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El peculiar experimento que logró moderar a 'halcones' israelíes

Investigadores intervinieron en una ciudad derechista reduciendo al absurdo sus lemas

Javier Salas
Ejemplos de los carteles usados en la campaña.
Ejemplos de los carteles usados en la campaña.PNAS

Uno de los ejemplos más claros de debate enconado, de controversia infinita, es la que rodea al conflicto entre palestinos e israelíes. En numerosas ocasiones se ha tomado como paradigma, o como parodia, de problema irresoluble. Moderar las posturas de los extremistas, dadas las circunstancias, parece casi milagroso. Sin embargo, unos investigadores de varias universidades israelíes han descubierto un pequeño truco que puede ayudar a limar los argumentos más radicales en este y otros contextos: la reducción al absurdo.

Durante seis semanas, sometieron a sus habitantes a esta campaña, con carteles por las calles y anuncios extendidos por la web

En uno de los momentos más caldeados del conflicto, el pasado mes de septiembre de 2015, este grupo de científicos decidió intervenir en una pequeña ciudad del centro de Israel, conocida por su alto índice de voto hacia las opciones más derechistas del espectro político. Su intención: comprobar si una campaña de pensamiento paradójico podría moderar las opiniones de los más radicales.

En 2013, este mismo equipo había realizado con éxito un experimento similar, pero en un contexto controlado, en un laboratorio. Por medio de unos cortos videoclips, sometían a los sujetos a una delicada reducción al absurdo de sus ideas políticas, exagerando la importancia del belicismo como eje esencial de la identidad israelí. Tras este experimento, los votantes más de derechas habían suavizado sus tendencias incluso a la hora de votar, según explicaban los investigadores. Se trata de un uso práctico del pensamiento paradójico, que obliga a nuestra mente a chocar con sus propias creencias al convertirlas casi en una parodia.

El reto era el de llevar este experimento al mundo real, sin controles, para estudiar si se podría influir en los extremistas con este mismo método. Para hacerlo, eligieron una ciudad pequeña, con hasta un 63% de voto a los grupos considerados halcones dentro del arco político de Israel. Durante seis semanas, sometieron a sus habitantes a esta campaña, con carteles por las calles, objetos de mercadotecnia como globos y camisetas, y anuncios muy extendidos por la web.

La percepción del conflicto se mantuvo igual salvo entre los halcones, que mostraron una disminución significativa del apoyo al conflicto

Los banners repartidos en numerosos portales, dirigidos específicamente a ordenadores localizados en ese municipio, llevaban a los vídeos de la campaña. Los mensajes de los carteles y los clips juegan con ideas y frases como "Sin él nunca seríamos justos... Para tener justicia, probablemente necesitamos el conflicto" y "Para los héroes, probablemente necesitamos el conflicto". Los participantes, a los que se realizarían preguntas sobre sus posiciones políticas, nunca fueron conscientes de formar parte de un experimento psicológico.

Después de exponerles insistentemente a esta campaña, se realizaron encuestas para conocer su posición con respecto al conflicto. Y se compararon con otros estudios que se habían hecho antes de la campaña y con las respuestas de un grupo de control que no había visto la campaña. La percepción del conflicto se mantuvo prácticamente igual en todos los grupos estudiados, salvo entre los halcones que habían estado expuestos a los carteles y los vídeos; estos mostraron "una disminución significativa en la adhesión a las actitudes de apoyo al conflicto a lo largo del tiempo", según el estudio, que se publica en PNAS.

"Los resultados sugieren que la intervención mediante pensamiento paradójico tuvo un efecto significativo en las creencias y actitudes de los participantes de derechas", concluyen los investigadores, con Boaz Hameiri de la Universidad de Tel Aviv al frente. "Además", continúan, "en comparación con los derechistas del grupo de control, expresaron menor apoyo a las políticas agresivas, así como un mayor apoyo a las políticas de conciliación".

Se trata de un uso práctico del pensamiento paradójico, que obliga a nuestra mente a chocar con sus propias creencias al convertirlas casi en una parodia

Los investigadores creen que los resultados muestran "inequívocamente" que esa intervención reduciendo al absurdo las ideas de los halcones es eficaz para enfriar el afán belicista de los más duros. Además, señalan, los resultados se obtuvieron en un contexto social que generalmente bloquea los cambios de actitud, por lo que el éxito debe considerarse mayor. "Los individuos de derecha tienden a tener una opinión más rígida", explica por email Hameiri. Y añade: "Esto significa que la intervención que desea promover una solución pacífica de los conflictos tiende a ser menos eficaz con estas personas, ya que tienden a resistirse a los mensajes de promoción de la paz".

Lo más importante es que este tipo de intervención podría emplearse en todo tipo de situaciones. Eso sí, para ser eficaces los mensajes tienen que estar en línea con las creencias y actitudes de los sujetos en los que se quiere influir. Esos lemas deben ser mucho más extremos que los que estas personas sostendrían, pero dentro de su margen ideológico, para que no se pongan a la defensiva sino que generen una sensación de sorpresa y de absurdo. "En estos casos, los mensajes pueden provocar una sensación de amenaza de la identidad del destinatario y una posterior despolarización", aseguran los investigadores. Es más, si los mensajes no ejercen ese efecto, podrían llegar a ser contraproducentes, como ocurrió con un reducido grupo de participantes centristas cuando examinaron su apoyo en las políticas de conciliación, reconoce Hameiri. Parece que no captaron lo absurdo del mensaje y se lo tomaron en serio.

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Sobre la firma

Javier Salas
Jefe de sección de Ciencia, Tecnología y Salud y Bienestar. Cofundador de MATERIA, sección de ciencia de EL PAÍS, ejerce como periodista desde 2006. Antes, trabajó en Informativos Telecinco y el diario Público. En 2021 recibió el Premio Ortega y Gasset.

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