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¡Maldita cultura patriarcal!

Póster de Guerrilla Girls
Póster de Guerrilla Girls

Si existe la responsabilidad social de las empresas, existe también la responsabilidad social de las empresas culturales y, por extensión, de todas lasinstituciones y organismos que programan cultura, en especial si lo hacen desde el ámbito de lo público. Aunque la realidadestá lejos de confirmarlo.Estrella de Diego, en el especial Mujeres de El País Semanal (30 de noviembre), confeccionado al hilo del día contra la violencia de género, escribía: “Pese a todo, pese al camino recorrido en las salas de los museos, pese al enorme impacto de las artistas hoy, el techo de cristal está ahí, apabullante: ¿cuántos directores de grandes museos son mujeres? Muy pocos”. Mientras en esas mismas páginas, con la misma transparencia, Laura Freixas afirmaba: “La realidad cambia, pero la cultura nos la devuelve convertida en los estereotipos de siempre”.

En la misma línea el magazine Yo Dona que El Mundo dedicó por esa misma razón (29 de noviembre) a ese 51% de la población que somos las mujeres, hablaba con cifras del lugar que ocupamos en la sociedad. “Mucho ruido y pocas nueces”, rezaba uno de los artículos. En la cultura, de hecho, a veces ni siquiera hay ruido, sino un ominoso silencio apenas roto por el frufrú de algunas faldas que pasaban por allí, como si nadie las hubiera invitado: mujeres que ocupan en solitario las mesas redondas, los jurados, los altos cargos de responsabilidad de la gestión cultural, la lista de premiados…

Y es que, aunque haya quien no quiera verlo, sobre las creadoras y las agentes de la cultura (en proceso ascendente en número pero no en ocupación del espacio público, y mucho menos de los puestos de máxima responsabilidad), aún se cierne la sombra pertinaz de la todopoderosa presencia masculina, empeñada en seguir repartiéndose el pastel (y el papel y el metraje de las películas y los minutos de televisión) como si el creciente e imparable impulso femenino no fuera con ellos.

No hablamos aquí de los consejos de administración de las empresas del Ibex (donde las mujeres brillan por su ausencia), ni de los parlamentos donde se hacen las leyes (donde su presencia ha dado un vuelco radical durante las últimas décadas), ni tampoco del imparable proceso ascendente que ha llevado a las mujeres a ocupar en años recientes el mundo de la sanidad, aunque los grandes cargos los sigan ocupando ellos (miles de batas blancas que han feminizado el sector, pero que aún no han logrado transformar sus mecanismos de selección).

Nos referimos a esos muchos ámbitos de la cultura que van de las artes plásticas a la literatura, pasando por la música, la danza, el teatro, el cine… ¿Quién hace la cultura? Pues en un tanto por ciento aún elevadísimo, ellos. ¿Y quién consume la cultura? Pues a decir de las cifras, algo más ellas que ellos: leen por ejemplo un 64,1% de las mujeres frente a un 54% de hombres y el Laboratorio Permanente de Público de Museos, en su estudio Conociendo a nuestros visitantes, constata que un 52,6% de los visitantes de nuestros museos son mujeres. Algo menos que las que visitan el parisino Pompidou, que fueron en 2012 un 56%.

Esos son los síntomas de la verdadera enfermedad de la cultura (que no es ni de lejos la coyuntural y desastrosa subida del IVA, que la considera producto de lujo, ni la acuciante crisis, que la lastra como una losa). Y son las cifras de la desigualdad las que nos devuelven en el espejo el verdadero rostro de la cultura, su parcialidad, su enquistamiento y su desarraigorespecto dela realidad. Lamentablemente la llamada industria cultural carece hasta la fecha de documentación en este campo, aunque las asociaciones de mujeres y otros entes similares periódicamente denuncian infrarrepresentaciones y agravios, que tienen por objeto poner el dedo en la llaga e invitar a tomar medidas de corrección.

Cifras y datos en este campo son siempre bienvenidos y sí los ofrece el proyecto “Mujeres y hombres en la industria cultural española (literatura y artes visuales)”, a cargo de un grupo multidisciplinar de profesionales y destinado, en el campo de la investigación social aplicada, a visibilizar y sensibilizar acerca de la desigualdad entre hombres y mujeres.Susresultados se presentaron en la Biblioteca Nacional de España los días 9 y 10 de diciembre en el seminario del mismo nombre, incluyendo la aportación decifras objetivas que confirman que se siguen otorgando certificados de prestigio cultural en mayor medida a hombres que a mujeres. Y que, cómo no, evidencian la existencia de redes homosociales en las que los hombres demuestran sentirse más cómodos entre sus pares, razón por la cual acaban beneficiando a los suyos, en perjuicio de profesionales femeninas con las mismas o superiores competencias. De ahí que, por ejemplo, los jurados formados por hombres difícilmente premien a mujeres, mientras la cosa cambia cuando la composición de los jurados está más repartida.

