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punto de observación
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

John Major, la tuvo. Mariano Rajoy, no

La lucha contra la corrupción solo depende de la voluntad política

Soledad Gallego-Díaz

La secretaria de Estado de Cultura británica, Maria Miller, se levantó el pasado jueves en la Cámara de los Comunes y leyó la siguiente declaración: “El Comité de Normas de Conducta (Committee for Standards) ha recomendado que me disculpe ante esta Cámara por mi actitud ante la investigación llevada a cabo por la comisionada, y yo, por supuesto, presento mis sinceras disculpas”. “Acepto plenamente las recomendaciones del comité”, añadió. En concreto, devolverá 5.800 libras esterlinas (7.013 euros).

Maria Miller, miembro del Gobierno conservador de David Cameron, fue investigada por la comisionada para Normas de Conducta, Kathryn Hudson, a solicitud de otro diputado que sospechaba que Miller había justificado indebidamente determinados gastos. La comisionada informó al Comité de Normas de Conducta que la actitud de la secretaria de Estado era muy poco cooperadora y que, en su opinión, había cometido una serie de infracciones del Código de Conducta de Miembros del Parlamento. Finalmente, el comité recomendó a Miller que pidiera disculpas a la Cámara por intentar obstruir la investigación, rechazó una parte de las posibles infracciones y confirmó otras, por lo que le exigió la devolución de esa cantidad. La duda ahora es si Maria Miller, sometida a una gran presión en sus propias filas, presentará su dimisión o intentará continuar en el cargo, con apoyo de Cameron.

La duda ahora es si Maria Miller presentará su dimisión o intentará continuar en el cargo, con apoyo de Cameron
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La comisionada Kathryn Hudson, de 65 años, fue elegida en septiembre de 2012, después de una dura selección. Previamente fue directora de Servicios Sociales en el Gobierno del laborista Gordon Brown. Ocupará su cargo durante cinco años, improrrogables, y no puede ser cesada, salvo circunstancias muy especiales. El actual Código de Conducta de los miembros del Parlamento británico data de 1995, cuando se nombró el primer comisionado. Las tareas de Hudson son: vigilar el Registro de Intereses Financieros de la Cámara, en el que los parlamentarios dan cuenta de su situación económica y financiera; asesorar, confidencialmente, a aquellos diputados que tengan dudas sobre el Código de Conducta; preparar charlas sobre el tema para los nuevos parlamentarios; proponer las modificaciones del código que considere necesarias, y recibir, e investigar, las quejas que presenten los diputados, sometiendo el resultado de su investigación al comité.

La creación de la figura de un comisionado independiente fue una de las consecuencias del llamado informe Nolan, encargado por el entonces primer ministro conservador John Major, a un grupo de expertos, presididos por Lord Nolan, para que fijaran las pautas de conducta ética exigible a todas las personas nombradas para un cargo público, desde parlamentarios y europarlamentarios a miembros del Gobierno, pasando por autoridades locales. Nolan era un juez muy prestigioso, conocido, entre otras cosas, por haber condenado a Kenneth Baker, ministro del Interior de Margaret Thatcher, por negarse a repatriar a un zaireño que había pedido asilo político y que fue expulsado antes de cumplimentar el proceso legal.

Igualmente formó parte de la Corte que anuló la condena de una mujer que había pasado 18 años en la cárcel, acusada, con pruebas inconsistentes, de haber puesto varias bombas en lugares públicos. A su muerte, The Guardian escribió: “Lord Nolan marcó profundamente la vida de este país, limpiando la vida pública de políticos corruptos”.

Nolan dejó escrito que el Congreso, la Cámara de los Comunes, es el corazón de una democracia, “por lo que la conducta que mantengan los diputados es crucial para el bienestar político de la nación”. Su informe, y sus consecuencias, fue crucial para atajar el desprestigio (“sleaze”, dejadez, fue la palabra de moda en aquellos años) que empezaba a sufrir la vida pública británica. Desde entonces, y en aplicación de los principios Nolan, decenas los cargos públicos han sido reprendidos, sancionados y cesados. Y los sondeos indican que los británicos han recuperado, al menos en parte, su confianza en las instituciones. Como sugirió el propio Nolan, para combatir la corrupción bastan unas pocas normas o principios (siete formulo él). Lo que hace falta es voluntad política. John Mayor la tuvo. Mariano Rajoy, no. No merece la pena que pasemos meses, años, dándole vueltas. Es así de simple.

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