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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Vacilar es equivocarse

La baja inflación y el alto desempleo exigen que el BCE tome de una vez medidas excepcionales

No hay duda de que el Banco Central Europeo (BCE) confía mucho en la eficacia de las palabras mágicas como método sustitutivo de la toma de decisiones. Las utilizó con éxito cuando Mario Draghi proclamó la disposición del banco a actuar con todos los medios a su alcance en contra de la presión sobre la deuda italiana. Ayer lo volvió a hacer. Declaró que el consejo estaba unido por si fuese necesario actuar en junio (después de las elecciones europeas) contra el riesgo de baja inflación y de la apreciación elevada del euro. Dicho y hecho. El euro comenzó a bajar (algo que Francia reclamaba de forma insistente) y se da por cierto que en la reunión de junio se adoptarán medidas no convencionales para combatir la deflación y aumentar la liquidez de las empresas.

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El problema es que las decisiones económicas o monetarias no pueden demorarse sin costes. La zona euro debería contar desde hace meses con medidas monetarias excepcionales, similares a las que han adoptado Estados Unidos, Japón y Reino Unido. El tiempo en economía cuenta, porque el estrangulamiento del crédito favorece la destrucción de empleo y el enquistamiento de elevadas tasas de paro juvenil y de larga duración en Europa. En consecuencia, cualquier retraso en bajar los tipos de interés o en flexibilizar la política monetaria entorpece un poco más la vuelta de una recuperación económica robusta y sostenida.

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El tiempo perdido juega también en contra de la eficacia de las medidas que puedan adoptarse. En junio no bastará con reducir el tipo de intervención desde el 0,25% al 0,15%; será necesario bajarlo al 0% para que la acción tenga suficiente contundencia. Y quizá no baste con eliminar el tipo de depósito del BCE, algo que hay que hacer de inmediato para limitar el refugio estéril de dinero bancario en la institución: tendrá que anunciar al menos que se pondrá en marcha un plan de compra de activos. Si tienen que insistir en la guía anticipada, al menos que sea categórico.

Las dudas del BCE no pueden justificarse más. La penosa situación del crédito, la incertidumbre que produce la baja inflación, la amenaza del paro (en toda Europa, pero más en España y Grecia), la inconveniente cotización del euro y el malestar de los europeos son razones más que suficientes para que el banco se decida de una vez a aplicar los remedios monetarios adecuados: tipos a cero, cobrar por los depósitos en el BCE y compra de activos.

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