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Las empresas españolas contienen el aliento ante el coronavirus

Las compañías presentes en China, pendientes de las autoridades, sufren los cierres de las fábricas y las restricciones de movimientos

Un hombre con mascarilla pasa por una zona comercial de Pekín completamente vacía. En vídeo, las consecuencias del miedo al coronavirus en España.Foto: atlas | Vídeo: Kevin Frayer (getty) / atlas

Una de las características que diferencian la crisis del coronavirus de Wuhan desatada a finales del mes de enero de la epidemia del SARS de finales de 2002 es la rapidez y facilidad con que se contagia entre personas. Salvando las distancias, esta rápida transmisión también afecta, de forma indirecta, a las empresas presentes en el país asiático, entre ellas las españolas que operan allí. Entre las más expuestas a los efectos colaterales del patógeno destacan los fabricantes de componentes de automóviles, un sector especialmente importante en la provincia de Hubei, epicentro de la epidemia, aunque también sufren sus efectos firmas de textil, energéticas, aerolíneas, hoteleras...

La cuarentena a la que está sometida la zona cero del brote restringe los movimientos de personas y, con ello, la actividad de plantas productoras, afectando a la cadena de suministro de las empresas que importan mercancía. La única buena noticia para las empresas afectadas es que el brote ha estallado justo en el periodo vacacional del Año Nuevo chino, uno de los más importantes del año, durante el cual la actividad fabril se queda al ralentí. La incertidumbre estriba en si se podrá reanudar la producción normalmente al final de las vacaciones -el Gobierno las ha extendido hasta el lunes 10 de febrero- o si la crisis sanitaria se alarga.

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Entre las empresas españolas más expuestas destaca el caso de Gestamp. El fabricante de componentes para vehículos cuenta con 11 plantas, una de ellas en Wuhan. “Actualmente las fábricas están cerradas por el Año Nuevo chino, aunque las reaperturas dependerán de cómo evolucione la situación”, explican fuentes de la compañía. Gestamp factura en China casi uno de cada 10 euros de su negocio y tiene 4.500 empleados en el país. Por tanto, cada día que se retrase la reactivación de las fábricas –prevista para el 10 de febrero, aunque algunas compañías apuntan que el Gobierno lo prolongará al menos cinco días más- dañará la cuenta de resultados de la firma de manera notable.

También tienen fuerte presencia en China otros fabricantes relacionados con la industria automovilística, como el Grupo Antolín (18 plantas) y CIE Automotive. Fuentes de esta última explican que esperan que la situación se reconduzca. Aunque son conscientes de la dificultad de la crisis y se mantienen a la espera de las decisiones de las autoridades del gigante asiático. “Todavía es pronto para que tomemos alguna medida porque sigue todo cerrado por vacaciones”, argumentan portavoces de la misma.

La exposición de estas firmas, por tanto, es notable. Si se tiene en cuenta el riesgo para la economía en general, según los datos del Ministerio de Comercio, alrededor del 9% de las importaciones que realiza España llegan desde China (casi 27.000 millones hasta noviembre del año pasado). Y en torno al 2% de las exportaciones (unos 6.300 millones de euros) tienen como destino el gigante asiático. “Es pronto para tener datos de lo que ya ha afectado a España”, explican fuentes del ICEX. Aunque es obvio que tendrá un impacto, sobre todo si la economía china se ralentiza, un golpe que habría que medir en su momento.

En materia de transporte, Iberia ya lo está sufriendo. Ha tenido que cancelar temporalmente su ruta directa Madrid-Shanghái (tres vuelos a la semana), mientras que British Airways, también del grupo IAG, ha suspendido todos los vuelos a y desde la China Continental hasta nueva orden, como han terminado por hacer durante la semana decenas de aerolíneas (Air France, American Airlines, Delta, Egyptair, Lufthansa, SAS, entre otras muchas) e incluso un país, Irán, que ha prohibido los vuelos desde su territorio a China. Algunas de las cancelaciones se deben a la escasez de demanda. Pocos quieren estos días acercarse a China, si pueden evitarlo. Amazon ha restringido los viajes hacia y desde China a sus empleados, salvo por “motivos críticos”, hasta nuevo aviso, informan fuentes de la filial española, que señalan que por el momento no ha visto comprometidas sus operaciones.

El otro lado de la moneda es el de los turistas chinos que quieren viajar. El impacto de la crisis sanitaria sobre el turismo se mide en dos frentes. Por un lado, el de los viajeros chinos que no vengan a España por la crisis sanitaria. Hasta noviembre, según el INE, habían visitado España casi 700.000 viajeros chinos, que gastaron más de 1.600 millones de euros, según la Asociación de Turismo España China. Pese a que el Año Nuevo chino es uno de los periodos en que más turistas chinos salen del país, no demasiados eligen el invierno español (llegaron 30.776 en enero de 2019, frente a 84.000 en agosto). En este sentido, El Corte Inglés no espera verse afectada por el brote salvo que la llegada de turistas chinos, buenos clientes de sus grandes almacenes, se recortase drásticamente o si la crisis se prolongase durante muchos meses.

