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Quijote, un telescopio para el Nobel

Se inaugura en Tenerife el experimento con el que científicos españoles quieren captar el primer eco del Big Bang

Instalación de los telescopios del proyecto Quijote en el Observatorio del Teide.

Estos días, en Tenerife, hay un puñado de españoles empeñados en lograr un descubrimiento digno de un Nobel. Lo hacen con un presupuesto magro y atacan uno de los mayores enigmas del universo por un flanco en el que están solos. Su gran apuesta se llama Quijote, un observatorio con dos telescopios de 2,5 metros de diámetro que domina la isla de Tenerife desde Observatorio del Teide, a más de 2.300 metros de altura. Está previsto que el Rey Felipe VI inaugure hoy este y otros seis telescopios robóticos.

“Este tipo de instrumentos te ofrecen grandes ventajas, yo a las nueve acuesto a mis hijas y a las diez puedo estar buscando asteroides que podrían aniquilar una ciudad entera”, explicaba hace unos días Miquel Serra, administrador del observatorio. Cinco días antes de la inauguración, este científico y gestor prepara todo para la visita del monarca. Hay un nuevo telescopio ruso ya perfectamente instalado y en frente una plataforma de cemento vacía en la que debería instalarse un telescopio de Qatar. También hay dos instrumentos estadounidenses y otro liderado por el Observatorio Astronómico de Mallorca para cazar asteroides que por su tamaño se llaman city-killers, asesinos de ciudades.

El Quijote también es un observatorio robótico, aunque apunta a algo infinitamente más lejano. Uno de sus dos radiotelescopios comenzó a barrer el cielo en 2012. El segundo comenzará a funcionar ahora. Su objetivo es captar señales conocidas como ondas gravitacionales primordiales, surgidas menos de un segundo después del Big Bang, hace 13.700 millones de años. Captarlas sería la comprobación de que el universo recién nacido vivió un periodo de inflación en el que su tamaño se multiplicó millones de veces en fracciones de segundo. Se trata de un fenómeno clave para que un universo sin luz ni materia pudiese evolucionar hasta formar estrellas, galaxias y planetas como la Tierra donde la vida es posible. Demostrar la existencia de ese eco lejano se considera, además, un pasaporte directo al Premio Nobel de Física, que sería el primero en el caso de España.

Se acaba la financiación

En el experimento de Tenerife participan el IAC, el Instituto de Física de Cantabria, la Universidad de Cantabria, la empresa Idom que ha construido los telescopios. También colaboran el Observatorio Jodrell Bank de la Universidad de Manchester (Reino Unido) y el Cavendish Laboratory de la Universidad de Cambridge. El 90% del experimento es español. Está previsto que capte datos durante 10 años, aumentando periódicamente el umbral de intensidad de la señal que puede captar.

Uno de sus problemas actuales es la financiación. Su presupuesto total ha sido de seis millones de euros, explica Rebolo. La mayor parte -cuatro millones de euros- vino del programa Consolider en 2007. Ese programa se termina este mismo año , lo que obligará a reducir el personal que trabaja en el experimento. "En total trabajamos aquí 15 científicos y 15 ingenieros", explica Rebolo. "Una vez acabado el programa [Consolider], si no hay nada equivalente, a partir del próximo año empezamos a perder ingenieros y postdocs", lamenta.

Nos enfrentamos a “grupos muy potentes, con muchos recursos económicos, pero, por ahora, la cuestión está completamente abierta”, explica en su despacho Rafael Rebolo, director del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC) y padre intelectual del experimento. El año pasado, el equipo estadounidense que lidera la caza de estas señales se dio el batacazo de su vida al anunciar, sin pruebas suficientes, que habían encontrado ese primer eco del Big Bang. Otros experimentos demostraron que probablemente el tipo de radiación captada venía del polvo dentro de nuestra galaxia y no de las ondas responsables de la inflación en los orígenes del universo. Por ahora nadie ha conseguido superar ese problema de la contaminación, pero este y muchos otros equipos siguen apostando por llegar a este descubrimiento histórico mediante el mismo método: captar la señal conjunta, descartar el ruido del polvo y ver si queda algún rastro de esas ondas primigenias.

¿Dónde está la meta?

El Quijote encarna otra manera de hacer lo mismo. Mientras el equipo de EE UU, BICEP, y el resto se aproximan a la señal empezando desde arriba y bajando a intensidades de señal cada vez menores, el telescopio de Tenerife parte de intensidades de señal bajas e irá subiendo. Si realmente existen las ondas gravitacionales, ambos equipos las encontrarán.

En el camino de Quijote también se interpone otro tipo de contaminación: la radiación sincrotrón. Se trata de electrones haciendo piruetas debido a los campos magnéticos que acaban enmascarando la señal original de la primera luz del universo, conocida como Radiación Cósmica de Microondas. La gran ventaja, dice Rebolo, es que el comportamiento de los electrones se conoce mucho mejor que el del polvo y, además, es un experimento asequible. “España no tiene la tecnología para hacer un BICEP y queríamos ser absolutamente autosuficientes”, resalta.

En 1992, los investigadores del IAC llegaron solo meses tarde a otro descubrimiento fundamental sobre la composición de esta primera luz del universo, dice Rebolo. Finalmente se les adelantó el equipo del satélite espacial Cobe de la NASA, que desde el punto de vista del presupuesto jugaban en otra liga. Los estadounidenses John Mathers y George Smoot recibieron el Nobel de Física en 2006 por el descubrimiento de la anisotropía del CMB, logrado gracias a ese satélite.

“Ahora nos pasa exactamente igual que en el 92”, explica Rebolo. “Estamos dando vueltas en la pista y no sabemos dónde está la meta. Aquella vez ellos tenían mejor coche y ganaron. Ahora puede pasar igual, pero ninguno sabemos dónde está la meta”, resalta.

Seis observatorios robóticos

El Rey tiene previsto inaugurar hoy otros seis telescopios robóticos de menor tamaño financiados por varios países.

MASTER. Este telescopio ruso que forma parte de una red con otros 10 instrumentos situados en otros puntos. Su objetivo es cubrir todo el cielo una vez al día para descubrir supernovas, exoplanetas o brotes de rayos gamma.

QES. Se trata de un instrumento de Qatar para captar nuevos exoplanetas y que también forma parte de una red con tres nodos, uno en China, otro en Nuevo México y este tercero en Tenerife.

MAGEC. Un telescopio para la detección de asteroides potencialmente peligrosos que pertenece al Observatorio Astronómico de Mallorca. En 2012 sus responsables descubrieron el DA14, un cuerpo que pasó muy cerca de la Tierra y que había pasado desapercibido a las mayores agencias espaciales del mundo.

AMOS-CI. Eslovaquia usa estos dos telescopios gemelos, uno en Tenerife y otro en La Palma, para detectar asteroides y otros meteoros.

LCOGT. Parte de la Red de Telescopios Las Cumbres de EE UU, con fines científicos y de ciencia ciudadana. Tenía ya observatorios similares en EE UU, Chile, Suráfrica y Australia.

SLOOH . Son dos telescopios de EE UU situados en el Observatorio del Teide desde 2004. Pertenecen a la Telescope Society (EE UU) y están abiertos al uso público a través de internet.

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