaréu ofrece al visitante una colección magnífica de estos frigoríficos de la antigüedad que tanta importancia han tenido en la vida rural asturiana. Pero no es el único atractivo del pueblo: siete kilómetros carretera arriba se llega al área recreativa de La Pesanca, una vega arbolada en torno al río del Infierno con un fascinante bosque de robles y castaños que delata como tuvo que ser la cubierta vegetal original del Principado antes de que nefastas políticas forestales cambiaran muchos de estos árboles de madera dura y crecimiento lento por los más rentables eucaliptos. La zona más impactante y oscura del bosque, y de toda Piloña, es el arboreto de Miera, donde los ejemplares de robles y castaños alcanzan edades centenarias.
Más info: Piloña, tierra de asturcones

3. Iglesia de los Dolores (Barro)
No es el templo más grande ni más espectacular de Asturias. Tampoco el más antiguo. Pero tiene la ubicación más hermosa, o una de las que más. Es la iglesia de Nuestra Señora de los Dolores, en Barro, una apacible aldea del concejo de Llanes. La iglesia se levanta solitaria sobre un pequeño otero. Cuando la pleamar colmata la marisma, el agua lame el muro que rodea la iglesia y el cementerio anexo y el conjunto se refleja entonces como una fotografía idílica sobre las aguas calmas de la ría. La imagen es visible desde la carreterita que viene de Barro, por la que pasan los peregrinos a Santiago. Una estampa onírica, relajante, sacada de un cuadro costumbrista o de la acuarela de un paisajista. Sencillez de líneas, pureza de espíritu. La Asturias más rural y recóndita, que ha servido de set de rodaje a varias películas, entre ellas El abuelo, de José Luis Garci.
Más info: Wikipedia

4. Avilés
Siempre se tuvo de ella la imagen de una ciudad gris e industrial. Pero cuando caminas por la plaza de España, centro neurálgico del viejo Avilés, el estereotipo se viene abajo. Es cierto que la actividad siderúrgica desde finales del siglo XIX creo un cinturón de chimeneas y naves industriales alrededor, pero el centro urbano de Avilés supo conservar el sabor de lo auténtico. La misma plaza es un recinto barroco casi perfecto, un túnel del tiempo al que se asoma el Ayuntamiento y otros inmuebles de importancia, como la casa García Pumarino y el palacio del marqués de Ferrera. Más humilde pero impactante por su buen estado de conservación es la casa Valdecarzana, un palacete del siglo XIV en la calle de la Ferrería que alberga el Archivo Histórico. Pero el más espectacular de los muchos edificios históricos de Avilés es el palacio de Camposagrado, una gran inmueble del siglo XVII con la mejor portada barroca de Asturias.
Más info: Oficina de Turismo de Avilés

5. Palacio Selgas
Lo han calificado como el Versalles asturiano, pero no hace falta llegar a la hiperbole para destacar al que posiblemente sea el más grande, lujoso y excesivo palacio indiano de Asturias. Está en El Pito, una pedanía de Cudillero, y lo mandaron construir los hermanos Ezequiel y Fortunato Selgas, nacidos en Cudillero y emigrados a América, donde amasaron una fortuna considerable. Tan considerable que costearon en su localidad natal una gran obra modernista, rodeada de jardines versallescos con fuentes, lagos, cascadas, templetes, avenidas y piezas arqueológicas recogidas o adquiridas por ambos mecenas. En el interior se conserva una importante pinacoteca con cuadros de Tiziano, Goya y El Greco. Los hermanos donaron también las Escuelas Selgas, para educar a los niños del pueblo, y la iglesia de Jesús Nazareno, donde colocaron un altar prerrománico que don Fortunato compró en una taberna donde lo usaban de mesa por 25 pesetas.
Más info: Fundación Selgas-Fagalde

6. Iglesia de San Salvador de Priesca
Merecería la pena llegar a esta apartada aldea asturiana sólo por visitar su pequeña iglesia. San Salvador de Priesca es uno de los más conocidos y bellos templos prerrománicos de Asturias. Se sabe que fue consagrada en el año 921, en época del rey asturiano Alfonso III. Es la más tardía de las iglesias prerrománicas asturianas y muestra una planta basilical con tres naves y restos de su profusa decoración mural, destruida igual que la techumbre original de madera durante el incendio que sufrió en la Guerra Civil. Pese a su sencillez, la iglesia de Priesca está llena de detalles, como para pasar en su interior muchas horas extasiado con el trabajo que hace ya casi 1100 años fueron capaces de levantar los canteros y artesanos asturianos.
Más info: Turismo de Asturias

7. Cementerio de Luarca
Las mejores vistas para la eternidad. Luarca es uno de los puertos históricos más importantes del occidente asturiano. Pero además de por la típica postal de su rada repleta de barcas de pescadores, Luarca se ha hecho famosa por tener uno de los cementerios más bonitos de España. ¡Y con la mejores vistas! El camposanto son construyó en el promontorio de La Atalaya, que cierra el flanco oriental de la bahía, sobre un prado verde y bucólico que deriva en ligera pendiente hacia el mar. Poco a poco, el prado fue llenándose de espléndidos panteones modernistas, de lápidas de mármol y de cruces y estatuas. Un parque lleno de silencios y abierto al mar en el que dan ganas de quedarse a vivir. Flota una sensación de eternidad en el ambiente, quizá porque la mirada se pierde en el infinito del mar. No es un cementerio de marineros, es verdad, es más bien el cementerio de la burguesía local, pero el océano está siempre presente.
Más info: Oficina de Turismo de Luarca

