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Un sello oficial europeo certificará las hipotecas verdes

Impulsada por la Federación Hipotecaria Europea, la etiqueta está pensada para garantizar que el préstamo cumple con los criterios internacionales de sostenibilidad

Vivienda sostenible, en Ibiza.
Vivienda sostenible, en Ibiza.

Un sello para garantizar que la hipoteca que se está a punto de firmar cumple con todos los criterios internacionales que definen un producto financiero verde. Esta es la iniciativa en la que está trabajando la Federación Hipotecaria Europea (EMF, por sus siglas en inglés), un organismo cuyos miembros detienen el 80% del volumen de este tipo de préstamos concedido en el Viejo Continente. Pensado para reunir y presentar de forma unívoca la información estadística y cuantitativa de las hipotecas verdes, este sello ayudará a impulsarlas, al reforzar uno de los pilares fundamentales para cumplir con los objetivos de descarbonización de la economía: la financiación de viviendas respetuosas con el medio ambiente.

A través de este instrumento, al pedir dinero prestado para comprar una casa nueva que cumpla con las más rigurosas exigencias de eficiencia energética o acometer una reforma que incremente de forma apreciable su sostenibilidad, el usuario soporta un coste inferior al que tendría que pagar si destinara la hipoteca a otros fines. De esta forma, se impulsa la transformación en un sector crucial para la lucha contra el cambio climático, puesto que, según datos de la federación, las viviendas generan el 40% de todas las emisiones a la atmósfera de dióxido de carbono (CO2) en Europa y que, de los 247 millones de viviendas existentes en la UE, más de 220 millones se construyeron antes de 2001.

Según la definición de la EMF, es verde una hipoteca dirigida a financiar la compra o la construcción de edificios residenciales –unifamiliares o multifamiliares– y comerciales en los que el rendimiento energético cumple o supera los estándares de las mejores prácticas del mercado de acuerdo con los requisitos legislativos de la UE; o la renovación de edificios residenciales y comerciales que alcance una mejora en el rendimiento energético de al menos el 30%. Para comprobar que se cumplen estas condiciones, será necesario un certificado de eficiencia energética reciente, junto con una estimación del valor de la propiedad y los pormenores de las medidas de eficiencia energética existentes o logradas, en línea con una lista de criterios elaborados por el organismo.

Un ejemplo de hipoteca verde es la de Triodos Bank, que se lanzó al mercado hace seis años y fue la primera en España en vincular el tipo de interés a la certificación energética de la vivienda, por lo que a una mayor eficiencia corresponde un menor coste del préstamo. “Hemos superado ya las 1.600 hipotecas verdes firmadas en España”, relata la responsable de Hipoteca de Triodos, Emilia Hernández, “y observamos una demanda creciente a medida que la ciudadanía está cada vez más sensibilizada con respecto a la sostenibilidad y el cuidado del medioambiente”.

Altos costes para los bancos

La lucha contra el llamado greenwashing –o ecopostureo– será uno de los efectos añadidos del sello, cuya implementación está prevista para el próximo año. “Hay bancos que conceden préstamos que llaman verdes aunque luego el dinero se utilice para las vacaciones, sin ninguna comprobación, y esto nos hace daño a todas las entidades que lo hacemos bien”, denuncia Cátia Alves, responsable del proyecto de hipotecas y préstamos verdes de la Unión de Créditos Inmobiliarios (UCI).

Junto con Triodos y Caja Rural de Navarra, UCI forma parte de la delegación española en la Iniciativa de hipotecas eficientes, promovida por la EMF y a la que se adhieren otros 15 países con otras 47 entidades financieras (entre ellas, 10 son italianas, ocho belgas, cinco franceses y cuatro alemanas). Con tiempos distintos de un sitio a otro, las entidades están constituyendo los hubs nacionales, cuyo objetivo es reunir en un único centro de operaciones a todos los actores de la filiera: no solo los bancos, sino también tasadoras, empresas de reforma, constructoras, promotoras, eléctricas, digitales y tecnológicas, entre otros. Y –último pero no menos importante– también instituciones y organismos públicos.

“El trabajo conjunto de mercado e instituciones es fundamental”, asegura el secretario general de la EMF, Luca Bertalot, para quien exigir a los bancos que averigüen directamente cuán verde es cada vivienda por la que han concedido una hipoteca no sería viable. “Tienen que certificarlo expertos avalados por organismos públicos, con todas las garantías”, afirma. Eso sí, si a la hora de conceder nuevos préstamos el banco muchas veces solo comprueba que el usuario presenta un certificado de eficiencia energética tal y como exige la ley, para Bertalot se debería generalizar la práctica de mirar también qué calificación específica ha obtenido la vivienda y registrarla como un dato más.

“Es fundamentalmente un proceso de adaptación de los sistemas informáticos de los bancos. Avanza muy lentamente por el coste que tiene”, según Bertalot. Pero “no es difícil, nosotros ya lo hacemos”, sostiene Alves. “Se trata solo de querer”, redunda la también referente del hub español, que se está gestando aún, pero que “está captando ya muchos aliados”.

“Incentivar en lugar de penalizar”

La gran barrera que hay que superar para lograr la plena implementación de una hipoteca verde con criterios uniformes es, en opinión de Alves, convencer a los distintos actores del mercado que, “pese a no ser rentable en el corto plazo, lo verde sí lo es a largo”. Y hace el ejemplo de los tasadores: “No te hacen un descuento en el segundo certificado de eficiencia energética si te comprometes a acometer una reforma”, constata. Por el contrario, “se trataría de invertir en captar clientes con este tipo de bonificaciones hasta alcanzar un volumen que permita buenos márgenes de rentabilidad”, remacha. Lo mismo debería ocurrir en todos los anillos de la cadena.

Para reforzar este argumento y demostrar que la demanda de productos verdes es real, UCI elaboró un informe del que se desprende que el 76% de los españoles están concienciados hacia las cuestiones relacionadas con la eficiencia energética.

A nivel europeo, la EMF está empeñada también en dinamizar el mercado y pide a los distintos hubs nacionales debatir con los distintos Gobiernos la implementación de la financiación verde y poner en marcha proyectos pilotos con el apoyo de las administraciones locales. “Hemos rogado también a las entidades identificar todas las hipotecas verdes que tienen en sus carteras y la correspondiente clasificación energética”, asevera Bertalot.

El secretario general de la EMF considera que la inclusión de la definición de hipoteca verde elaborada por su organización en la Taxonomía para la financiación sostenible de la Comisión Europea es un paso adelante muy importante hacia la popularización de este producto. “Creo, sin embargo, que se debería evitar la tentación –expresada por algunas fuerzas políticas– de penalizar las entidades por todo lo que no recae en esta definición”. En su opinión, más que sancionar lo brown, mejor sería incentivar lo green, por ejemplo exigiendo que el capital legal de reserva por cada hipoteca verde concedida sea inferior al de préstamos que no cumplen con la definición.

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