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Un sensor que se adapta a los dedos para detectar el cáncer de mama

El material permite medir cambios en la presión del pecho para diagnosticar tumores

Beatriz Guillén
El sensor puede deformarse y mantener la exactitud para medir la presión.
El sensor puede deformarse y mantener la exactitud para medir la presión.2016 Someya Laboratory
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Detectar el cáncer de mama podría dejar de ser competencia de las mamografías. Un sensor flexible y transparente que se adapta a la forma de los dedos, similar a unos guantes de caucho, permite localizar tumores al medir los cambios y la distribución de la presión en el pecho. "Los nuevos sensores pueden monitorizar tumores de una forma más fácil, menos dolorosa y sin necesidad de exponerse a la radiación", ha explicado el profesor de la Universidad de Tokio Takao Someya, director del grupo de investigadores que ha publicado este lunes el estudio en la revista Nature Nanotechnology.

El funcionamiento sería similar al diagnóstico táctil de un doctor, según señala Someya. "Aplicando una presión constante a los pechos con estos sensores, podemos detectar las diferencias entre una textura de pecho normal y una con tumores", cuenta, con la ventaja de lograr una mayor precisión al tratarse de una palpación digital que puede medir la distribución de la presión en el pecho en 144 localizaciones a la vez. 

"Hemos probado el funcionamiento de nuestro sensor en una vaso sanguíneo artificial y hemos encontrado que puede detectar hasta pequeños cambios en la presión y en la velocidad de la presión al propagarse", ha explicado el doctor Sungwon Lee, que lidera la investigación, en la que también participa la Universidad de Harvard (Estados Unidos).

El sensor puede adaptarse a la forma de los dedos.
El sensor puede adaptarse a la forma de los dedos.2016 Someya Laboratory

El sensor tiene un grosor de aproximado de ocho micrómetros (milésima parte de un milímetro) y está compuesto por transistores orgánicos, interruptores electrónicos hechos de carbono y oxígeno y una estructura de nanofibras sensibles a la presión. En conjunto, forman una estructura ligera, porosa, transparente y delgada, pero muy sensible que puede medir con exactitud radios de hasta 80 micrómetros (el equivalente a dos veces el espesor de un cabello humano). Hasta ahora, los sensores no podían bajar de 100 micrómetros de espesor por las limitaciones en los métodos de producción.

Estos sensores de presión convencionales tienen la flexibilidad necesaria para adaptarse a superficies suaves como la piel humana, pero no pueden medir con precisión una vez que se arrugan o se retuercen. Esto los hace inservibles para usos complejos o para medir superficies en movimiento. En cambio, el nuevo sensor (al estar compuesto por nanofibras) mide con la misma exactitud la distribución de la presión en superficies redondeadas -como un balón inflado-.

La comercialización de estos sensores está pensada para dentro de tres años

"Nos hemos dado cuenta de que muchos grupos están desarrollando sensores flexibles que pueden medir la presión, pero ninguno de ellos está preparado para medirla en objetos reales que pueden sufrir distorsiones. Esa es nuestra principal motivación y para la que hemos propuesto una solución efectiva", ha argumentado Lee.

Aunque todavía es muy pronto para considerarlo un sustituto de las mamografías, la tecnología de este sensor ya está lista para usarse en la creación de guantes que detecten esta presión en el pecho. Su comercialización está pensada para dentro de tres años, explica el investigador. "El principal problema es que la preparación de estos materiales [una mezcla de caucho de flúor e hilos conductores formados por nanotubos de carbono y grafeno] es de momento incompatible con un gran volumen de producción", ha razonado Someya, que ha añadido que están intentando solucionarlo desarrollando un nuevo método de mezcla.  

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Sobre la firma

Beatriz Guillén
Redactora de EL PAÍS en México. Trabaja en la mesa digital y suele cubrir temas sociales. Antes estaba en la sección de Materia, especializada en temas de Tecnología. Es graduada en Periodismo por la Universidad de Valencia y Máster de Periodismo en EL PAÍS. Vive en Ciudad de México.

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