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La tercera ola de contagios ahoga un sector hotelero al límite

Los propietarios, que claman por ayudas directas, cierran el 40% de los alojamientos. Pese a ello, la ocupación no remonta por el desplome de los viajes

Zona de hamacas de un hotel vacía en Benidorm, el 10 de julio.
Zona de hamacas de un hotel vacía en Benidorm, el 10 de julio.Mònica Torres

El turismo español atraviesa la mayor crisis de su historia, con caídas superiores al 75% en la llegada de viajeros extranjeros y en el gasto. Esto deja cicatrices por todo el territorio, en las empresas y en el empleo. Las hoteleras están entre las más afectadas, y tratan de capear el temporal como pueden. Para recuperar su actividad tras el confinamiento bajaron precios y dejaron cerrados un 40% de los hoteles de media comparado con 2019, según el INE. Pese a ello, la ocupación ha sido escasa, de alrededor del 25%.

La caída de una industria que representaba más del 12% del PIB y que el año pasado supuso poco más del 4% tiene un impacto directo sobre el empleo. La capacidad tractora del sector es notable, tanto en tiempos de bonanza como de crisis. Según la estadística del número de ocupados por rama de actividad del INE, de los 623.000 empleos que se destruyeron en 2020, casi 400.000 correspondían a la hostelería. Si se pone el foco en “servicios de alojamiento”, la pérdida fue de 127.700 puestos. “El año ha sido un quiero y no puedo”, resume Jorge Marichal, presidente de la Confederación Española de Hoteles y Alojamientos Turísticos (Cehat).

Pese a todo, los hoteleros se agarran a un clavo ardiendo para aguantar. Entre las esperanzas: la llegada de la vacuna y las ganas de viajar que perciben. Aunque el panorama sigue plagado de nubarrones: aumentan los contagios de coronavirus, cada vez se retoman restricciones más duras a la movilidad, el proceso de vacunación avanza a trompicones y, además, llegan mensajes que ponen en duda el próximo verano.

Como ejemplo, el ministro de vacunaciones del Reino Unido, Nadhim Zahawi: “Es demasiado pronto para que siquiera especulemos sobre el verano”, aseguró. Al mismo tiempo, Horst Seehofer, ministro del Interior alemán, dejó entrever que el Gobierno germano estudia reducir “casi a cero” los vuelos internacionales para cortar la entrada de nuevas variantes del coronavirus. Si continúa esta tendencia, la debacle del sector amenaza con llegar al próximo verano, lo que sería el segundo año consecutivo en el que el turismo español se queda sin su temporada alta. Un embate demasiado duro que no todos podrán soportar. Por ello insisten: o llegan ayudas directas o habrá miles de cierres. Raúl González, consejero delegado de Barceló Hotel Group para EMEA, destaca la alta incertidumbre con la que trabajan: “Hay hoteles que han abierto y a los tres días han tenido que cerrar porque cambian las restricciones. No se puede planificar”. Portavoces de Meliá y NH coinciden en que la recuperación del turismo internacional no se atisbará hasta, al menos, el tercer trimestre.

Sol y playa

Los grandes destinos de sol y playa de España, aquellos que dependen más de la llegada de viajeros extranjeros, sufren por encima de la media la crisis del coronavirus. Especialmente las regiones insulares —Canarias y Baleares—, en las que el peso del turismo supera el tercio del PIB autonómico. En Canarias, que ahora debería estar en su temporada alta, los hoteleros han vuelto a echar el cierre, pese a contar con unas temperaturas superiores a los 24 grados.

Con la tercera ola de los contagios creciendo por toda Europa, el peor de los escenarios contemplados se ha hecho realidad. Apenas el 36% de las camas turísticas en Tenerife están abiertas y las ocupaciones no alcanzan el 20%. En Gran Canaria, la cosa no va mejor. José María Mañaricúa, presidente de la patronal hotelera de la provincia de Las Palmas (FEHT), explica: “Se están cerrando muchos establecimientos y, lo que es peor, las ocupaciones apenas están en el 10%”.

El pesimismo cunde —aún más— entre el sector, que vaticina nuevos cierres de establecimientos hasta dejar abierto solo un 20% de la planta hotelera durante el primer semestre de 2021. Además, Canarias ya cuenta con la segunda mayor tasa de paro de toda España (25,2%). Y la sangría laboral corre peligro de agravarse durante el año si la vacuna no lo remedia. David Morales, vicepresidente de la asociación Skal Turismo de Gran Canaria, es tajante: “Canarias es una zona catastrófica”. Reclama un plan de rescate “preciso, realista y urgente”. Y lo que es más preocupante para el tejido productivo es que esta situación se alargará todavía por un tiempo. De hecho, ya se da por perdido incluso parte del verano. José María Mañaricúa emplaza la hipotética reactivación hasta julio, como muy pronto.

En Baleares, otro de los pilares del turismo de sol y playa del país, la situación también es crítica y ya amenaza la próxima temporada alta. Por lo pronto, dan por seguro que la apertura se hará esperar más que en otros años. En estos días, un paseo por la primera línea del turístico núcleo de Palmanova, en Mallorca, es desolador. Hoteles fantasma, bares y restaurantes cerrados a cal y canto, algún pequeño supermercado intentando sobrevivir y ningún turista paseando por la playa. La pandemia lleva un año golpeando con fuerza la mayor industria del archipiélago, que tiene cada vez más dudas de poder remontar la situación a lo largo de 2021.

