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en primera persona
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Quiero que nos devuelvan el huso horario que nos corresponde

El actual nos afecta a todos, pero a los niños en particular. Todavía cuando son pequeños los engañas, pero cuando empiezan a distinguir día y noche, el tema no cuela

Niño con problemas de sueño causados por el cambio horario
Niño con problemas de sueño causados por el cambio horariogetty

Parece ser que fue Franco el que, en un intento de aliarse un poco más con la causa germánica, esto es, con el III Reich y su locura, decidió cambiar el huso horario que, por justicia, nos correspondía a España. Reconozco que la política tiene razones…que los seres humanos corrientes y de a pie, no entendemos. Pero la puñeta ya se hizo. En España, en realidad en la península ibérica, tenemos un horario que no nos corresponde. Dicen los expertos en la materia que es para ahorrar energía. Pues no me lo creo. Ya me dirán qué tiene de ahorro encender todas las luces de la casa a partir de las 18.00 (o antes, dependiendo de si vives en A Coruña o Almería). Por no hablar de la calefacción que, aunque el sol en invierno no abrasa, un poquillo de calorcete sí da.

No es que esté en contra del cambio horario. Es que estoy en contra de este horario que tenemos en general y que, entre otras cosas, favorece que el español medio sea tan propicio a andar de bares y terrazas en días laborables y fiestas de guardar sin distinción. Que no digo que no sea saludable, que lo es. Pero si de verdad nos pusiéramos más británicos quizás la cosa sería más rentable para todos. Para empezar, la dichosa conciliación familiar. Ya me dirán de qué sirve tener un horario de entrar a las 09.00 o 09.30 para salir a las 19.00 o 19.30, por no decir a las 20.00. Las horas que hay entre dichas horas superan las de las estipuladas por la jornada laboral, es cierto, pero es que tenemos esa manía de parar dos horas para comer. Dos horas que la mayoría no puede usar para desplazarse a su casa a comer y volver que sería lo suyo. Dos horas que bien podrían acumularse dejando para la noble tarea de comer veinte minutos.

Pero lo más terrible de ese horario absurdo del que disfrutamos, en general, los españoles, es la no conciliación familiar que hace que, entre otras cosas, el padre o la madre, vivan estresados, soporten malas miradas de sus jefes, o lo que es peor, de sus compañeros, porque ni de broma coincide la salida del trabajo con la del colegio. Veamos, si los niños españoles salen, por lo general, entre las 16.00 y las 17.00 horas del colegio y la mayoría de los progenitores no termina, como mínimo, hasta las 19.00, ahí tenemos dos hermosas horas donde los más pequeños tienen que ser recogidos, sí o sí por alguien a quien pagas o de quién abusas (véase abuelos) y los preadolescentes o adolescentes tienen un espacio estupendo para campar a sus anchas sin la (siempre) vigilancia de los adultos (los famosos niños llavero). ¿No sería mucho más razonable entrar a las 08.00 y salir a las 17.00? Es más, si comemos durante 30 minutos hasta podríamos salir a las 16.30 y recoger a los niños o al menos estar toda la tarde con ellos.

Es verdad que ese mundo idílico que me estoy imaginando no puede satisfacer, entonces, la demanda de mucho tipo de servicios públicos (hostelería, médicos, bomberos, cuerpos del estado…) , pero también es cierto que determinadas profesiones que no descansan nunca, tienen los horarios repartidos en tres turnos. El resto que no pertenece a todo ese gran sector, podríamos, deberíamos esforzarnos en tener unos horarios un poco más razonables. Y, desde luego, dejar de una vez para siempre de seguir a rajatabla esa costumbre tan española que es la de calentar la silla.

El español tiene tan instalado lo de parar de 14.00 a 16.00 que todavía queda gente que antes se corta un dedo que hacer una llamada de trabajo en esas dos horas. Hablo, lógicamente, de jornadas laborales, no de domingos de paella en casa de la suegra. Vamos fatal con los horarios y, encima, dos veces al año nos lo modifican. En invierno viene de perlas para acostar a los niños pero dile tú al salvaje de 6 que tiene que subir a las 19.30 del parque, con esa solana, para ducharse, cenar e irse a la cama. Todavía cuando son pequeños los engañas, pero cuando empiezan a distinguir día, noche, el tema no cuela. Conclusión: se acuestan más tarde, pero no se levantan, en consecuencia, más tarde, por lo que en el horario de verano descansan menos, luego les afecta al rendimiento. Un caos. En mi caso mis hijas en invierno a las 19.30 están a remojo en la bañera, a las 20.00 cenando y a las 20.30 están en la cama. En verano la piscina de la urbanización cierra a las 20.00 y todavía tienes que tener cuidado de no quemarte con el sol, con lo que diles a las criaturas que a casa a cenar y a dormir…Tarea más que complicada si no quieres ser Maléfica.

Es verdad que defiendo que nos corresponda el huso de Canarias o Inglaterra porque soy persona de ritmos circadianos diurnos, esto es, a mí me gusta madrugar, tipo seis (no vean ustedes lo que cunde trabajar de seis a 08.00 de la mañana) y acostarme tipo 22.00, como mucho 23.00). Entiendo que existe la otra opción (mi marido pertenece a ella, la de acostarse nunca antes de las 02.00), pero la gran mayoría de los niños necesitan y suelen tener la otra, es decir, caer rendido sobre las diez de la noche y abrir el ojo sobre las siete al grito de: ¿ya es de día, mamá?

Mi postura es: quiero el horario que nos corresponde por luz solar. Y no quiero cambios a lo largo del año.

Elevo mi petición y firmo en esta columna.

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