8. Montaña del Occidente asturiano
Desconocido, muy montañoso y mucho menos explotado por el turismo. Así es el Occidente de Asturias, una comarca extensa que abarca desde la desembocadura del río Nalón hasta los límites de Lugo y León. El interior del Occidente asturiano es sinónimo de aldeas perdidas en la inmensidad de la montaña y concejos que tienen hoy la mitad de habitantes que hace 100 años. Como Pola de Allande, donde llegó a haber 3.000 almas y hoy no quedan más de 600; la mayoría está en Santo Domingo. O como la comarca de los Oscos y Taramundi, un gran centro de recuperación de las tradiciones rurales astures. Una forma original de atravesar los parajes más desconocidos de la montaña occidental asturiana es a pie por el Camino de Santiago Primitivo, la antigua senda de herradura que unía Oviedo con Santiago de Compostela. Las flechas amarillas salen de Oviedo hacia el occidente en busca de Grado para seguir después a Tineo y Pola de Allande y salvar el puerto del Palo por páramos desolados que escenifican la Asturias más recóndita y desconocida.
Más info: Asturoccidente

9. San Salvador de Valdediós
En un claro al fondo del valle de Boides, en la ruta histórica de acceso a Oviedo por el alto de la Campa, aparece en un prado entre arboledas una pequeña y singular iglesia. No es una ermita más. Pese a su reducido tamaño, tiene una aire, una presencia diferente. Es armónica, grácil, con una decoración exterior sin estridencias pero cautivadora. Es la iglesia de San Salvador de Valdediós, llamada el conventín, obra cumbre del prerrománico en Asturias. El templo fue consagrado por siete obispos el 16 de octubre de 893, bajo el mecenazgo de Alfonso III, como relata la inscripción del imafronte. Es una construcción de elevadas proporciones para la época, con tres naves sin crucero, decoración pictórica en sus muros y fuertes influencias mozárabes, que se enmarca dentro de las actuaciones que los reyes asturianos llevaron a cabo para consolidar el cristianismo en sus territorios. Hacia el año 1200 se instalaron aquí los monjes del Císter, que ampliaron el conjunto hasta configurar el gran monasterio anexo que hoy vemos. La iglesia mozárabe puede visitarse con guía.
Más info: Web oficial del monasterio de Valdedíos
10. La senda del Oso

La antigua vía férrea del Teverga, un ferrocarril minero construido en este concejo asturiano en 1874 y desmantelado en 1964, se ha convertido gracias a un ambicioso proyecto del Principado de Asturias y la Fundación de los Ferrocarriles Españoles en una de las mejores vías verdes españolas. Se le conoce como la Senda del Oso porque junto a ella se instaló un espacio vallado en el que viven Paca y Tola, dos osas criadas en cautividad después de que un furtivo matara a su madre en 1989. Como todas las vías verdes, la del Oso también goza de la ausencia de desniveles significativos. Un delicioso trazado sin ningún repecho alarmante, libre de vehículos a motor, por los que pedalear o caminar con toda la familia a través de los valles de los ríos Teverga, Quirós y Trubia. En la actualidad, la senda cuenta con 36 kilómetros de recorrido y 30 túneles, distribuidos en dos ramales en forma de Y. El inicio está en el área recreativa de Tuñón, en la zona baja del valle. El primer ramal lleva desde Tuñón a Entrago. El segundo ramal, Caranga-embalse de Valdemurrio, nace de esa primera localidad y se interna durante 10 kilómetros por el valle lateral de Quirós.
Más info: Vías Verdes

11. Os Teixóis
A cuatro kilómetros de Taramundi. Una de las visitas más interesantes de toda la comarca de los Oscos. Era un pueblo que quedó abandonado en la frondosidad de un estrecho valle. Se restauró a la vez que la Rectoral dentro del plan dinamizador. Conserva el sistema de ingenios hidráulicos por el que mediante la fuerza de gravedad del agua se mueve el mazo, la piedra de afilar, el molino, el batán y hasta una pequeña central hidroeléctrica. El agua del arroyo llega al banzao, la balsa superior donde se regula el caudal, y desde allí mediante un ocurrente sistema se distribuye a todos los centros de producción. Todo 100% renovable y ecológico. Una maravilla del ingenio y la capacidad de invención del ser humano. Además, todo funciona; para que lo puedan ver los visitantes.
Más info: Conjunto etnográfico Os Teixóis

12. Cuevas de Tito Bustillo
Consideradas uno de los grandes santuarios del arte paleolítico de Europa, en línea con otras cuevas como las de La Garma y El Castillo (Cantabria) y Les Eyzies (Francia), estas grutas cercanas a Ribadesella, en el macizo de Ardines, muestran docenas de figuras de animales (bóvidos, equinos, etc.), sobre todo en la Galería de los Caballos. También, una inusitada cantidad de motivos sexuales (falos y vulvas) en una concentración desconocida en ninguna otra cavidad con arte rupestre del mundo. Las pinturas comprenden el periodo entre 25.000 y 7.000 años a. C. La importancia de Tito Bustillo es que no se trata de una cueva aislada, sino un eslabón más de una serie de cavidades cercanas en las que se han llevado a cabo grandes descubrimientos en los últimos años que confirman la presencia continuada del hombre y de su actividad artística en esta zona de la costa asturiana desde hace 250 siglos.
Más info: Centro de Arte Rupestre Tito Bustillo
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.
Sobre la firma
