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Comida acorde con el clima

En el Día Mundial de la Alimentación, la FAO insta a adaptar dietas y formas de producir

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No se trata de tomar gazpacho o aguas frescas en verano, ni cocido o tamales en invierno. Se trata de adaptar la dieta, y la forma de obtención de alimentos a un clima cada vez más cambiante. A unos patrones climáticos que alteran las costumbres agrícolas y pesqueras y dejan sequías, inundaciones y huracanes de forma cada vez más frecuente.

Ese, el de adaptarse al cambio climático y tratar de mitigar sus efectos, es el mensaje principal que la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) quiere enviar esta semana, con motivo del Día Mundial de la Alimentación. Teniendo en cuenta que las previsiones estiman que la población mundial se acercará a los 10.000 millones de personas en torno a 2050, hay que ser más eficientes a la hora de producir (y consumir) comida.

La ganadería, por ejemplo, es responsable de casi dos tercios de los gases de efecto invernadero agrícolas (GEI), y del 78% de las emisiones de metano agrícolas. Mejorar la gestión de las explotaciones ganaderas, aprovechar al máximo (sin desperdiciarla) la producción cárnica y lechera y adaptar una dieta occidental con un consumo de productos animales desproporcionado pueden ayudar.

Los cambios de temperaturas en distintas partes del globo también hacen prever que las capturas de las principales especies de peces disminuyan hasta en un 40% en los trópicos para 2050. Justo en los lugares donde numerosas comunidades dependen del mar para alimentarse. Pescar de forma responsable y luchar contra lospiratasdel mar es otra forma de prepararse para los cambios que se avecinan.

Y en el caso de los agricultores, la FAO apoya los esfuerzos por diversificar sus cosechas y medios de vida, desarrollar nuevas variedades de cultivos (a poder ser, más resistentes a fenómenos meteorológicos extremos) y a producir la mayor cantidad posible de alimento en el menor espacio.

El mensaje a los ciudadanos es claro: "siendo consumidores conscientes o éticos y cambiando simples decisiones cotidianas —por ejemplo, desperdiciar menos alimentos, o comer menos carne y más legumbres nutritivas—, se puede contribuir a mejorar las cosas".

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