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Las nueve bazas de la cumbre del coronavirus: del reparto del ‘tesoro’ a la llave de la caja

El acuerdo o la ruptura para negociar el mayor pacto presupuestario en la historia de la UE dependerá de cómo juegue cada país en las próximas horas o días sus partidas

La canciller alemana, Angela Merkel, durante la cumbre de la UE en Bruselas de este viernes.
La canciller alemana, Angela Merkel, durante la cumbre de la UE en Bruselas de este viernes.FRANCOIS LENOIR / POOL (EFE)

Cuantos más naipes, más bazas a repartir. La suma del presupuesto comunitario, más de un billón de euros para los próximos siete años, con un fondo de recuperación de hasta 750.000 millones, ha dotado al presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, de un inmenso mazo con el que intentar calmar las demandas de los 27 socios comunitarios. La partida ha arrancado este viernes con un Consejo Europeo extraordinario que negociará el mayor acuerdo presupuestario en la historia de la Unión Europea. Objetivo: recuperar cuanto antes la economía europea, golpeada por la pandemia de la covid-19.

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Michel y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, se juegan en el envite buena parte de la valoración de sus respectivos mandatos, estrenados hace poco más de seis meses. Todas las apuestas previas van en su contra y auguran o un fracaso o, como mínimo, la necesidad de una nueva cumbre extraordinaria este mismo mes o a finales de agosto.

Pero Michel y Von der Leyen tienen a su favor la urgencia de poner en marcha cuanto antes los planes de recuperación, para evitar que Europa pierda pie ante la competencia internacional o se exponga, incluso, a una costosa ruptura del mercado interior. Y a diferencia de la cumbre de febrero (la última en la que los socios europeos se vieron todos cara a cara), cuando solo estaba sobre la mesa el presupuesto plurianual de la UE, Michel cuenta ahora con muchas más cartas con las que seducir a los líderes que se resisten a crear el fondo o con las que amenazar a los que se niegan a aprovechar los fondos de recuperación para modernizar y descarbonizar la economía de la Europa pospandemia. El acuerdo o la ruptura dependerá de cómo juegue cada país en las próximas horas o días estas nueve bazas a repartir:

1. El dinero. La Comisión de Von der Leyen puso a finales de mayo una triple propuesta presupuestaria: una ampliación de 11.000 millones en el presupuesto de 2020; un marco de 1,1 billones de euros para 2021-2027; y un fondo de recuperación, bautizado Next Generation EU (NGEU) de 750.000 millones. El fondo, a su vez, se distribuye en 432.200 millones de euros en subsidios; 66.800 millones en avales para movilizar nuevos recursos; y 250.000 millones. En total, más de 1,8 billones de euros, una dotación presupuestaria jamás negociada en la historia de la UE. Las cifras menguarán inevitablemente en aras de un posible acuerdo. Michel ya ha rebajado ligeramente el proyecto de los presupuestos en 20.000 millones, hasta 1,07 billones de euros. Pero un grupo de socios, autodenominado frugales y compuesto por los Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca, reclaman un recorte mayor. Y extienden la rebaja al fondo de recuperación. Fuentes diplomáticas insisten en que en ambos casos es posible aplicar la tijera. Y apuntan a otro recorte de 20.000 millones de euros en el marco presupuestario y de unos 50.000 millones en el fondo. Baza para los frugales.

2. Los cheques. Cinco socios (Alemania, los Países Bajos, Suecia, Austria y Dinamarca) gozan desde hace años de un descuento en su contribución, un privilegio ligado al famoso cheque británico, que rebajaba la aportación de Londres. Bruselas propuso eliminar todos los cheques después del Brexit, con una desaparición gradual hasta 2025. Pero los beneficiarios se han resistido y la urgencia por llegar a un acuerdo obliga al resto a aceptar el mantenimiento de los cheques. Michel ha propuesto conceder cinco cheques anuales financiados por todos los socios: 3.671 millones de euros a Alemania; 1.576 millones a los Países Bajos; 798 millones a Suecia; 237 millones a Austria; y 197 millones a Dinamarca. Al resto no le quedará más remedio que aceptar o exponerse al veto de alguno de ellos. Baza para los frugales.

3. La letra pequeña. Los frugales aceptan, aunque sea a regañadientes, que una gran parte del fondo se distribuya en subsidios y no exclusivamente en préstamos como ellos pretendían. A cambio, el primer ministro holandés, Mark Rutte, y sus aliados reclamarán el compromiso de los principales beneficiarios —léase España e Italia— con reformas de calado para modernizar y fortalecer sus economías. Objetivo de La Haya y compañía: que nunca más haya que ayudar a ningún socio comunitario. Y para lograrlo, desean que las ayudas vayan acompañadas de un detallado y exigente plan de transformación económica. Tanto España como Italia aceptan que los fondos deben ir ligados a cierta condicionalidad, pero solo la que esté vinculada a los grandes objetivos de la UE en materias como transformación medioambiental y digital o en inclusividad social. Baza a pelear y, probablemente, a repartir.

