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El tripartito logra desencallar la Ley de Veguerías

La polémica división territorial está lista para que la apruebe el Gobierno

Cuatro semanas después de que el Gobierno catalán admitiera que no había suficiente consenso político y territorial para aprobar la Ley de Veguerías, que establece una nueva división territorial en siete áreas en vez de las cuatro provincias actuales, el texto está, ahora sí, listo para que el Consell Executiu le dé el visto bueno. Tan maduro como para que pase hoy mismo. La controvertida ley, un mandato del Estatuto que cuelga del Departamento de Gobernación, en manos del republicano Jordi Ausàs, se ha podido desencallar gracias a tres claves, aseguran diversas fuentes consultadas.

En primer lugar, se han considerado las alegaciones planteadas desde los territorios afectados. En segundo, han intervenido en las negociaciones el presidente de la Generalitat, José Montilla -quien ante la envergadura de las divergencias tomó en persona las riendas hace un mes- y el presidente de Esquerra Republicana (ERC), Joan Puigcercós. Y, por último, la formación independentista ha accedido a acelerar la Ley del Área Metropolitana, hermana de las veguerías y que los socialistas han puesto como condición para dar el sí definitivo a la división territorial. También podría aprobarse este mediodía.

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De hecho, los tres socios del tripartito -Esquerra, el Partit dels Socialistes e Iniciativa- dan por hecho que el día que la Ley de Veguerías entre a Gobierno lo hará también la del Área Metropolitana. Otra cuestión serán las modificaciones que ambas puedan sufrir en el trámite parlamentario que les espera. Son textos que requieren cambios jurídicos técnicamente muy complejos.

Cuestiones legales aparte, la Ley de Veguerías levantó ampollas entre las asociaciones municipalistas -que temen un recorte de poder de los ayuntamientos-, la Diputación de Barcelona y no pocos puntos del territorio catalán. El Conselh Generau d'Aran vio amenazada su cuota de autogobierno; Tarragona y Reus se disputaron la capitalidad del Camp de Tarragona, como Manresa y Vic la de la Cataluña central; Lleida consideró que se fragmenta su territorio, y las comarcas del Penedès y el Garraf reivindicaron una octava veguería que las agrupe.

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