En el seminario de presentación del proyecto afloraron realidades tan paradójicas como que lamayoría de las más de cienempresas culturales entrevistadas parala ocasióncreen en un elevado porcentaje que favorecen la igualdad, aunque jamás hayan tomado ni una míseramedida al respecto; o bien que la llamada Ley de Igualdad es puro marketing jurídico, dado que ni se obliga a su aplicación ni se sanciona a quienes no la aplican. También se constataronrealidades tan dolorosas como que en el sector cultural son las mujeres quienes poseen mayor número de contratos temporales o a tiempo parcial; me pregunto si por qué se las considera más prescindibles, porque la conciliación familiar aún no existe ni se la espera en breveo por ambas cosas.

Quienes hemos participado con nuestrasaportaciones enel seminario, y más aún después de haber escuchado a otros expertos y expertas en ámbitos como el derecho, la sociología o la gestion cultural,sabemos que la única salida para desactivar la retroalimentación de esa desigualdad manifiesta tan lesiva en el ámbito de la cultura es que ese pacto entre caballeros que a día de hoy aún la sostiene lo sea pronto entre damas y caballeros. Todos y todas saldremos ganando y, sobre todo, saldrá ganandola cultura.

Mª Ángeles Cabré, escritora y crítica literaria, acaba de publicar Leer y escribir en femenino (Barcelona, Editorial Aresta, 2013). Dirige el Observatorio Cultural de Género (OCG).

Comentarios

Eso es la consecuencia de una cultura arrastrada durante siglos. Pese a ello, las creadoras seguimos ahí y el poder plasmar nuestras percepciones aunque nos falte el reconocimiento, el estar presentes es un avance, y seguramente que la perseverancia y el tiempo, serán los factores necesarios para conseguir la igualdad .
El 75% de los productos vendidos en grandes superficies bajo el epígrafe ocio, entretenimiento, cultura ... son video-juegos consumidos principalmente por hombres que abarcan un espectro de edades que darian mucho que meditar. La mujer, desaparecida, lo considera "como una pérdida de tiempo". Sin embargo, le atraen los video-juegos del tipo "manipulación" de personajes tipo Los Sims. Oido ésta misma mañana en el programa de la cadena SER "Hoy por hoy" y de invitado JJ. Millás con comentarios muy acertados. Busquen el postcast, no tiene desperdicio. Otro mito, descabezado.
Puedo ver la relación entre la violencia de género y la falta del reconocimiento de la mujer, ante algunas personas, pero no veo esa relación con que la mujer ocupe cargos de dirección o jerárquicos, como al parecer, apunta el artículo; la historia va despacio y han sido muchos los siglos en los que el hombre ha decidido el destino de las sociedades, aunque también ha habido alguna mujer por ahí, y esto no se puede cambiar en poco tiempo; ya es un logro bastante grande que en un siglo la mujer ha dado un importante paso para ser reconocida; hay que seguir trabajando y no pensar tanto en ocupar grandes cargos de responsabilidad, como saber el verdadero papel que ocupamos en la sociedad, saber lo que nos importa mantener y todo lo demás puede venir solo, si ha de venir.
En lo biológico lo femenino tiene relación con el origen de la vida animal y por ello prevalece en ella lo intuitivo y lo emocional. Lo masculino, en cambio, tiene relación con la protección física frente a la degradación que causa o pueda causar un adversario (sea individual o colectivo). De aquí, el aspecto animal que subyace en las relaciones entre ambos sexos. El ser humano, en un sentido cultural, surge cuando se establece la relación entre una mujer y un hombre. Luego, el sistema de concubinas alrededor de un gran jefe, en el nivel que sea, carece ya de validez social. Es entonces que la ética, en sentido de grupo familiar, alcanza un mejor nivel. No obstante, hubo en el pasado histórico grandes figuras femeninas relacionadas con el poder político...entre las que destaca la egipcia Cleopatra.
en el importantísimo ámbito de las relaciones sexosentimentales el heteropatriarcado está prácticamente intacto.la cultura del amor asegura la reproducción de los roles mediante la conservación de los valores afectivos del matrimonio burgués.necesitamos un modo de relacionarnos en el que el afecto y el sexo no estén secuestrados por ese monstruo de estupidez que es el amor.en este artículo se retrata:http://www.contraelamor.com/2014/01/juicio-al-amor-primer-testigo-sr-amor-i.html?zx=4abbb2936f983b51

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