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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Aplauso al País Vasco

No faltan razones para proseguir el combate contra el tabaco

Tabaco de contrabando incautado por la Guardia Civil en Las Cabezas de San Juan (Sevilla).
Tabaco de contrabando incautado por la Guardia Civil en Las Cabezas de San Juan (Sevilla).EFE

Ni en los estadios ni en las plazas de toros. El País Vasco ha extendido la prohibición del tabaco a estos recintos, sumándose así a la tendencia creciente de limitar la libertad de fumar en nombre del derecho de los no fumadores. Los legisladores de Euskadi incluyen en la prohibición los cigarrillos electrónicos, siguiendo una cierta tendencia europea de poner cortapisas a este producto por considerar que mantiene al usuario en la adicción a la nicotina, cuando lo importante para dejar de fumar es evitar todo contacto con esa sustancia.

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La regulación vasca se produce después de otras ya existentes. Todas ellas plantean la paradoja de que el tabaco se considere como un elemento perjudicial, y sin embargo no sea vetado por completo. Pero sería poco inteligente hacerlo, a la vista de las razones culturales instaladas en la sociedad por la exhibición de cigarros y cigarrillos a cargo de personajes públicos en medios audiovisuales, y por supuesto en la industria del cine, que durante mucho tiempo fueron una invitación a adoptar esa pauta de conducta. Parte de los jóvenes continúa considerando el tabaco como un símbolo de emancipación; y además, no cabe olvidar la contribución a las arcas públicas generada por el tabaco. Todos esos obstáculos se alzan contra su erradicación, sin olvidar las malas experiencias proporcionadas por la prohibición total de otras sustancias adictivas.

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Sin llegar a la restricción absoluta, tienen sentido las medidas contra el tabaco en los espacios de uso público. Se comprende que molesten a los fumadores habituales, como en su momento pusieron el grito en el cielo los establecimientos de hostelería frente a las leyes españolas antitabaco del decenio pasado. Sin embargo, este sector no ha sufrido el hundimiento económico pronosticado.

La radicalidad en las medidas prohibicionistas es proporcional al dramático impacto del tabaquismo en la salud pública. Es importante reducir el número de fumadores y carece de sentido que los no fumadores, que son la mayoría de la población, se vean expuestos a los perjuicios del tabaquismo pasivo. Por tanto, no faltan razones para proseguir firmemente con este combate.

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