4. La llave de la caja. La Comisión Europea, en su proyecto del fondo de recuperación, se había reservado la última palabra sobre la distribución de los jugosos recursos. Pero ni los frugales ni el Gobierno alemán de Angela Merkel aceptan otorgar ese poder a Bruselas. El holandés Rutte llega a la cumbre con la posición maximalista de pedir que cada desembolso de las ayudas del fondo de recuperación se supedite a la aprobación por unanimidad de los 27 Gobiernos de la UE. Una propuesta que solo defiende La Haya. Entre el visto bueno de Bruselas y el derecho de veto de todas las capitales, Alemania propone una vía intermedia: la aprobación por mayoría cualificada de los planes nacionales de recuperación y el visto bueno de la Comisión para los desembolsos. Fuentes diplomáticas señalan que este es uno de los puntos más polémicos y puede marcar el éxito o el fracaso de la cumbre. Baza probable para Merkel.

5. El reparto del “tesoro”. Mal que les pese, los frugales llegan a la cumbre de Bruselas dispuestos a debatir cómo se reparte el futuro fondo de recuperación. Una prueba de que dan por perdida la posibilidad de abortar su creación. La Comisión Europea había propuesto adjudicar las ayudas con base en datos ya conocidos, como la tasa media de paro entre 2015 y 2019. Ante las críticas a esa mirada retrospectiva, Michel ha planteado que el 70% de las ayudas se distribuyan con arreglo al criterio de la Comisión, que coloca a Italia, España, Francia y Polonia, como los principales beneficiarios, y que el 30% restante se deje para repartir con arreglo al impacto real de la pandemia, verificable en 2022. La nueva clave dejaría en el aire el reparto futuro, una incertidumbre que no gusta a casi ningún socio. Bruselas sugiere volver al sistema inicial. Baza probable para la Comisión.

6. Nuevos ingresos. El Presupuesto de la Unión se financia con los llamados recursos propios de la UE (ligados a los aranceles y al IVA) y con una aportación nacional (en función de la Renta Nacional Bruta de cada país) que cubre la diferencia. El Parlamento Europeo reclama desde hace años la ampliación de los recursos para mejorar la autonomía presupuestaria del club y, de paso, reducir la cuota nacional, que se percibe como una factura en las capitales y genera el agrio debate sobre los saldos netos. Bruselas cree que la necesidad de amortizar la descomunal emisión de deuda del fondo de recuperación hace ahora imperativo crear nuevas fuentes de ingresos comunitarias. La primera sería una tasa ligada a la proporción de plástico no reciclado en cada país, que se podría introducir en 2021. Y para 2023, una tasa digital y un “arancel” para las importaciones procedentes de países con alto nivel de emisiones de CO2. La recaudación de esas tasas se destinaría a reembolsar el fondo a partir de 2026. Baza para el Parlamento Europeo.

7. Cambio climático. Algunos socios, sobre todo de Europa central, vieron la pandemia como la oportunidad para librarse del temido Pacto Verde. Pero ha sido más bien al contrario. Bruselas propone que un 25% del Presupuesto comunitario se destine a proyectos relacionados con los objetivos de reducción de emisiones de 2030 y 2050. Y en el caso del fondo de recuperación, el 30%. Polonia, que se resistía a aceptar esos objetivos, tendrá probablemente que claudicar dado que es uno de los grandes beneficiarios de las nuevas cuentas (26.800 millones del fondo de recuperación y 6.000 millones del fondo de transición justa, según el reparto propuesto por la Comisión). Baza para el clima.

8. Estado de derecho. Alemania, entre otros países, exige desde hace dos años que se establezca un mecanismo que permita cortar los fondos europeos a los países donde la fragilidad del Estado de derecho ponga en peligro su gestión. La propuesta, rechazada por Hungría y Polonia, amenaza ahora el acuerdo por unanimidad. Michel la ha suavizado, restringiendo su ámbito de aplicación y complicando su aprobación. Varsovia parece darse por satisfecha. Pero el primer ministro húngaro, Viktor Orbán, amaga todavía con bloquear el acuerdo. La requerida unanimidad podría obligar a descafeinar aún más el proyecto o, incluso, a aplazarlo para más adelante. Baza probable para Orbán.

9. Brexit. La negociación presupuestaria y, sobre todo, la crisis de la pandemia había borrado al Brexit del mapa de las cumbres europeas, tras haberlo dominado durante tres años. Pero la falta de avances en la negociación con Londres sobre un nuevo acuerdo comercial, que entraría en vigor al final del período transitorio de salida que expira el próximo 1 de enero, ha reabierto la posibilidad de una brusca ruptura. Michel ha planteado una partida de 5.000 millones de euros para paliar los posibles daños de ese descarrilamiento. Un guiño a Irlanda y a los Países Bajos que intenta también apaciguar a los socios más pequeños del club. Esos socios han demostrado que unidos pueden plantar cara a los más grandes, como ha demostrado el reciente fracaso de la candidatura de Nadia Calviño a presidir el Eurogrupo. El candidato irlandés se impuso con una alianza de países que apenas representaban el 20% del PIB del club. En la negociación presupuestaria del Consejo Europeo el riesgo de rebelión es aún mayor porque cada país tiene un voto y todos pesan igual. La unanimidad es imprescindible. Baza para los socios pequeños.

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