_
_
_
_
_

Covid-19, también un terremoto para la opinión pública

Seis impactos de la crisis en la discusión política

Pleno del Congreso celebrado el pasado 25 de marzo. / MARISCAL (EFE)
Pleno del Congreso celebrado el pasado 25 de marzo. / MARISCAL (EFE)

Como tantos otros campos, la opinión pública no parece que vaya a ser indiferente a la pandemia. Aunque nos arriesgamos a adentrarnos en un terreno ignoto y cambiante, los posos se van decantando y dejan ver, cada vez con más claridad, ciertos efectos prematuros y ejes de discusión que se impondrán en el debate público. En las siguientes líneas se tratan de exponer los seis posibles impactos del Covid-19 en la opinión publica.

Dos efectos que ya se han notado:

1. Reunificación en torno a la bandera

En gran parte de los países de occidente hemos asistido a lo que parece un efecto de ‘reunificación en torno a la bandera’ en el corto plazo. Es decir, un aumento del apoyo a los gobiernos en situación de crisis por factores exógenos (guerras, desastres naturales, ataques terroristas internacionales, pandemias) por dos razones: el reflejo patriótico, una situación como esta, a priori, no sería imputable a una mala gestión del gobierno. Algo que, sumado a un efecto de maximización las expectativas de la nación, resultaría en un aumento del apoyo al capitán del barco que toque sin importar su color político.

En segundo lugar, la explicación del liderazgo de opinión, según la cual, en esos momentos, los gobiernos tienden a manejar más información que la oposición y a monopolizar el debate mediático a base de apariciones oficiales diarias de seguimiento de la crisis. Algo que, además de aumentar su protagonismo en los medios, limitaría la capacidad mediática de la oposición. Por supuesto, las grandes incógnitas ahora son la fecha caducidad y la reversibilidad de este efecto.

2. Debate sobre el papel de la UE

Otra discusión que hemos visto cristalizar en tiempo récord es el de la respuesta europea a la crisis. La Unión Europea, más politizada que nunca, está muy lejos de tener vacuna para sortear una nueva crisis institucional. Ya sea por ininteligibilidad institucional o por falta de pedagogía en la comunicación, otra contienda intergubernamental vuelve saltar el cortafuegos y activa las alarmas del euroescepticismo a lo largo y ancho del continente.

Lo que empezó siendo una disputa intergubernamental Norte/Sur…

La madre de todos los debates a nivel europeo sobrevenidos de esta crisis ha sido la mutualización de la deuda. A priori veíamos a los potenciales países deudores (Italia, España, Francia, Portugal…) a favor de la mutualización, frente a los ‘well performance’ o buenos chicos (Alemania, Países Bajos etc.). A todos ellos les separaba su posición económica, pero también una misma amenaza: el euroescepticismo. Si se optase por la mutualización, en el Norte, los partidos euroescépticos podrían nutrirse de un potencial relato de estar pagando los excesos de los vecinos del Sur, mientras que, al mismo tiempo en el Mediterráneo, los euroescépticos podrían apelar a la ineficacia e insolidaridad del proyecto europeo en el caso contrario.

…ha sido internalizado por el Parlamento Europeo y ha mutado en un izquierda / derecha.

En su última resolución, las posiciones de los partidos sobre la mutualización quedaron expuestas en el Parlamento Europeo. Aunque su contenido es muy ambiguo en términos de cuantía y condicionalidad, se escenificó una fractura ideológica, pero no geográfica, en las votaciones a las enmiendas más ambiciosas a favor de la mutualización.

Temas que se van a instalar en la agenda:

3. Estado del bienestar, sanidad pública

La consecuencia directa de una crisis sanitaria sin precedentes es que el debate sobre el modelo sanitario se va a activar de manera ineludible. A priori, los partidos de izquierda tendrán aquí un filón para colar uno de sus temas preferidos en la agenda. Además de la sanidad, otras dimensiones del Estado del Bienestar como la educación, el ingreso mínimo vital, la intervención en dependencia u otras prestaciones sociales pueden tener mejor acogida en el corto y medio plazo.

4. Seguridad, vigilancia, ley y orden

Esta crisis sienta un rotundo precedente de una restricción de derechos y libertades fundamentales inédito, al menos, en nuestra ya madura democracia. Las encuestas señalan además que existe un contundente apoyo de la ciudadanía (79,2% de los españoles apoyan la extensión del estado de alarma) entorno a este recorte de libertades para atajar la crisis sanitaria. En futuras ocasiones será más fácil que surja y que se antoje necesario este debate. En este sentido, el terreno está abonado para según qué discursos de las opciones de derecha. Regresa el dilema seguridad / derechos y libertades.

Alteraciones importantes en, al menos, dos arenas:

5. Economía

El Covid-19 ha revuelto las aguas en materia económica, llevando a algunos líderes de opinión a cruzar fronteras ideológicas. El vicepresidente del Banco Central Europeo y exministro del PP, Luis de Guindos, o el ex portavoz de economía de Ciudadanos, Toni Roldán, se han pronunciado públicamente a favor de un ingreso mínimo, al menos temporal. Algo poco imaginable antes de la pandemia. Además, gobiernos como el alemán o el francés ya han anunciado que se preparan para rescatar con dinero público al sector privado que se pueda ver en peligro a raíz de esta crisis. Es decir, estarían dispuestos a nacionalizar, al menos en parte, algunas de sus empresas. Es tiempo de incertidumbre y de abandonar trincheras también en lo económico.

6. Populismo

Las consecuencias políticas de esta pandemia también pueden llegar a socavar dos condiciones, a priori necesarias, para apuntalar el discurso populista. Algunas académicas como Andrea Kendall-Taylor y Carisa Nietsche ofrecen dos explicaciones según las cuales el momento populista podría estar en sus horas más bajas:

El marco antagónico élite-pueblo: al contrario que en la crisis de 2008, en la que se potenció el relato pueblo puro frente a élite corrupta, esta crisis ofrecería más incentivos para la convergencia de ambos intereses. El contexto de pandemia y emergencia nacional favorece discursos de unidad y cooperación antes que facilitar la polarización.

Las políticas de identidad: esta situación parece menos propicia para externalizar responsabilidades a terceros colectivos como los inmigrantes. El virus no entiende de fronteras, razas o identidades.

*Gonzalo Velasco Monasterio es analista político de la Fundación Alternativas

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_