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Las ciudades del mundo tienen una nueva agenda: 13 claves para entenderla

Habitat III sienta las bases para urbes más sostenibles, lo más complicado vendrá a la hora de implementarlas

Vista de la ciudad de Shanghai, China.
Vista de la ciudad de Shanghai, China.Julius Mwelu/ (ONU Habitat)
Pablo Linde
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Las ciudades del mundo tienen una hoja de ruta para los próximos 20 años. Es la Nueva Agenda Urbana, el documento que los Estados miembros de la ONU han aprobado este jueves en Quito en Habitat III, la conferencia sobre urbanización sostenible que se celebra cada dos décadas. Estas son algunas de las claves para entender en qué consiste.

¿Qué es la Nueva Agenda Urbana?

Es un documento de 175 párrafos consensuado por los Estados miembros de las Naciones Unidas. Tras años de debates sectorizados, la Nueva Agenda Urbana recoge cómo deberían evolucionar las ciudades para que sean entornos amigables para los seres humanos, seguros, sostenibles, resilientes a las amenazas naturales, inclusivos, compactos y saludables.

¿Sirve para algo?

La idea es que sí, aunque las medidas que propone no son vinculantes para los Estados. La que se aprobó hace 20 años en Estambul no consiguió sus objetivos. El 75% de las ciudades son más desiguales que hace dos décadas y hay más personas viviendo en la informalidad. Joan Clos, secretario general de Habitat III, puntualizó en la clausura de la conferencia que la nueva agenda es una guía que la ONU proporciona a los Estados, pero que son ellos, coordinando los distintos niveles de Gobierno, los responsables de que llegue a buen puerto.

Ciudades más compactas

Este es uno de los retos que la Nueva Agenda plantea. En los últimos 20 años las ciudades crecieron hasta cinco veces más que sus habitantes, es decir, se hicieron menos densas. Esto es un verdadero problema a la hora de abastecer a los ciudadanos de servicios ya que incrementa su coste. Además, las ciudades más compactas, si están bien planficadas requieren menos desplazamientos, lo que genera menos contaminación.

Contra el cambio climático

Las ciudades solo ocupan un 2% de la superficie terrestre, pero generan más del 70% de los gases de efecto invernadero. Excepto en las urbes sometidas a un clima más extremo, donde la mayoría de la energía que se gasta sirve para la calefacción y el aire acondicionado, la mayoría destinan hasta un 70% de sus recursos energéticos al transporte. Reducir el uso de los vehículos motorizados es uno de los grandes retos: fomentar la bicicleta y el transporte público. Unas ciudades menos contaminantes son claves para cumplir los acuerdos de París sobre el clima en la COP 21 y la nueva agenda está totalmente alineada con sus objetivos de reducción del calentamiento global. Las menciones a este aspecto eran prácticamente inexistentes en el acuerdo de Habitat II en Estambul.

Ciudades más saludables

Las enfermedades no transmisibles que ocasionan las ciudades tendrán un ingente coste si no se lucha contra ellas. La contaminación genera 1,3 millones de muertes en el mundo cada año, según la Organización Mundial de la Salud. Además, según explica David Rojas, del instituto ISGlobal, existen estudios que prueban cómo las personas que viven cerca de zonas verdes tienen menos problemas inmunológicos.

Espacio público

El problema del transporte no es solamente la contaminación. La mayor parte del suelo de las ciudades está destinado a la movilidad, lo que se resta de espacios que las personas puedan disfrutar. Y para ello, no solo tienen que existir, sino también ser seguros, accesibles, amigables con las familias, que promuevan las interacciones sociales, la participación política y la expresión cultural.

Ciudades inclusivas

La nueva agenda busca ciudades con total respeto a los derechos de los migrantes y los refugiados. La cultura es clave para que las ciudades, que cada vez son más diversas, sean también más integradoras, según un informe presentado por la Unesco en Habitat III.

Lucha contra las desigualdades

Según el documento, las ciudades sostenibles tienen que mitigar la pobreza, las desigualdades, promover el crecimiento económico y la igualdad de género. La nueva agenda recoge y está pensada para cumplir muchos de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que la ONU aprobó el año pasado. Es la hoja de ruta de las ciudades, mientras los ODS lo son de toda la humanidad. Lo que sucede es que más de la mitad del planeta es ya urbana y el porcentaje alcanzará el 70% en 2040, así que el papel de las urbes es crucial.

