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Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí
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Oxidación o cómo cambiar las reglas del juego económico

Por Miguel Yasuyuki Hirota, experto en monedas sociales

Ya estamos muy acostumbrados a vivir en este sistema económico actual en el que recibimos interés por nuestro ahorro en la banca y que pagamos tasas de interés además del principal cuando tomamos créditos. Solemos también condenar a aquellos que no consiguen pagar el interés cuando piden un préstamo, aunque consigan devolver el principal. Pero pregunto: ¿Es este sistema monetario sostenible?

Margrit Kennedy, arquitecta alemana, escribió un maravilloso libro Dinero sin inflación ni tasas de interés en que explica varios problemas inherentes de nuestro sistema monetario, que se basa en cobrar tasas de interés a los prestatarios.

  1. Las tasas de interés compuesto obligan a un crecimiento exponencial (1, 2, 4, 8, 16, 32, 64…) como el cáncer. 
  2. Pagamos las tasas de interés en cada producto y/o servicio que compramos (según Kennedy, las tasas de interés ocupan el 12% del costo de recolección de residuos, el 38% del costo del agua potable, el 47% del costo de canalización sanitaria y el 77% de costo del alojamiento social).
  3. Se redistribuye nuestra riqueza a favor del 10% de los ricos en detrimento del resto de la población. ¿Cómo es posible que el Estado, que debería servir a todos sus ciudadanos indiscriminadamente, enriquece a sus acreedores con los pagos de bonos nacionales mientras que empobrece el resto de la población al cobrar cada vez más impuestos?

Merece la pena destacar que las tres religiones abrahámicas prohíben las tasas de interés (“usura” en latín y “riba” en árabe: véase Éxodo, 22:25, Levítico, 25:36 y 25:37 y Dutoronomio, 23:19 del Viejo Testamento y 2:275, 2:276, 2:278, 3:130, 4:161 y 30:39 del Corán).

¿Pero cómo podemos tener otro sistema monetario sin tasas de interés? Quisiera presentaros un economista autodidacta que sugirió una reforma monetaria interesantísima: Silvio Gesell (1862 – 1930), un empresario alemán que hizo fortuna en Buenos Aires. Él se dio cuenta de la importancia de estudiar el sistema monetario y en 1916 publicó su obra maestra El Orden Económico Natural en que presentó su propuesta de moneda oxidable. El Chiemgauer, del que hablé en este blog en octubre, es un caso de moneda oxidable que permite préstamos sin tasas de interés (Véase aquí un artículo en alemán para más información) gracias a la oxidación, pero hay otra experiencia también interesante de moneda oxidable.

Wörgl es un pueblo austríaco cuyo alcalde introdujo una moneda municipal entre 1932 y 1933: el ayuntamiento emitió “certificados laborales”, respaldados con chelín austríaco, que obligaba a que sus portadores pegasen el 1% de sello cada mes. Como nadie quiso guardarlo en su casa, se circuló este medio de intercambio con tanta velocidad que se recuperó la economía de forma sorprendente: ¡Sólo tres días después de la primera emisión de 1.000 chelines, el ayuntamiento ingresó 5.100 chelines de impuestos morosos! Con esta moneda se recuperó la economía local tanto que se realizaron varias obras públicas pendientes y también muchas personas, después de satisfacer sus necesidades, ¡quisieron adelantar el pago de sus impuestos! A ver si a los políticos españoles les interesa implementar una moneda que ayude a que la gente pague impuestos voluntariamente. Por desgracia, esta iniciativa fue prohibida por el Banco Central de Austria un año después, pero aún hoy en día podemos ver recuerdos de la época en el Museo Municipal.

Hoy en día Christian Gelleri, fundador del Chiemgauer, propone la implementación de su modelo para las economías del Sur de Europa. Os valdrá la pena estudiar esta posibilidad si realmente queréis salir de la crisis.

Fotografía de apertura: Imagen de un certificado laboral de un chelín, con espacios para colocar sellos cada mes.

P.D. (08/01/2014): Margrit Kennedy, quien me aportó muchas inspiraciones, falleció el 28/12/2013 de cáncer. Que en paz descanse.

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