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El virus apaga los tres faros económicos de América Latina

Colombia, Chile y Perú, las locomotoras del bloque en el último lustro, sufren los rigores de la crisis del coronavirus. Son, sin embargo, los que mejor horizonte tienen cuando pase la crisis: en año y medio deberían recuperar todo el terreno perdido

Las calles semivacías de Bogotá (Colombia), esta semana, durante el confinamiento.
Las calles semivacías de Bogotá (Colombia), esta semana, durante el confinamiento.RAUL ARBOLEDA (AFP)

Los ejemplos de éxito económico de América Latina en los últimos años se han apagado de súbito con el coronavirus, dejando sin faro al resto de la región. Colombia, Perú y Chile, la trilogía de locomotoras que más han empujado el leve (levísimo) crecimiento del bloque en el último lustro ante la atonía brasileña y mexicana y la sempiterna crisis argentina, se han visto frenadas de súbito por el avance del coronavirus. Las limitaciones al movimiento interno de sus ciudadanos ha deprimido el consumo y el menor apetito de los compradores de materias primas ha secado un mercado exterior que también es clave para su economía. El resultado: no serán las economías que peor lo pasen con la pandemia, pero sí están entre las que más ven empeorado su cuadro macro respecto al escenario pre-coronavirus. El crecimiento que preveía el Fondo Monetario Internacional (FMI) a principios de año —3,6% para Colombia; 2,6% para Perú; 3% para Chile— es pasado pretérito: la primera caerá un 2,4% (o 2,6%, según la Cepal) y la segunda y la tercera, un 4,5%. Su estrella ha desaparecido. Al menos, temporalmente.

A estas alturas de la partida, sin embargo, "todas las previsiones de crecimiento hay que tomarlas con cautela: vamos aprendiendo día de lo que va pasando y muchas veces tenemos fenómenos de eco [entre organismos] cuando hay rebajas”, apunta Martín Rama, economista jefe del Banco Mundial para América Latina y el Caribe, dejando entrever que la sacudida final puede ser menor de lo previsto inicialmente. El golpe, reconoce, será severo para los tres países que hasta ahora han tirado del carro regional. “Pero también siguen siendo las economías más sólidas y con mayor margen fiscal. Tienen reservas, una deuda [pública] baja y capacidad para acceder a los mercados financieros”. Y son, también, las que pueden poner en marcha las políticas de apoyo a la economía más sólidas, “las más semejantes en la región a las de las economías avanzadas”, subraya Rama en entrevista telefónica con EL PAÍS. En el plano monetario, los movimientos también han sido de calado: Colombia y Chile han sido, con Costa Rica, los únicos países del subcontinente que han puesto en marcha programas de compra de deuda para aliviar las tensiones en los mercados y favorecer la financiación del sector público.

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AME9937. SANTIAGO (CHILE), 14/05/2020.- Un habitante de calle duerme este jueves mientras una mujer con tapabocas carga sus compras en la Vega Central, principal mercado de abastos de Santiago (Chile). El Ministerio de Salud chileno informó este jueves que en las últimas 24 horas registraron el fallecimiento de 22 personas por coronavirus, la cifra más alta de decesos relacionados a la enfermedad desde su inicio en Chile el pasado 3 de marzo. EFE/Alberto Valdés
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La perspectiva del Banco Mundial sigue siendo, según Rama, "la de una recuperación en V” en prácticamente todo el bloque latinoamericano. “En los próximos meses vamos a entender más cómo funciona la covid-19 en los próximos meses y podremos contenerla con menores costos sobre la economía. Y los tres motores del mundo (Estados Unidos, Europa y China) han puesto en marcha paquetes de estímulo muy grandes: si recuperan bien y la epidemia se contiene, la demanda externa mejorará y también lo hará la situación de América Latina”. En la región, dice, los países que peor se recuperarán serán aquellos en los que se produzcan impagos masivos de deuda por parte de las empresas y problemas de balance en los bancos. “Pero Colombia, Chile y Perú no deberían estar en ese grupo, con lo que su recuperación también debería ser más rápida después”, prevé el jefe de análisis del Banco Mundial para el subocontinente.

Aunque Colombia se precia con razones de tener una de las economías latinoamericanas más estables, la dentellada del coronavirus ya se deja sentir. El Gobierno de Iván Duque prolongó esta semana hasta finales de mayo una cuarentena nacional que ya cumple casi dos meses, pero también insiste en recuperar la “vida productiva” mediante una reactivación económica escalonada que ya lleva un par de semanas en marcha. Sectores como la construcción, la manufactura y algunos comercios están autorizados a salir a las calles bajo ciertos protocolos.

La economía colombiana —con solo un año en negativo en el último medio siglo largo— estaba en una buena posición relativa antes de que llegase la covid-19 para cambiarlo todo. Arrancó 2020 con los mejores números entre los países grandes de la región, pero en el primer trimestre su expansión bajó hasta el 1,1%, una cifra que ya reflejaba un impacto del virus en los mayor de lo esperado a pesar de que los confinamientos más estrictos acaban de inaugurarse. El crecimiento de los dos primeros meses superaba el 4%, pero la incertidumbre de marzo, cuando se inició la cuarentena, bastó para frenar ese impulso.

