_
_
_
_
_
SALUD ANIMAL

Vacunado el perro, se acabó la rabia

En el día mundial de la dolencia, los expertos insisten en que solo hace falta voluntad para erradicarla

Vacunacion mascotas
Un intento de vacunar a un perro contra la rabia.oie
Más información
Nepal: el país que mataba a los perros con pesticida
Eli Lilly aterriza en la granja
El aumento de triquinosis en los jabalíes dispara las alarmas
Cinco años libres de peste bovina

“Creía que mi hija solo tenía una fiebre normal. Me había olvidado de que la mordió un perro”. El testimonio de Letty Banas, una mujer de la provincia de Camarines Sur (Filipinas) no es algo extraño en su país. Cuando ella y su marido llevaron a la niña de cinco años al hospital, los médicos buscaron signos de rabia y quisieron dejarla 24 horas en observación. “Pero ella no llegó a las 24 horas. Murió”, recuerda Banas en un proyecto de la OIE (Organización Mundial de Sanidad Animal).

Las últimas estimaciones dicen que en 2015 murieron por rabia unas 59.000 personas. Si hacemos un cálculo rápido, significa un fallecimiento cada nueve minutos. "Y la cantidad de casos está muy infravalorada", insiste Gregorio Torres, veterinario técnico de la OIE. Esta zoonosis (enfermedad transmitida de otros animales a humanos) afecta sobre todo a regiones pobres y vulnerables de África y Asia, donde se produce el 95% de las muertes. "En los lugares más afectados no suele haber sistemas sanitarios suficientemente fuertes y no todas las muertes por rabia se registran como tales", explica Torres.

Aunque hay zonas —sobre todo en América Latina— en las que los murciélagos y otros animales son los transmisores de esta enfermedad vírica, en más del 95% de los casos son perros los que contagian a los seres humanos a través de su saliva, según la misma organización. Tras una mordedura (o, inusualmente, un arañazo) por un perro infectado, una persona puede desarrollar síntomas como fiebre o dolor de cabeza que se pueden confundir con otras dolencias menos graves, como fue el caso de Letty Banas y su hija. Pero a medida que progresa la enfermedad, pueden presentarse otros síntomas como confusión, depresión, agitación o parálisis de la cara, la garganta y el cuello. Esa parálisis progresiva conduce inevitablemente a la muerte.

Cuesta vidas, y medios de vida

Además de las casi 60.000 personas (según los datos disponibles) que pierden la vida cada año, la rabia genera muchos más perjuicios en algunas de las zonas más vulnerables del planeta.

La enfermedad no solo se transmite a humanos, sino a otros animales, como vacas, ovejas o cabras. Y la pérdida del ganado supone un duro golpe para la economía de muchas familias de los países de África y Asia donde la rabia tiene mayor incidencia.

"Es difícil obtener buenos datos sobre el número de casos en animales.", lamenta Katinka DeBalogh, experta de la FAO. "Pocas veces se llevan muestras al laboratorio para confirmar si el ganado ha muerto por rabia". Y esto hace que haya pocos casos confirmados, y por tanto se preste menos atención a la enfermedad.

Cuando los animales de producción se ven afectados, agricultores y ganaderos (sobre todo, los que viven de lo que producen) no mueren directamente por rabia, pero esta les arrebata sus medios de vida.

Salvo, claro está, que se trate a tiempo. Porque existe un tratamiento eficaz, conocido como PEP (profilaxis postexposición, por sus siglas en inglés), para evitar la muerte de una persona infectada. Pero en las zonas rurales que más lo sufren, no suele haber acceso a este remedio, ni siquiera información sobre la enfermedad, como señala Katinka DeBalogh, experta en esta dolencia de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Otro problema añadido es el coste. "Es un tratamiento tremendamente caro", apunta Torres. "Para algunas de las poblaciones más afectadas el tratamiento completo puede suponer entre tres y cuatro meses de salario: unos 50 o 60 euros por persona", ilustra. Y eso, contando con que haya disponibilidad, se pueda obtener a tiempo y después acudir al centro de salud otras tres o cuatro veces para recibir todas las dosis necesarias.

El anterior director general del organismo internacional que vela por la salud animal, Bernard Vallat, decía que con el 10% de lo que se gasta en proteger a las personas que han sido mordidas se podría vacunar a suficientes perros como para acabar con la rabia entre estos animales, y así erradicarla en personas. Un estudio realizado en colaboración con la alianza tripartita que OIE, FAO y la Organización Mundial de la Salud (OMS) formaron para acabar con esta enfermedad menciona un gasto de 1.700 millones de dólares al año en tratamientos PEP en todo el mundo. Además de costar indirectamente otros 1.400 millones más a los pacientes afectados por los gastos de transporte.

Otra opción es vacunar a las personas, pero la dificultad de conseguir las dosis también es mayor. Como ejemplo, Torres menciona un proyecto en Namibia, en el que se encontraron y enviaron a aquel país 50.000 dosis de la inmunización para los cánidos "sin problemas", y sin embargo los expertos se las vieron y se las desearon para obtener 60 vacunas para el personal que iba a participar en el programa.

La tercera vía (descartando la afortunadamente cada vez menos extendida eliminación de los canes) y según los expertos, la más eficaz, es precisamente inmunizar a los perros. Vacunar a uno "viene a costar entre 1,5 y cuatro dólares, en función de la región", indica Torres. Eso incluye la propia vacuna, el transporte, la formación de las comunidades... "Contamos con una vacuna muy eficaz y conocemos relativamente el virus y sus mecanismos de transmisión: el problema realmente es de gestión de las campañas de vacunación", opina el veterinario.

Vacunación de un perro.
Vacunación de un perro.©OIE

La OMS, en colaboración con la fundación Bill&Melinda Gates, ha lanzado varios proyectos piloto para demostrar que la vacunación masiva de canes es la vía más efectiva y barata para acabar con la dolencia. Experiencias en Sudáfrica, Tanzania o la propia Filipinas demuestran la eficiencia de esta aproximación. En la región sudafricana de KwaZulu-Natal acabaron con la rabia: no se registró ningún caso en 24 meses. En el proyecto de las filipinas islas Visayas, de 2008 a 2013 se redujo el número de casos de rabia en humanos en la región del proyecto de 51 a 4.

Aunque en muchas regiones vacunar (a perros o a humanos) supone un gran reto por la falta de infraestructuras como carreteras o cadenas de frío, el experto de la OIE insiste en que es posible. Sobre todo, implicando a las comunidades y formándolas en cómo hay que inmunizar a los animales. "Con unos días de formación, en el proyecto de Namibia siete equipos locales vacunaron a 27.000 perros en un mes, cuando antes solo se vacunaba a 10.000 en todo el año".

El caso filipino alcanzó todavía más éxito cuando el propio Gobierno decidió asumirlo como propio y extenderlo a escala nacional, coordinando a los distintos departamentos y ministerios (Salud, Agricultura...) en la lucha contra la enfermedad. "Yendo al foco, vacunando a los perros, protegemos a toda la población de forma equitativa", insiste Torres.

"Muchas veces faltan la voluntad política y los recursos, porque tenemos todas las herramientas y conocimientos", reflexiona DeBalogh. La rabia, comenta, es una enfermedad desatendida que afecta a poblaciones vulnerables o marginalizadas y que tiene que competir con otras "que igual no tienen un efecto sobre la salud pública pero sí un impacto económico directo". Y sentencia: "es increíble que hoy día muera gente —y con una muerte horrible— de esta enfermedad, cuando tenemos todos los medios para prevenirla".

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_