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RED DE EXPERTOS PLANETA FUTURO
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Los adolescentes ya no son invisibles

Alrededor de 1.200 millones de personas están en esta etapa de la vida Sus problemas han pasado a formar parte de la agenda de desarrollo

Estudiantes de la Escuela Primaria de Aberdeen, en Freetown (Sierra Leona).
Estudiantes de la Escuela Primaria de Aberdeen, en Freetown (Sierra Leona).Dominic Chavez (World Bank)

Los adolescentes son aproximadamente 1.200 millones, están distribuidos de manera similar por sexo y representan el 18% de la población global. Este grupo se concentra (88%) en los países de rentas medias y bajas. Aunque según la Convención de Derechos del Niño cualquier ser humano menor de 18 años es un niño, en muchas regiones se vulneran sus derechos sistemáticamente y, en situación de total desprotección, son forzados a adoptar precozmente comportamientos y roles de adultos, privándoles de una etapa clave en su desarrollo y, en muchos casos, condicionando el resto de sus vidas.

Se ha considerado la adolescencia como un periodo de la vida en el que disfruta de buena salud. Esa percepción sumada a la escasa voz política de los adolescentes frente a otros grupos ha hecho que sean históricamente marginados en la agenda de desarrollo y salud global. Aunque su mortalidad puede considerarse baja, 1,5 millones de adolescentes mueren cada año por causas prevenibles o evitables, como los accidentes de tráfico, el VIH, el suicidio, enfermedades respiratorias y la violencia interpersonal. Son datos que ponen de relieve que son un grupo con necesidades específicas. Por otra parte, la mayor parte de los determinantes de su salud están fuera del sector salud. Lo cual añade complejidad y demanda una mayor coordinación entre sectores, hasta ahora muy marginal, pero necesaria para avanzar.

Sin minimizar aspectos que afectan en mayor proporción a los chicos adolescentes (violencia, accidentes de tráfico, trabajo infantil…), el impacto que cuestiones que afectan a las chicas (como el matrimonio infantil y el embarazo adolescente) han tenido en la no consecución de los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) no ha sido reconocido ni por los gobiernos de los países de rentas medias y bajas, ni por los demás actores involucrados.

Ello es especialmente evidente en el caso del ODM5 (mejorar la salud materna), el más rezagado de todos. Se estima que las adolescentes contribuyen en 70.000 al total de muertes maternas, siendo las muertes por causas relacionadas con el embarazo y el parto la segunda causa de muerte para el grupo de niñas de 15-19 años en cómputo global. Al mismo tiempo, los datos nos indican que las adolescentes, especialmente las no casadas, son el grupo de edad con menor acceso a contracepción.

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A su vez, el embarazo adolescente tiene graves consecuencias sociales: limita la posibilidad de continuar la educación, con el consiguiente impacto negativo en el nivel de ingreso y en la autonomía personal de las madres adolescentes, lo cual repercute a su vez en la salud y en el nivel educativo de sus hijos. Finalmente, también pone a las adolescentes en mayor riesgo de contraer Infecciones de Transmisión Sexual y VIH .

Sin embargo, siendo el matrimonio precoz y el embarazo adolescente factores tan determinantes de subdesarrollo, cuando analizamos las tendencias de los últimos años las conclusiones son desalentadoras: los progresos en todas las regiones han sido escasos y lentos. Más de 60 países tienen prevalencias de matrimonio infantil o forzado del 20% o superiores que se han mantenido constantes en la última década. Y los niveles de embarazo adolescente también se han mantenido estables desde los años noventa.

Las inequidades en salud, es decir, las diferencias injustas y evitables en salud, tampoco son ajenas a este grupo de población. Entre las adolescentes se producen grandes variaciones motivadas por las diferencias socioeconómicas, de género, étnicas o geográficas. Un ejemplo: la tasa de fertilidad adolescente, es decir, la cantidad de nacimientos por cada 1.000 mujeres entre 15 y 19 años de edad oscila entre 1 y 299, según los países). Donde no hay oscilaciones es en las tendencias, que son siempre las mismas: son predominantemente las adolescentes del medio rural, sin educación o con los niveles más bajos y de los quintiles más pobres las más afectadas por el embarazo adolescente, frente a las del ámbito urbano, con educación secundaria o superior o en los quintiles más ricos de la población.

¿Qué podemos esperar en esta nueva etapa?

Los adolescentes han logrado por primera vez visibilidad y un espacio propio en la Agenda de Desarrollo Sostenible adoptada en septiembre. La A se ha colado en los acrónimos y en las principales estrategias. Han sido reconocidos como un grupo con riesgos, derechos y necesidades específicas. Por fin una meta recoge la eliminación del matrimonio infantil, forzado o precoz. Es un marco mejor desde el que abogar por una mayor asignación de recursos y por el diseño de políticas y programas con un enfoque de derechos humanos, proigualdad y con mayor integración entre sectores. Por otro lado, si bien hay un único objetivo específico de salud (ODS3), la mayoría de los demás objetivos están estrechamente relacionados con ella (ODS1: Reducción de la pobreza y protección social, ODS2: Seguridad alimentaria y nutrición, ODS4: Educación, ODS5: Salud y derechos sexuales y reproductivos, violencia sexual, matrimonio infantil, mutilación genital femenina, ODS8: Crecimiento económico, o el ODS10: Reducción de la desigualdad).

En todo caso, abordar las necesidades de la quinta parte de la población de los países en desarrollo, que contribuye al 35% de la carga de enfermedad global, es un requisito indispensable para un verdadero desarrollo sostenible. De confirmarse, sería la mejor forma de resarcir por esta omisión histórica a los adolescentes actuales que nacieron precisamente en torno a la declaración de los ODM en el año 2000 y a las generaciones siguientes.

Anna Lucas es coordinadora de la Iniciativa de Salud Materna, Infantil y Reproductiva del Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal).

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