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Colombia saca músculo en el mercado del cannabis medicinal y pone en alerta a Canadá

El país tiene el potencial para convertirse en el primer exportador mundial de la planta y ya atrae inversiones por más de 500 millones de dólares

Trabajadoras cuidan plantas de cannabis en el vivero de la empresa Clever Leaves en Pesca, Boyacá (Colombia), el pasado 1 de julio.
Trabajadoras cuidan plantas de cannabis en el vivero de la empresa Clever Leaves en Pesca, Boyacá (Colombia), el pasado 1 de julio.Mauricio Duenas Castañeda (EFE)

Con un energético discurso, frente a una enorme pantalla electrónica, el presidente colombiano Iván Duque anunció entusiasmado que Colombia será uno de los primeros países en el mundo en permitir la exportación de cannabis en su forma más esencial: la flor. El potencial económico se mide en miles de millones de dólares, explicó el mandatario en la presentación a finales de julio, para la cual se escogió como sede las instalaciones de una de las empresas autorizadas para cultivar la hierba. Al día siguiente, las acciones de empresas de cannabis canadienses cayeron rápidamente.

Canadá es el único país del mundo en que el cannabis, hierba floral que se puede usar por sus efectos psicotrópicos, es completamente legal. Mientras Estados Unidos, Portugal y Australia experimentan con legalizaciones parciales, Canadá es el principal exportador en el mundo. Colombia, país cercano al ecuador en donde las condiciones climáticas para la agricultura son favorables casi los 365 días del año, puede producir cannabis medicinal por una fracción de lo que le cuesta a los productores canadienses. Y, a pesar de las limitantes en su regulación, su apertura a la exportación puso a temblar a Canadá.

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“De lo que se trata aquí es que Colombia entre a jugar en grande y con este decreto estamos poniéndonos a la vanguardia en términos de competitividad regulatoria”, aseguró el mandatario al visitar un cultivo altamente tecnificado en Pesca, en el departamento de Boyacá, a cuatro horas por carretera de Bogotá, de la empresa Clever Leaves, una de las multinacionales –muchas de origen canadiense– que ya se instalaron en el país andino.

La promesa de una bonanza del cannabis tiene su origen en una regulación aprobada en 2016 durante el Gobierno de su antecesor, Juan Manuel Santos. La estricta reglamentación contempla usos medicinales y científicos mediante licencias expedidas por los Ministerios de Salud y de Justicia. La prohibición de la hoja seca persistía por cierto temor de las autoridades a que se pudiera desviar al tráfico ilegal.

Después de una concertación de dos años entre el Gobierno y representantes del sector, Duque firmó el decreto sobre acceso seguro e informado al uso médico y científico del cannabis el pasado 23 de julio, el cual entró en vigor en agosto. Así, dio luz verde a la fabricación de textiles, alimentos o bebidas a base de cannabis, entre otras. Pero la mayor novedad es que permite a la industria exportar la flor seca de la planta, la forma de cannabis que mejor se puede utilizar y un mercado que supera el 50% de las ventas de cannabis medicinal en el mundo. La norma también permite el ingreso de la flor a zonas francas para ser cortada, secada y pasar por actividades de transformación y empaque.

Un clima ideal

Colombia parte con la ventaja de sus condiciones climáticas, que incluyen una privilegiada radiación solar, con 12 horas de luz natural por estar sobre la línea ecuatorial, y menores fluctuaciones de temperatura y humedad. También unos costos de operación bastante menores que en otros lugares, en particular la mano de obra. Por eso, cultivar un gramo puede costar tan poco como seis centavos de dólar, mientras que en Canadá o Estados Unidos puede costar hasta 1,89 dólares. Además, Colombia es el segundo exportador mundial de flores –por detrás de los Países Bajos– y puede usar esa experiencia y talento a la nueva industria.

La promesa del cannabis ha atraído a Colombia más de 500 millones de dólares en Inversión Extranjera Directa y el país tiene el potencial para convertirse en un líder mundial en una industria de alto valor agregado, tanto en derivados de la flor como en la flor misma, señalan desde Clever Leaves, una de las primeras compañías en obtener licencias.

En los pasos finales de la cadena, la empresa deshoja las plantas hasta dejar solo la flor, que concentra sus ingredientes activos, los cannabinoides. Son más de un centenar, con propiedades aún inexploradas. Clever Leaves es hoy una compañía pública que cotiza en Nasdaq, el segundo mercado de valores más importante de EE UU y ha exportado cannabinoides a más de 15 países –incluso tienen una operación dedicada a la producción de flor seca en Portugal–.

El presidente colombiano Iván Duque, tras firmar un acuerdo con la empresa Clever Leaves, en Boyacá, Colombia, el 23 de julio.
El presidente colombiano Iván Duque, tras firmar un acuerdo con la empresa Clever Leaves, en Boyacá, Colombia, el 23 de julio.Clever Leaves

Las empresas han sido con frecuencia alianzas de capital colombiano y extranjero, con una destacada participación canadiense, en más o menos el 60% de los casos, explica Rodrigo Arcila, presidente de la Asociación Colombiana de Industrias de Cannabis (Asocolcanna), que cuenta con 33 afiliados. “Colombia tiene las empresas más avanzadas en América Latina, con mayores tamaños de cultivo”, señala. Algunas firmas, como Pharmacielo o Khiron, cotizan en la bolsa de Toronto.

El potencial macroeconómico es enorme. El año pasado, las exportaciones colombianas de cannabis medicinal fueron de más de 5 millones de dólares, pero para 2030 pueden estar por encima de los 1.700 millones, de acuerdo con proyecciones de ProColombia, agencia gubernamental de promoción de los negocios, una cifra que superaría las exportaciones de flores. Un escenario de precios más optimista apunta a más de 2.500 millones de dólares, lo que incluso superaría las de café –el primer producto del país en exportaciones no minero-energéticas–. Eso se traduciría en 44.000 puestos de trabajo para entonces.

La reacción de los mercados a la nueva legislación colombiana fue anticipada y, en algunos casos, desatinada, ya que cayeron por igual acciones de empresas que operan en Canadá y las que no. Esto tiene que ver con el corto historial de las empresas de cannabis que cotizan en el mercado internacional, las cuales solo han llegado a las bolsas en los últimos tres años. Las pocas empresas que cotizan suelen comprarse y venderse juntas, como una especie de índice, por lo que afecta a algunas, suele afectar a todas.

Además, queda mucho por verse. La ley en Colombia sigue siendo estricta, al conceder solo cierto número de licencias para cultivar cannabis en el país. En este sentido, Colombia no puede todavía competir con Canadá, en donde la ley es mucho más laxa. Mientras el mercado internacional del cannabis se desarrolla, es posible que no todos los países permitan la importación de la flor, por los riesgos que todavía se perciben.

“Esto es una oportunidad de oro para las empresas que operan en Colombia”, apunta Andrés Fajardo, presidente de Clever Leaves. Concede que tener un productor que “tiene la capacidad de producir una flor de alta calidad a unos costos muy competitivos es una posibilidad de disrupción al mercado global”, pero advierte con cautela que no cualquier flor puede producir ese efecto. Antes se pensaba que Colombia iba a limitarse al extracto, que es un producto de valor agregado. Pero el panorama actual ha demostrado que la flor es en sí mismo un producto de altísimo valor agregado, destaca. “Producir la flor de grado medicinal farmacéutico para que pueda ser apta para entrar a los distintos mercados del mundo no es una tarea fácil”, valora. Se requiere tiempo, inversión y calidad.

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