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El acento
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Alguien se queda con su cara

La NSA recopila millones de retratos biométricos, gracias, entre otros a las redes sociales, con el pretexto de luchar contra el terrorismo

MARCOS BALFAGÓN

El espionaje y el dinero deben tener algo en común. Hay quienes no tienen bastante nunca con ninguno de los dos. El último dato conocido sobre la Agencia de Seguridad Estadounidense (NSA) es que está almacenando imágenes de rostros de todo el mundo que sus sistemas de detección captan en cualquier lugar al que tienen acceso: bases de datos, correos electrónicos, videoconversaciones a través de Internet. Y puede que incluso —deben aclararlo todavía responsables de la NSA y de las empresas— en redes sociales como Facebook. Ya en 2011 la NSA recopilaba millones de imágenes al día, de las cuales al menos 55.000 eran “de calidad”, es decir, que permiten un reconocimiento facial fiable cruzándolas con otras imágenes de las personas fotografiadas.

Y al igual que esas personas que pasan la vida escudriñando el suelo en busca de monedas —aunque sean de escaso valor— justifican su actitud alegando que una vez encontraron un billete, el espionaje colecciona incansable los rostros de cualquier ciudadano del planeta que aparezca en la red a la caza de terroristas y delincuentes.

La legítima y necesaria lucha contra el terrorismo internacional está presidida por la inevitable pugna entre privacidad y seguridad. El problema es que, al igual que en un imperceptible pero inexorable plano inclinado, la primera ha ido perdiendo terreno ante la segunda. Por ejemplo, semidesnudarse en un aeropuerto y a continuación poner el pasaporte biométrico en una máquina que reconoce nuestra estructura facial ha pasado de novedad a molestia y de esta a rutina. Hoy el ciudadano medio deja constantemente un rastro electrónico en todas sus actividades que le hace localizable casi permanentemente.

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Pero eso no significa que la esfera de privacidad no le pertenezca y que no tenga derechos sobre ella. La Justicia de EE UU así lo reconoce y la NSA se cuida mucho de recolectar imágenes entre los permisos de conducir de los estadounidenses o entre sus correos electrónicos. Pero lo hace, a millones, con los extranjeros. Así que ya lo sabe el lector: si pone su rostro en Internet, la NSA puede quedarse con su cara.

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