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Tentaciones
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Los Madelman lo pueden todo

Incluso seguir con vida o experimentar nuevas mutaciones. Hablamos con varios fans que mantienen viva la llama madelmaniana

Sergio C. Fanjul

Con porte atlético, peinado impecable, cutis perfecto y 17 centímetros (de altura), los Madelman podrían ser el yerno perfecto de España: un modelo en el que reconocernos y al que seguir. Sin embargo, los Madelman están de capa caída. Hace tiempo que dejaron de fabricarse y los niños ya tienen otros juguetes (electrónicos o no) más sofisticados con los que jugar. Aunque un puñado de irreductibles adultos continúan empeñados en reivindicar los muñecos con los que jugaban en su infancia. Porque, como decía su lema: "Los Madelman lo puede todo".

Uno de estos adultos es Jon Díez de Ulzurrun, informático vasco de 39 años, que acaba de lanzar su Diario de los Madelmanes (Txuflash Ediciones) una obra monumental (464 páginas) profusamente ilustrada, que ha realizado con la inestimable ayuda de otros coleccionistas donde trata de recopilar toda la información disponible sobre estos muñecos. "Retomé la afición a los Madelman, con los que había jugado de niño, en el año 2000", explica, "luego, en 2011 vi que se estaban lanzando libros sobre Geyper Man, Scalextric o la muñeca Nancy y me animé. Tardé cinco años en completar la obra". En la guía se da cuenta de las diferentes generaciones de Madelman, hasta tres, de las series fabricadas en México, y de otra parafernalia como anuncios en prensa, folletos y hasta curiosidades sobre las fábricas de donde salían este ejército de plástico.

Aunque se podría pensar que Madelman es un nombre inglés, en realidad tiene una raíz muy ibérica: viene de Manufacturas Delgado (de ahí el Madel), la empresa que los fabricaba siguiendo los diseños que aportaba otra: Exin, artífice de otros éxitos como Exin Castillos o Super Cinexin. Inspirados por él éxito al otro lado del charco de los G.I. Joe, comenzaron a fabricarlos entre 1968 y 1983, cuando los Madelman dejaron de poderlo todo y perdieron el combate comercial contra adversarios como los clics de Playmobil, más baratos y manejables (los Madelman eran un juguete caro para la época). Eso sí, eran tan polifacéticos que se bandearían bien en épocas como la nuestra en las que el paro campa a sus anchas: los había militares, buzos, marineros, legionarios, piratas, esquimales, mineros o astronautas, como se puede comprobar en otra obra pionera y de referencia online y gratuita: la Enciclopedia Madelman de José María Padilla.

Padilla roza los 50 y es uno de los mayores coleccionistas de Madelman de España. "Entre sueltos y con caja tengo exactamente 178, lo sé porque tengo perfectamente clasificada la colección. No tengo más porque mi intención no ha sido nunca acaparar sino tener una pieza de cada uno", cuenta. Sus favoritos son los equipos básicos de la primera etapa o generación, sobre todo el hombre rana y, en segundo lugar, el super-equipo estación polar. ¿Porqué? "Bueno, por que nunca se olvidan los regalos que te hicieron los Reyes Magos con cinco o seis años", dice. Según cálculos del propio Padilla en España debe de haber alrededor de 350 coleccionistas que valoran las piezas según tres escalas: primero por su estado (roto, jugado, nuevo, incompleto, completo...), luego por su condición (suelto o en caja) y por último por su grado de dificultad.

El tráfico de las piezas más interesantes suele hacerse entre coleccionistas y pocas veces llega al mercado abierto, véase Internet o ferias, según explica Padilla. Aunque no hay que desesperar: a veces pueden aparecer cosas interesantes en un domicilio particular o una vieja tienda de juguetes. "El juguete siempre ha sido algo que se olvida con la llegada de la adolescencia y los padres desechan o ceden a parientes más pequeños, con lo que no es fácil que un juguete usado sobreviva muchos años. Las películas de Toy Story hacen un retrato perfecto de esto y del coleccionismo especulativo", explica el enciclopedista.

Luego hay quien personaliza sus Madelman, como es el caso José Torralba, ingeniero informático de 41 primaveras, que muestra sus piezas en el blog Jettcustom. Así nacen Madelman nunca vistos, como un legionario romano de la guerras de Dacia, un sargento de la caballería estadounidense o un soldado británico de la Primera Guerra Mundial. "Mi afición está entre el coleccionismo puro y el modelismo", dice, "esta tarea requiere documentación de diversas fuentes para diseñar el atuendo de los muñecos y luego las técnicas manuales necesarias y la utilización de diferentes materiales. Vaya, que hay que ser un poco artista".

Torralba comenzó a enredar con los Madelaman cuando tuvo hijos, por aquello de que conociesen los juguetes con los que él mismo jugaba. "A ellos les hace gracia que su padre juegue con muñecos, aunque tampoco los ven como juguetes, por el grado de realismo. Los ven más bien como una obra de arte, una pequeña escultura, y no suelen cogerlos para jugar", explica. ¿Eran mejores los Madelman para fomentar la imaginación de la muchachada que los juguetes actuales? "Aunque ahora haya algunos juguetes tecnológicos (que no todos: siguen los Playmobil, los Lego...) los niños siguen jugando igual: nosotros veíamos una peli del oeste y luego la reproducíamos con los Madelman. Ellos juegan a Angry Birds y luego reproducen la partida con los muñecos de los Angry Birds", dice Torralba.

"Yo creo que los niños ahora están más acostumbrados a que les cuenten toda la historia, a través de una película y los muñecos de esa película o a través de videojuegos que sí, te permiten andar por donde tu quieras, pero que al final te cuentan una sola historia", opina Díez de Ulzurrun, "nosotros nos montábamos unas películas que eran la pera limonera".

¿Si hoy hubiera nuevos Madelman, qué Madelman serían? "En los fallidos intentos de reeditar el Madelman ya se ha visto la tendencia: deportes extremos, profesiones con riesgo y aventura y, sobre todo, lo que más funciona: personajes de película o de series. Madelman era un aventurero anónimo, hoy gustan más los muñecos identificables con un nombre y personalidad de la vida real o de la ficción. Una parte de la desaparición de Madelman también se debió a este hecho", concluye Padilla.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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