La capacidad de reacción es mínima. Los próximos meses quedan a expensas de la evolución de la crisis sanitaria en los países de origen de los turistas (Alemania y el Reino Unido especialmente). La vicepresidenta de la Federación Hotelera de Mallorca, María José Aguiló, expone así la debacle que se espera: “No hay ninguna previsión de reanudar la actividad turística a corto plazo, ni siquiera en Semana Santa”. Ante la situación de emergencia, la patronal hotelera reclama una estrategia turística específica para los dos archipiélagos. Si no se buscan alternativas, avisa Aguiló, la crisis destruirá este año cientos de empresas y miles de empleos, muchos de ellos todavía protegidos por los ERTE.

Destinos urbanos

En los hoteles urbanos la situación tampoco es halagüeña. Los grandes perjudicados son Madrid y Barcelona, que se han quedado sin congresos y sin los viajes de negocio, además de perder la llegada de viajeros extranjeros y el turismo de compras. En Cataluña, por ejemplo, el sector hotelero ya se muestra exhausto. La pandemia ha puesto en mínimos a uno de los sectores más importantes para la economía catalana, y la falta de turismo, junto con las restricciones que impone el Govern a la movilidad entre municipios, impiden que el sector pueda coger aire. La facturación ha caído a cero para la mayor parte de hoteles, mientras algunos gastos fijos continúan.

Especialmente sangrante es la situación en la ciudad de Barcelona, sin visitantes internacionales y con unas restricciones en la oferta cultural y de ocio que desincentivan incluso el turismo local. Un calco de lo que ocurre por las calles y los hoteles más céntricos de Madrid, que se encuentran semidesiertos. “Por delante quedan unos meses durísimos, con una caída superior al 80% respecto al año anterior. Intentamos sobrevivir como podemos a esta situación”, reconoce González, de Barceló.

En el apartado de la oferta, la situación de Barcelona es significativa: solo hay 108 hoteles abiertos parcialmente (el 24% de la planta hotelera de la ciudad), y la ocupación de estos es, de media, del 20%. “La diferencia de facturación es brutal, no se puede ni comparar, estamos hablando de que ha caído un 95%”, lamenta Manel Casals, director del Gremio de Hoteles de Barcelona. Fuentes de Meliá reconocen que las cuentas del sector pasan por una primera recuperación de los destinos vacacionales, mientras que los hoteles urbanos tardarán más en reactivarse.

Por la parte de las ferias y congresos, el Mobile World Congress se celebrará a finales de junio en una edición light. “Será muy anecdótico comparado con lo que fue. Este segmento no se recuperará hasta 2023, mientras que el ocio, este verano y con la vacuna, puede empezar a recuperarse”, añade el director del Gremio, que se queja de la falta de ayudas de las Administraciones. Y alerta de la cascada de cierres que llegará si no hay un cambio de tendencia. “Si no se cuida el sector, se generará desocupación a corto plazo. Solo en Barcelona, hay 35.000 trabajadores directos en hoteles, y calculamos que 35.000 más indirectos”, destaca Casals.

La preocupación es compartida por todos los profesionales del sector. Nacho Junyent, propietario de un apartotel familiar de 50 habitaciones en el barrio de Gràcia que permanece cerrado desde marzo, sigue sin ver la salida: “La demanda es mínima, y no podemos abrir sin perder más dinero, por eso estamos casi todos cerrados. En marzo, nadie pensaba que al cabo de casi un año seguiríamos cerrados… y lo que queda”, explica.

Turismo rural

2020 ha sido malo para todo el sector turístico. Aunque si hay un segmento que ha conseguido amortiguar mejor el golpe ha sido el turismo rural. Tras una primavera nula por el confinamiento, los destinos en entorno rural registraron buenas ocupaciones en verano, cuando llegaron a mejorar los registros de 2019. Ana Alonso, directora de relaciones institucionales del portal escapadarural.com, matiza que pese a ello el ejercicio ha sido malo para estos establecimientos. “En verano, por ejemplo, cuando nos pudimos mover, hubo un 14% más de ocupación que el año anterior. Aunque si se analiza 2020 en su conjunto, ha sido imposible compensar la primavera nula”.

En la actualidad, en términos generales, el turismo rural siente el golpe de las restricciones de movilidad en casi todas las comunidades, aunque con excepciones. “Estamos en un escenario casi sin movimientos”, añade Alonso, “salvo en Madrid, donde todo el turismo emisor de la capital está restringido a un área geográfica concreta. Por eso, los destinos rurales alrededor de la capital están con buenas ocupaciones, aunque siguen por debajo de lo que había antes”.

En Cataluña, estos establecimientos también se han beneficiado del turismo local, sobre todo en verano. Eso sí, en la actualidad sufren como todos las restricciones impuestas por el Govern para contener los contagios de coronavirus, que impiden moverse más allá del municipio de residencia.

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