Vista acorde con su edad

Me lo dijo el otro día Jeremy Hackett: "Viste acorde con tu edad". No es que quiera resultar pomposo, pero el consejo es útil porque estos días, en un periplo de desfiles que va de Londres a Florencia, y de allí a Milán y París, la industria decide lo que llevaremos el próximo invierno. Así, cuando terminen las pasarelas a finales de mes y lo que quede sea una amalgama inabarcable de tendencias, nos acordaremos del sabio mensaje del diseñador británico.

El problema está en que pocos sabemos ya qué le corresponde a nuestras canas, y los dos días que llevamos de pasarela milanesa han arrojado más preguntas que respuestas. Como la colección que Prada presentó ayer, que era todo un enigma. ¿A quién corresponde la ambigüedad del dandi setentero? ¿Y esa paleta de colores, como delicadamente sacada de un montón de ropa de segunda mano? Por no hablar de las aparatosas zapatillas con plataforma. Miuccia Prada pasa de los 60 años, pero los chicos de anoche no llegaban a los 25. En realidad, su talento para hacernos amar lo que odiábamos hace un momento es suficiente para descartar cualquier otro debate.

Once años después de diseñar su primera colección para Calvin Klein, Italo Zucchelli utiliza su madurez (creativa) para jugar con la nostalgia corporativa en un desfile que ICON ofreció en 'streaming'. Las palabras 'Obsession', 'Escape' y 'Eternity' –nombres de tres perfumes de la casa– decoraban las sudaderas de un desfile que, no obstante, apuntaba a una especie de superfuturo: desafiante, con toques deportivos y militares y proporciones generosas, casi sobredimensionadas. No sabemos qué horquilla de adultos tendría en la cabeza Zucchelli, pero los habitantes de su utopía eran modelos jóvenes, altos, de hombros anchos y gesto imponente. Dense por aludidos si quieren.

La cuestión de qué es apropiado para cada edad es tan connatural a la moda como que está condenada a morir. Pero tiene sus matices. En Florencia, la semana pasada, el primer plato de la feria Pitti era el primer desfile masculino de Diesel Black Gold. Es la gama más alta del fabricante de vaqueros, de modo que la misión de su diseñador, Andreas Melbostad, era traducir las frases más conocidas de la rebeldía juvenil al lenguaje del lujo y no matarla en el intento. Cremalleras, tachuelas, chapas policiales, cuero negro, aires moteros... todo muy pulido, muy brillante y muy bien cortado, pero no tanto como para una sala de reuniones (menos mal).

¿Y Hackett? Él, que lleva treinta años diseñando ropa adulta y que en el momento de la revelación, la semana pasada en Londres, iba vestido con un blazer azul de aire vivido, corbata de punto y pantalón gris poco menos que perfecto, debería estar por encima de estas disquisiciones. Pero el guardián de las esencias del estilo inglés no pretende vestirnos a todos con su chaqueta azul. El pasado martes, un regimiento de modelos de varias edades paseó una colección con discretos guiños al colorido estilo de los 60, a la ropa deportiva e incluso a una de las claves de la temporada: el traje con camisa del mismo tono. La marca favorita de los padres, y de las madres para sus niños, ahora quiere seducir también a los hijos que ya saben vestirse solos. Esta es la única tendencia que no entiende de capitales.