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ocio

Teatro grande para espectadores pequeños

Se llama El més petit de tots (El más pequeño de todos) y es un festival de teatro para primera infancia que acaba de llegar a la edición número 12

Espectáculo Planeta K , de Imaginart.
Espectáculo Planeta K , de Imaginart.Foto de Juanma Peláez, cedida por la organización

Se llama El més petit de tots (El más pequeño de todos), es un festival de teatro para primera infancia, acaba de llegar a la edición número 12 y ya se ha hecho grande. La afirmación puede defenderse basándose en cifras: 11 ciudades de Cataluña y Comunidad Valenciana implicadas, 14 teatros, más de dos semanas de programación (del 5 al 20 de noviembre), 17 propuestas artísticas para niños y niñas desde meses hasta los primeros años de vida y 9 mil espectadores; pero también se puede afirmar por otros factores no de cantidad sino de calidad. El primero es que no se circunscribe al teatro sino que extiende su radio de acción a la idea actual de artes escénicas (mezcla de diversas disciplinas como música, danza, circo, teatro gestual, palabra, poética… en innumerables combinaciones), con lo cual mete de lleno a los bebés en el arte coetáneo de su tiempo y los vincula con una tendencia creativa que crece y se desarrolla a la par que ellos. Hay quienes ven en el teatro para bebés una forma de creación de nuevos públicos que, sin duda lo es, pero los artistas que trabajan para estos espectadores buscan sobre todo el disfrute estético de su público en su momento presente. Los bebés desde ya son espectadores de teatro, independientemente de que en el futuro, en su edad adulta, lo sigan siendo.

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El conocido como “teatro para bebés” suscita controversia. Desde que surgió en Francia hace unos 25 años tiene detractores. Curiosamente, algunos de los más beligerantes son franceses como el director de escena Michel Dieuaide, una de las almas de la ya desaparecida Biennale du Théâtre Jeunes Publics de Lyon, en la que hace décadas se presentó por primera vez un espectáculo para bebés nacidos y para otros que aún estaban en el útero de sus madres. Ha llovido mucho desde aquella sorprendente y emocionante propuesta escénica y con ayuda de los conocimientos sobre el cerebro infantil que ha aportado la neurociencia, las artes para la primera infancia han tenido un desarrollo extraordinario. España las recibió con entusiasmo y en poco tiempo, ese teatro empezó a verse en los festivales más prestigiosos del país. Madrid fue una de las primeras ciudades del mundo en contar con una programación estable, el ciclo Rompiendo el Cascarón, dependiente de la administración municipal, celebró ocho ediciones de éxito absoluto hasta que en 2013, el ayuntamiento presidido por Ana Botella lo zanjó.

Sin embargo, no hay vuelta atrás. Cada vez más compañías españolas se adentran en ese intrincado camino de creación, cada vez más directores de teatro lo programan en sus espacios y el público responde siempre con entusiasmo. No hay función para bebés que no cuelgue el cartel de no hay entradas y no solo por los aforos muy reducidos con los que se representa (no hay que olvidar que la cercanía del bebé a la escena es imprescindible para captar su atención), sino por el entusiasmo en la respuesta de familias y docentes, intermediarios necesarios para que los bebés accedan no solo al teatro sino a cualquier manifestación cultural. Todo adulto que lo experimenta, repite. Con incredulidad, sorpresa o emoción, vuelven con sus pequeños al teatro.

¿Y qué se encuentran? ¿Cancioncillas, músicas facilonas y colores pastel? Esa podría ser la respuesta dada desde el prejuicio pero nada que ver con la realidad. Se encuentran un teatro de alta calidad para cuya percepción el conocimiento intuitivo sustituye al análisis lógico y la experiencia estética reemplaza lo discursivo. Un arte que puede verse en algunos lugares de referencia de la creación contemporánea como el Mercat de les Flors y el CCCB, ambos en Barcelona, además de una docena de teatros y auditorios.

El programa de El més petit de tot reúne 17 propuestas artísticas de primer nivel. Desde el concierto para bebés Del renacimiento a la improvisación , del portugués Paulo Lameiro y la Compañía Musicalmente, que interpretan algunos villancicos de los siglos XV y XVI y propone improvisaciones melódicas y rítmicas, al mundo blanco de jaulas, huevos por nacer y pájaros en libertad de White, de la compañía escocesa Catherine Wheels; del espectáculo de movimiento y sonido Ondersteboven, de la coreógrafa holandesa Gaia Gonnella a la danza divertida de Da.Te Danza (Granada) en su montaje ¿Cuál es mi nombre? o la poética del Jardín Secreto, de Zig Zag Danza (Asturias). Little night, de Imaginart lleva a los niños al mismo escenario para que sean ellos los protagonistas de la historia interaccionando con un suelo-pantalla en el que aparecen sugerentes y surrealistas imágenes. Loo, de Ponten Pie transporta a los niños a un paisaje de viento, arena y barcos y Miravella, de Act2 a formas primigenias de vida. Y algunos más hasta sumar 17, un abanico de arte con mayúscula para la primera infancia, la etapa más definitoria en la vida de un ser humano.

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