Cartas al director

Avaricia insaciable

El dinero no da la felicidad pero calma mucho los nervios, dice Woody Allen. Estamos asistiendo a una época en la que se están descubriendo los ingresos exagerados que percibían una serie de personajes que, mientras reducían los salarios de sus empleados, o de toda la ciudadanía, ellos se aplicaban cantidades sin atenerse a control ninguno. Por otro lado, se lee que en los mercados hay excesiva liquidez y no se sabe en qué invertir. Hemos comprobado a qué nos ha abocado este exceso de liquidez y la falta de control existente.

En la época opulenta, hasta el PSOE se negó a subir el impues...

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El dinero no da la felicidad pero calma mucho los nervios, dice Woody Allen. Estamos asistiendo a una época en la que se están descubriendo los ingresos exagerados que percibían una serie de personajes que, mientras reducían los salarios de sus empleados, o de toda la ciudadanía, ellos se aplicaban cantidades sin atenerse a control ninguno. Por otro lado, se lee que en los mercados hay excesiva liquidez y no se sabe en qué invertir. Hemos comprobado a qué nos ha abocado este exceso de liquidez y la falta de control existente.

En la época opulenta, hasta el PSOE se negó a subir el impuesto a los muy ricos. Así que parece que hay suficiente dinero para que pueda calmar más nervios de los que en la actualidad calma, y evitar esta bacanal de avaricia a la que, perplejos, asistimos. Hace falta una mejor distribución de la riqueza y mayores impuestos a las grandes empresas y fortunas. Y entonces, Woody Allen habría tenido razón.— Joaquín Gismero Bris.

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