Asentamientos informales

Acabar con los asentamientos informales no es una tarea sencilla. Casi mil millones de personas viven en ellos, un tercio más que hace 20 años. En la conferencia se han presentado numerosas propuestas para darle la vuelta a una situación que vulnera los derechos más fundamentales de las personas.

La necesidad de planeamiento

El planeamiento y el marco regulatorio es crucial en el crecimiento de las ciudades. “La urbanización es un proceso que no hay que incentivar, sino ordenar”, asegura Joan Clos. Un tema muy tratado en la conferencia ha sido el papel del mercado. Según Clos, los Estados deben redistribuir la riqueza que genera la urbanización, ya que “el sector privado no sabe hacer ciudades”. Uno de los problemas con los que se topa este planteamiento, según el propio secretario de Habitat III reconoce, es que en muchos de los lugares donde las urbes están creciendo más rápido, los Estados son muy débiles. En los últimos 30 años las ciudades crecieron más que nunca antes y, en los próximos 30, lo harán todavía más que en los anteriores. “El ritmo de crecimiento es en muchas ocasiones más rápido que la reacción política, este es uno de los retos que tenemos, explica Francesco Bandarin, arquitecto, urbanista y subdirector de Cultura de la Unesco.

Derecho a la ciudad

Está en el espíritu de toda la agenda urbana y se identifica a la Carta Mundial de Derecho a la Ciudad, que establece: “Todas las personas tienen derecho a la ciudad sin discriminaciones de género, edad, raza, etnia u orientación política y religiosa, y preservando la memoria y la identidad cultural en conformidad con los principios y normas que se establecen en esta carta”. Se concibe la urbe como un espacio colectivo que pertenece a sus habitantes y que tiene que ser regidas por los gobiernos locales y nacionales, en los que los ciudadanos tengan acceso a todos los servicios básicos (agua, luz, saneamiento...) sin discriminaciones.

¿Cómo se implementa todo esto?

La Nueva Agenda Urbana está tan cargada de buenas intenciones que prácticamente cualquiera la suscribiría. Cómo lograr sus objetivos es otro asunto mucho más complicado. Timon Mc Phearson, profesor de Ecología Urbana en la New School de Nueva York, se queja de que en Habitat III no se haya desarrollado un plan concreto para hacerlo. “Es una oportunidad perdida”, argumenta. Joan Clos reconoce que muchos países han solicitado una hoja de ruta concreta para cumplir con los objetivos que marca la agenda urbana. “ONU Habitat elaborará un documento, pero la urbanización es un proceso social y quienes deben guiarla son los Estados”.

Una de las mesas redondas de alto nivel de Habitat III estuvo dedicada a la implementación de la agenda. Algunas de las medidas concretas que allí se sugirieron fueron: aprovechar la experiencia de las buenas prácticas, establecer un mecanismo de seguimiento para que los países rindan cuentas anualmente del cumplimiento de los objetivos, coordinación de los distintos niveles administrativos, implicar a los ciudadanos en las metas para que colaboren a alcanzarlas y pidan cuentas a sus gobernantes.

¿Cómo se ha desarrollado Habitat III?

Cuando termina un evento como Habitat III, que se celebra cada 20 años, es casi una obligación para sus organizadores decir que ha sido un éxito. El documento preliminar que se había aprobado en Nueva York en septiembre se ha ratificado con el consenso los países miembros, algo por otro lado previsible. Según el balance final, 45.000 personas se registraron para la conferencia y la ciudad se ha volcado con ella. El centro, normalmente apagado por las noches, se ha llenado de quiteños y turistas para contemplar un espectacular espectáculo de luces proyectado en algunos de sus edificios más emblemáticos. Quizás ha habido demasiado entusiasmo. La ciudad ha quedado desbordada, así como el propio recinto de la conferencia, que sobre todo durante los primeros días, fue un auténtico caos de colas interminables que produjeron que muchos asistentes no pudieran ni siquiera llegar a sus charlas.

Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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