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Los Murray quieren ser como los Beckham

Simon Fuller, mánager de Victoria y David, dirige la carrera comercial de la pareja

Andy y Kim Murray.
Andy y Kim Murray.cordon press

Si hace unos pocos años se le hubiera dicho a cualquier británico que a Andy Murray se le consideraría un héroe del deporte nacional, se lo hubiera tomado a broma. Para la opinión pública del país el tenista era poco más que un tirillas eternamente malhumorado y sin carisma, al que había que lavar la boca con lejía después de cada punto perdido. Tampoco ayudaba que su madre Judy le animase con una fiereza poco común en la inexpresiva cultura inglesa. Escocés independentista convencido, durante el Mundial del fútbol de 2006 afirmó —en broma— que animaba a cualquier selección con tal de que no fuera la inglesa, lo que sentó como un tiro al sur de las islas. Uno de los chascarrillos que circulaban con más insistencia apuntaba a que si ganaba, Murray era considerado británico; pero si perdía era escocés. Los aficionados le tenían tanta ojeriza que en los enfrentamientos con Roger Federer, lo más probable es que apoyasen al suizo. Así de crudo lo llevaba el tenista.

El sufrimiento de Kim Murray mientras observa uno de los partidos de su marido en Wimbledon.
El sufrimiento de Kim Murray mientras observa uno de los partidos de su marido en Wimbledon.KARWAI TANG (WIREIMAGE)

La percepción de Murray ha dado un giro de 180 grados. Durante los Juegos de Londres se llevó el oro y en 2013 ganó Wimbledon, el primer británico que lo lograba en casa en más de siete décadas. La reina Isabel le felicitó y el primer ministro David Cameron describió la victoria como un día maravilloso para Gran Bretaña. Ni que decir tiene que en ese momento Murray era simplemente británico. Los trofeos ayudaron, sí, pero existen otros factores que empujaron a este deportista de 28 años a meterse al público en el bolsillo. Judy se propuso suavizar su imagen, firmó por una empresa de relaciones públicas y hasta participó en la versión de la BBC de Mira quien baila. Pero Murray seguiría siendo ese chico insolente y deslenguado si no fuera por dos personas: su mánager Simon Fuller y su mujer Kim Sears. Es por ellos que hoy Murray posa para Hello! y la prensa anuncia al matrimonio como los nuevos Beckham. No es casualidad que Fuller sea el representante de Victoria Beckham desde las Spice Girls y que también lleve la lucrativa imagen de David. El millonario y publicista tomó como cliente al deportista en 2008 y en 2013 ambos fundaron la empresa 77, bautizada en referencia a los años que pasaron hasta que un británico ganó Wimbledon. Fuller dio los pasos necesarios para impulsar la marca Murray. Gestionó un documental de la BBC donde el tenista se emocionaba recordando la masacre en su ciudad natal Dublane en 1996, en la que murieron 16 de sus compañeros de escuela. También ayudó a negociar el contrato por 21 millones con la marca estadounidense Under Armour que esponsoriza al número tres del mundo.

Andy Murray y su entonces novia Kim Sears cuando el tenista recibió al medalla del imperio británico, en octubre de 2013.
Andy Murray y su entonces novia Kim Sears cuando el tenista recibió al medalla del imperio británico, en octubre de 2013.cordon press

Kim Sears, la esposa del tenista desde el pasado abril, es tanto o más importante que el mánager. La pareja se conoció en 2005, y a golpe de sonrisas y pelazo, esta artista licenciada en Literatura es la mujer que ha conseguido dulcificar la reputación de Murray y de paso sanear sus cuentas bancarias. El Daily Mail calcula que la boda con Sears hará que su marido incremente su fortuna en un 30%. Poco importa que se le escapase una serie de palabras malsonantes para celebrar una victoria de su pareja frente a Thomas Berdych. Con su imitado estilo pulcro es algo así como una Kate Middleton de las gradas. Sears ha expresado su deseo de buscar un trabajo pero por ahora se dedica a acompañar a Murray. Amante de los animales y del campo, anima a su casero marido a ir a fiestas y desfiles de firmas como Burberry. Por su parte, Murray la cita en las entrevistas para demostrar que aunque apoye la independencia escocesa, su odio a los ingleses es infundado. Al fin y al cabo se ha casado con una.

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