Los cálculos apuntan a que abril va a ser el peor mes en materia de crecimiento en la historia de Colombia, según advierte el analista Ricardo Ávila. “Se ha venido haciendo una reapertura de la economía con un temor descomunal, porque a diferencia de otros países aquí no hemos pasado el pico”, apunta. “Haber jugado la carta de la prudencia, y tener en términos prácticos un confinamiento de nueve semanas, para la economía es violento”. A los coletazos de la pandemia se suma la caída de los precios internacionales del petróleo, el principal producto de exportación. El Ministerio de Hacienda prevé una desaceleración en torno a -5,5% para este año. Causa especial preocupación una tasa de desempleo tradicionalmente alta, que el año pasado volvió a ubicarse por encima de los dos dígitos (10,5%) y que el coronavirus amenaza con llevar por encima del 20%. También hay señales preocupantes en el flanco de la pobreza y la desigualdad: un estudio de la Universidad de Los Andes advierte que puede implicar un retroceso de dos décadas, a una época en que cerca de la mitad de la población se ubicaba por debajo de la línea de la carestía —para 2018 se había reducido al 27%—. A pesar de esas cifras, la economía colombiana se ha distinguido por su resiliencia, que siguió creciendo incluso en grandes crisis, como la de 2008-2009 o con la caída en el precio de las materias primas.

Perú, por su parte, ha sorprendido con el plan de estímulo más ambicioso de la región. Equivalente al 12% del PIB, le ha valido múltiples elogios a María Antonieta Alva, la joven ministra de Economía en el Gabinete de Martín Vizcarra. Son 26.000 millones de dólares destinados, en buena parte, a inyectar liquidez a las empresas y entregar subsidios a 2,8 millones de familias vulnerables. Se ha topado con obstáculos, sin embargo, como los bajos niveles de bancarización. “En su diseño está magnífico, pero en su logística todavía está teniendo problemas para llegar a todos”, valora Hugo Ñopo, investigador principal del Grupo de Análisis para el Desarrollo, Grade.

“Perú probablemente tenga una de las caídas más severas, pero también uno de los rebotes más rápidos”, añade este analista, haciéndose eco de los pronósticos —a falta de una proyección oficial actualizada—. El país andino ha crecido a un ritmo promedio de 4,5% anual en los últimos 20 años. En el juego de sumas y restas, es un país importador de petróleo, y la caída de los precios le favorece. Pero su principal exportación es el cobre, cuyo precio también ha caído, y eso lo golpea con fuerza. “En el frente externo, en términos de la balanza comercial, no queda tan claro de que signo y tamaño es nuestro shock”, explica Ñopo. Pero en el frente interno hay, también, oscuros nubarrones para un país donde siete de cada diez empleos son informales. “La nuestra es una economía bastante informal, bastante autoempleada, bastante precaria, donde todos tienen que confinarse en sus casas, y muchos hogares no tienen la capacidad de generar esos ingresos del día a día para sobrevivir”.

En Chile, la pandemia encontró a la economía con serias complicaciones luego de las revueltas sociales de octubre. El PIB creció apenas un 1,1% en 2019, la tercera parte de la cifra a la que aspiraba el Gobierno a comienzos del año pasado. El economista Óscar Landerretche, académico de la Universidad de Chile, se remonta incluso más atrás: “Chile venía en una tendencia de caída de productividad y de desempeño en su economía hace unos 10 años, que no tiene nada que ver con el estallido social. Hay problemas más estructurales por el agotamiento de la estructura productiva”. Pese al panorama —el Gobierno de Sebastián Piñera ha reconocido que el desempleo podría llegar al 18%, una cifra enorme incluso en perspectiva histórica—, Landerretche señala “los motores centrales del crecimiento chileno, que son los recursos naturales, han estado relativamente aislados de los efectos del estallido social y de la pandemia”. A juicio del expresidente de la cuprífera estatal Codelco, el país tiene dos activos importantes construidos hace al menos tres décadas que son útiles a la hora de enfrentar el batacazo: un sector financiero muy sano —con una ley bancaria extremadamente conservadora— y un sector público con cuentas fiscales en orden y poca deuda externa.

El Ejecutivo chileno ha desplegado dos planes económicos por unos 17.105 millones de dólares, equivalentes al 6,9% del PIB. Su enfoque preocupa a Landerretche: “Los paquetes fiscales están siendo discutidos como paquetes de emergencia, bajo la hipótesis de que esta pandemia será corta, como si muy pronto —tres o seis meses— vamos a estar fuera de esto”. Sería más conveniente, dice, trazar una “economía de pandemia” pensando en los próximos tres o cinco años. “Chile sí podría endeudarse en forma bastante pesada, ir donde los empresarios y decirles: ‘Te voy a ayudar, vas a asumir a cambio algunos compromisos —como despedir al mínimo de gente, por ejemplo—. A la salida de la pandemia debemos tener empresas líderes a nivel mundial en atributos de la economía del futuro: más verde, con igualdad de género, con trabajadores sentados en los directorios...”. El economista, sin embargo, teme que finalmente Chile no opte por este camino: “No tenemos esta discusión estratégica y, por otro lado, en el discurso del Gobierno ha predominado cierto nivel de austeridad fiscal, lo que me resulta incomprensible”.

Tras la sacudida, las buenas noticias para el trío llegarán en 2021 y 2022: si la caída será abrupta este año, la recuperación también tiene visos de discurrir por esos mismos derroteros. El próximo ejercicio, el PIB de Chile debería rebotar un 3,3%, el de Perú un 6,4% y el de Colombia un 3,6%, según las cifras de Goldman Sachs. El informe del banco estadounidense de inversión, titulado de forma rotunda —Latinoamérica: Saliendo de un hoyo profundo— prevé también que en 2022 una recuperación del 3,2%, 3,5% y 3,2%, respectivamente. En otras palabras: los tres lograrían recuperar todo lo desandando en este 2020 en alrededor de año y medio. El camino estará repleto de baches hasta entonces, pero al son de los desconfinamientos ya se atisba una luz al final del túnel.

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