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¿Puede una crema sustituir ocho horas de sueño?

Una vez demostrada la relación entre la falta de sueño y el envejecimiento, la industria cosmética busca regenerar la piel de quienes duermen poco

Si no dormimos bien envejecemos más, y esto no es una cuestión de marketing. Lo confirma un estudio publicado por la Academia Americana de las Ciencias que afirma que “descansar menos de seis horas diarias durante una semana puede alterar hasta 700 genes”. A la vista está que tras una noche en vela nos despertamos peor que de costumbre, con ojeras, piel sin brillo, hinchazón facial, exceso de grasa en unas partes del rostro y de sequedad en otras... Y es que durante la noche “la piel está más receptiva y absorbe mejor los activos que aplicamos sobre ella”, apunta la doctora Aurora Guerra, jefa de Dermatología del Hospital 12 de Octubre de Madrid.

“Si no dormimos correctamente disminuye la síntesis de proteínas y se altera la producción de hormonas (sexuales, del tiroides, del crecimiento...), lo que provocará una ralentización de la regeneración de piel, cabello y uñas”, añade.

El insomnio provoca arrugas

Una deficiente calidad del sueño acelera los signos del envejecimiento y debilita la capacidad de la piel de repararse de las agresiones externas durante la noche

Por su parte, la red de hospitales universitarios Case Medical Center, de Cleveland (Ohio), a petición de la firma cosmética Estée Lauder, realizó un estudio con 60 mujeres de entre 30 y 49 años divididas en dos grupos: las que tenían un sueño de calidad y las que no dormían lo suficiente. Las segundas mostraron líneas finas en el rostro, pigmentación irregular y disminución de la elasticidad. Además, se recuperaron peor de agresiones tales como las quemaduras de sol y su piel se mostraba deshidratada. Las conclusiones de esta investigación pusieron de manifiesto, de una forma empírica, que “una deficiente calidad del sueño acelera los signos del envejecimiento y debilita la capacidad de la piel de repararse de las agresiones externas durante la noche”. Elma Baron, profesora de Dermatología en la Universidad Case Western Reserve en Cleveland, y directora del estudio, afirmó, tras conocer las conclusiones, que no dormir se ha convertido en una epidemia mundial. “Hasta ahora la falta de sueño crónica se había asociado a problemas médicos como la obesidad, diabetes, cáncer o inmunodeficiencia, pero nadie hablaba de sus efectos sobre la piel”, evidenció.

Teniendo en cuenta que solo en España, según la Sociedad Española de Neurología (SEN), cuatro millones de personas padecen insomnio crónico (y un 30% de la población tiene problemas transitorios para dormir por estrés o ansiedad), las casas cosméticas se han puesto manos a la obra para ayudar a quienes no pegan ojo con nuevos planteamientos sobre la cosmética de noche. Si hay personas que duermen mal, ahora se afanan en buscar fórmulas que lo den todo durante el corto periodo en el que sí descansan. Y si por la mañana el aspecto del rostro es abotargado, investigan fórmulas que vayan más allá de la crema nutritiva y rica y reduzcan la hinchazón.

Los nuevos datos han dado lugar a productos centrados en reparar los daños del día aprovechando los ritmos circadianos, ya que la piel, cuando descansa, se recupera de forma natural. Según investigaciones llevadas a cabo por la firma Lancôme, hay unas horas doradas durante la noche en las que las células cutáneas trabajan a pleno rendimiento: entre las 23 horas y las 2 de la madrugada. El problema es que las personas con trastornos del sueño pueden no estar durmiendo en ese periodo de tiempo, y por eso las firmas cosméticas lo que hacen es trabajar con activos que imiten esa óptima regeneración celular, sea la hora que sea. Según la doctora Guerra, "un sueño reparador no consiste en que toda la población duerma ocho horas sistemáticamente y además a la vez. Se trata de que cada uno encuentre el tiempo que necesita y tenga presente su edad y su biología”.

Ingredientes que funcionan

Echando un vistazo a los nuevos cosméticos nocturnos, los ingredientes que no faltan son fundamentalmente tres: ácido hialurónico, porque es altamente hidratante y acelera el proceso de reconstrucción de la piel; antioxidantes (como la vitamina C), porque ayudan a neutralizar los radicales libres generados durante la jornada; y el retinol, un derivado de la vitamina A que uniformiza y alisa arrugas. Concretamente, este último “es de aplicación claramente nocturna, porque necesita estar cuatro horas en la piel, sin retirarse, para ser efectivo”, cuenta José Vicente Lajo Plaza, experto en medicina y cirugía cosmética. “Estos tres ingredientes mencionados son principios activos con una eficacia altamente demostrada en cosmética. Hay otros que aparecen con frecuencia en las cremas de noche, como los aceites relajantes de melisa o lavanda, o los regenerantes como el de rosa mosqueta. Se trata de activos complementarios y su acción no ha sido documentada científicamente”, explica Elena Gómez, profesora de Dermatología de la Universidad Complutense de Madrid.

La textura es lo de menos

De la convicción inquebrantable de que las cremas debían ser densas para ser buenas, se ha pasado a apostar por texturas ligeras (tipo gel acuoso)

En cuanto a la textura de las cremas de noche, también se ha dado un giro radical a tenor de las novedades recientes. De la convicción inquebrantable de que debían ser densas para ser buenas, se ha pasado a apostar por texturas ligeras (tipo gel acuoso) bajo la promesa de que despertaremos con un aspecto fresco y descansado y de que los ingredientes se vehiculizan mejor. Así se presentan las recién llegadas de Corea, sleeping mask, unas livianas mascarillas que se aplican con un masaje, dejan un acabado invisible, tipo film (no blanquecino como las tradicionales), y se retiran a la mañana siguiente. Igual textura tienen las sleeping creams, con un acabado a medio camino entre el gel y la crema, y que vienen aderezadas con aromas relajantes. Las primeras tienen una mayor concentración de ingredientes y no son de uso diario. 

Pero la realidad es, según los expertos, que la textura es lo de menos. “Lo esencial es la composición y no es relevante el excipiente (la base sobre la que se formula). Las cremas nutritivas se diferencian del resto en que su excipiente es graso y eso es bueno para las pieles desnutridas, pero su efectividad antiedad no dependerá nunca de él”, afirma Aurora Guerra. Lo mismo está ocurriendo con la cosmética para el contorno de los ojos: de fórmulas más pesadas presentadas en tarro, los laboratorios están pasando a otras en gel que vienen en tubo. Como apunta el doctor Lajo, “mientras dormimos, al estar tumbados, dificultamos el drenaje ocular, por lo que si solemos retener líquidos y sufrir ojeras deberíamos decantarnos por una galénica más liviana y refrescante”.

¿Y qué será lo próximo dentro de la cosmética noctámbula? ¿Hacia dónde van las futuras investigaciones? La doctora Baron, del Case Medical Center, cuenta que “el siguiente paso, en el que ya se está trabajando, es determinar los mecanismos fisiológicos que se ven alterados por la falta de sueño o por un sueño de mala calidad. Esto afecta a procesos más complejos que las consecuencias inmediatas de un déficit de sueño que se han mencionado. Por ejemplo, si dormimos mal, ¿tendremos más inflamación después de tomar el sol o más alteraciones de la barrera epidérmica? ¿y qué mecanismos moleculares serán los culpables?”. Los laboratorios, sin duda, tomarán nota de las fórmulas que minimicen estos daños de forma específica, casi a la carta. Para que la piel de las personas que tienen un mal sueño no envejezca antes que las que duermen como angelotes.

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