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La revolución del nuevo tratamiento de la tuberculosis resistente: más corto y eficaz

Los datos presentados en la conferencia de The Union lo confirman: en la mitad de tiempo, la tasa de curación es del 82%

Elena G. Sevillano
Phumeza Tisile se recuperó de la tuberculosis resistente.
Phumeza Tisile se recuperó de la tuberculosis resistente.Steve Forrest (The Union)
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Los resultados preliminares de una investigación que pretendía reducir a más de la mitad el tratamiento contra la tuberculosis resistente fueron el anuncio estrella de la conferencia sobre tuberculosis y salud pulmonar celebrada el año pasado en Sudáfrica. Prometían revolucionar el tratamiento de la variante de la enfermedad que no responde a los fármacos habituales y que supone 20 largos meses de dolorosas inyecciones y efectos secundarios como la sordera. Los datos presentados este miércoles en la 47 conferencia de The Union en Liverpool confirman la revolución: en la mitad de tiempo (nueve meses), la tasa de curación es del 82%, muy superior al 55% anterior.

El estudio se ha llevado a cabo en nueve países del África francófona (Benín, Burkina Faso, Burundi, Camerún, República Centroafricana, Costa de Marfil, Congo, Níger y Ruanda) con 1.006 pacientes. El tratamiento ha sido exitoso para 821, que se curaron completamente, según explicó Valérie Schwoebel, directora de The Union para el África francófona. Otros 54 (5%) no respondieron a la medicación; 82 murieron (8%) y 49 (5%) abandonaron el tratamiento. La tasa de mortalidad, señaló Schwoebel, fue mayor en los pacientes que además tenían infección por VIH. Entre los que sobrevivieron, las tasas de éxito fueron similares entre los pacientes coinfectados y los que no lo estaban.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomendó en mayo pasado, basándose en los resultados preliminares del estudio, el régimen de tratamiento de nueve meses en lugar del anterior. Pero una cosa es saber que funciona, y contar con el aval de la OMS, y otra que llegue al terreno para todo el que lo necesita, como reconoció Schwoebel durante la presentación de los resultados en Liverpool. “La implementación llevará tiempo”, señaló.

"La doctora tuvo que escribirlo en un papel: Estás sorda"

E. G. S.

Phumeza Tisile, sudafricana de 24 años, fue diagnosticada de tuberculosis extremadamente resistente (XDR-TB, en su abreviación en inglés) en junio de 2010. No se curó hasta agosto de 2013. Pasó por un diagnóstico erróneo inicial, un tratamiento inadecuado, ocho meses de inyecciones extremadamente dolorosas y dos años tragando hasta 20 pastillas al día. "Hubo épocas en las que me costaba sentarme e incluso estar tumbada. Me llegaron a decir que consultara con mi sacerdote, porque no iba a contarlo", relató este miércoles en la conferencia sobre tuberculosis y salud pulmonar que se celebra en Liverpool. Su experiencia la ha convertido en activista. Ahora lucha para conseguir mejorar el diagnóstico y que el tratamiento más corto y con menos efectos secundarios llegue a todos los enfermos.

"Hubo un día en que me di cuenta de que no oía nada. Fui a ver a mi doctora, que tuvo que escribir en un papel 'Estás sorda'. Luego añadió un 'Lo siento", contó Tisile. "Ahora puedo oír porque llevo implantes cocleares. Yo he tenido suerte, pero la mayoría de la gente no lo consigue", subrayó. Tisile ha perdido a varios amigos por la tuberculosis. "Necesitamos mejorar el acceso a los recursos sanitarios y sobre todo hace falta financiación", reclamó.

Como ocurre con el tratamiento de la tuberculosis común, la adherencia es decisiva para conseguir la efectividad. Y dado que la enfermedad se ceba en las comunidades más pobres y con peor acceso a los servicios sanitarios, nueve meses siguen siendo muchos. Los responsables del estudio en Nigeria explicaron durante la presentación que en su caso los pacientes del estudio recibieron algo de dinero para el transporte y apoyo nutricional. Dependiendo de los países, señaló Schwoebel, el tratamiento fue ambulatorio o mixto, con los pacientes ingresados en un hospital los primeros meses. El coste, añadió, ronda los 1.000 dólares y es mucho más barato que el régimen de 20 meses. 

La tuberculosis multirresistente (MDR-TB, en su abreviación en inglés) se produce cuando la bacteria causante de la enfermedad deja de responder, como mínimo, a los dos antibióticos más potentes, la isoniazida y la rifampicina. Ocurre principalmente por dos motivos, como explica José Luis Castro, director general de The Union: “Cuando a los pacientes se les administra un tratamiento inadecuado o cuando lo abandonan antes de tiempo. Eso crea resistencias y esas cepas se extienden”. El último informe de la OMS sobre el estado de la enfermedad en el mundo puso el acento en la tuberculosis resistente, la que cada año desarrollan 480.000 personas y que trae de cabeza a los servicios sanitarios de todo el mundo.

El nuevo tratamiento es más corto y más barato, pero por el momento las inyecciones siguen siendo necesarias durante cuatro meses, y se siguen produciendo efectos adversos como la sordera. "Es uno de nuestros mayores desafíos. Tenemos que seguir investigando para conseguir prescindir de los fármacos inyectables", señaló Schwoebel.

Los resultados de este estudio forman parte del programa científico de la conferencia de The Union en Liverpool, donde unos 3.000 participantes de más de 100 países se reúnen desde este miércoles y hasta el sabado para poner en común los nuevos descubrimientos en el área de la tuberculosis y la salud pulmonar. El lema de este año es Afrontando la resistencia: de fundamentos a innovaciones. La tuberculosis es actualmente la enfermedad infecciosa que más muertes provoca: 1,5 millones de personas al año. La comunidad internacional se ha propuesto eliminarla antes de 2035.

El problema de las resistencias a los antibióticos trasciende a la tuberculosis. La Asamblea General de Naciones Unidas emitió una declaración el mes pasado en la que se compromete a tomar medidas en todo el mundo para luchar contra lo que califica de "el mayor y más urgente riesgo global". Entre ellas, controlar el uso de los antibióticos y potenciar la investigación para dar con nuevos fármacos que puedan sustituir a los que dejan de ser efectivos.

Sobre la firma

Elena G. Sevillano
Es corresponsal de EL PAÍS en Alemania. Antes se ocupó de la información judicial y económica y formó parte del equipo de Investigación. Como especialista en sanidad, siguió la crisis del coronavirus y coescribió el libro Estado de Alarma (Península, 2020). Es licenciada en Traducción y en Periodismo por la UPF y máster de Periodismo UAM/El País.

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