Por otro lado, están los efectos que pueda tener el brote en las empresas turísticas españolas presentes en el país. La cadena hotelera Meliá, por ejemplo, gestiona cinco establecimientos en China y admite que apenas están ocupados “como consecuencia de las medidas establecidas por el Gobierno”. Todos cuentan con planes de contingencia por si la situación se agrava y la firma ha informado de que no cobrará por la cancelación de reservas. En todo caso prevé un impacto económico “muy limitado”. Tampoco prevé grandes impactos la empresa española de autobuses Alsa, que opera rutas en el país. “La actividad en China es independiente. Son dos sociedades [la española y la china] sin relación, separadas”, asevera un portavoz de Alsa España, aunque prefiere no dar detalles sobre el posible impacto en la filial china.

Las restricciones de movimientos y de actividad consecuencia de la cuarentena decretada por las autoridades chinas en Wuhan sí obligan a Inditex a mantener cerradas las siete tiendas que tiene en la ciudad (cuatro Zara, dos Pull & Bear y un Bershka), todas ellas en centros comerciales. Su operativa no se verá resentida, puesto que, además del parón vacacional, los más de 400 proveedores chinos del gigante textil gallego le surten fundamentalmente de prendas básicas, cuyos pedidos se realizan con mucha antelación. También Mango ha cerrado sus 26 tiendas y el centro logístico que tiene en el país al menos hasta el día 9.

En lo que respecta a la industria alimentaria, podría pensarse que no tendría por qué verse afectada por el virus. Sin embargo, Santiago Martín, presidente de Embutidos Fermín, cuenta que algunos clientes están pidiendo retrasar los pedidos por retrasos en algunos trámites administrativos en las aduanas: “cada día que un producto pasa en un puerto o aeropuerto es dinero”, cuenta. “Por el momento, solo es un problema logístico, esperamos que no se convierta en comercial”, es decir, en anulación de pedidos, si la crisis se alarga. Bodegas Torres, con fuerte presencia en China (allí tiene 180 empleados), ha declinado responder a este periódico.

Entre las energéticas, así como Telefónica, el impacto va a ser reducido según las propias firmas. En el caso de la teleco, porque su presencia es casi testimonial. Y las energéticas porque su exposición tampoco les deja en una situación de vulnerabilidad. “Nuestra presencia en China es pequeña, se limita a una planta química, en una joint venture, y distribución de lubricantes”, explican fuentes de Repsol. Sin embargo, la que sí tiene una mayor exposición es Siemens Gamesa: tiene dos fábricas y 1.320 empleados en el país. “Estamos siguiendo todas las recomendaciones de la OMS y del Gobierno chino”, aseveran fuentes de la compañía que esperan que el golpe sea leve.

El petróleo, en mínimos desde agosto

Uno de los principales damnificados de la expansión del coronavirus ha sido el precio del petróleo. El barril de crudo brent, el de referencia en Europa, comenzó la semana con una caída del 2,26%, que le hizo perder el nivel de los 60 dólares por primera vez desde octubre. Salvo un ligero respiro a mitad de semana, el avance del patógeno, que obligó el jueves a la OMS a decretar la emergencia internacional, el precio de la materia prima ha vivido una semana negra, dejándose un 6,7% al cierre del mercado el viernes, hasta quedar en 56,62 dólares por barril, un nivel desconocido desde comienzos de agosto del año pasado. El barril de Texas, de referencia en EE UU, cerró la semana en 51,56 dólares, un 4,8% menos que el viernes anterior y también el precio más bajo desde agosto.

El mes de enero, de hecho, ha sido nefasto para los productores. El precio del brent ha caído en el primer mes del año un 14,5% (un 17,8% desde el máximo, 68,91 dólares, marcado el día de Reyes), mientras que el Texas ha visto cómo se evaporaba el 18,5% de su valor desde el máximo del día 6 (un 15,7% desde el arranque de 2020).

La parálisis decretada en China, tanto en la actividad manufacturera como comercial y de tránsito de personas, en un periodo vacacional en que los ciudadanos chinos debían estar viajando y consumiendo, ha hecho que la demanda de combustible se resienta, pues China es el mayor consumidor mundial. “China consume tres veces más petróleo ahora que en 2003”, cuando se produjo la alerta por el virus del SARS, y su cuota en el PIB mundial es mucho mayor, han recordado esta semana Harry Richards y Matthew Piggot, de la gestora de fondos Jupiter AM.

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