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El FMI alerta de los riesgos de prolongar los estímulos de los bancos centrales

Los 15 billones de dólares de deuda con rentabilidad negativa pueden causar efectos “nefastos” para la estabilidad financiera, asegura el Fondo

Gita Gupinath, economista jefe del Fondo Monetario Internacional. En vídeo, declaraciones de Kristalina Georgieva, directora gerente del FMI.Vídeo: EFE | REUTERS
Luis Doncel
ENVIADO ESPECIAL, Washington -

El FMI nada entre dos aguas. Alaba las medidas extraordinarias adoptadas por muchos bancos centrales, pero alerta de sus efectos perniciosos. El organismo que encabeza Kristalina Georgieva asegura que el mundo crece más gracias a estos impulsos monetarios al tiempo que recuerda los riesgos que suponen para el sistema financiero. En un momento en el que los bancos centrales se encuentran extremadamente divididos entre halcones y palomas, el Fondo da la razón a ambos bandos. Y se muestra muy preocupado por el elevado volumen de deuda con rentabilidad negativa. Sus efectos pueden ser “nefastos”, avisa.

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Ya lo dijo el martes la economista jefa del Fondo Monetario Internacional (FMI), Gita Gopinath: gracias a los bancos centrales, el PIB global ha crecido cinco décimas más de lo que habría hecho sin el manguerazo de liquidez proporcionado por los hombres y mujeres que manejan la política monetaria en una mayoría de países del mundo. El miércoles lo resumió el responsable de finanzas del Fondo, Tobias Adrian, que destacó que los tipos bajos durante mucho tiempo han mejorado las condiciones financieras, disminuido los riesgos y apoyado al crecimiento global. “Por ahora. Pero pueden poner en riesgo el crecimiento a medio plazo”, añadió, dando a entender que los efectos positivos rápidamente podrían convertirse en negativos.

“Con el trasfondo del deterioro de las expectativas empresariales, el debilitamiento de la actividad económica y la intensificación de los riesgos a la baja, muchos bancos centrales han impulsado medidas expansivas de política monetaria”, asegura el informe sobre la estabilidad financiera publicado el miércoles por el Fondo.

Estas políticas han favorecido un fenómeno hasta ahora inédito: la montaña de deuda que ofrece rentabilidades negativas —es decir, la anomalía de pagar por prestar dinero— ha alcanzado niveles récord. De ser prácticamente inexistente a principios de 2015 ha pasado a superar los 15 billones de dólares. Por si fuera poco, los mercados creen que en torno al 20% de todos los bonos de deuda soberana ofrecerán rentabilidades negativas durante tres años al menos. Miel sobre hojuelas para Gobiernos, empresas y familias que se financian a costes mínimos. Pero este fenómeno tiene su reverso negativo.

“La deuda con rentabilidades negativas puede impulsar a los inversores a buscar inversiones más arriesgadas e ilíquidas. Este aumento de la asunción de riesgos puede derivar en un aumento de las vulnerabilidades entre fondos de inversión, de pensiones y aseguradoras, con implicaciones nefastas para la estabilidad financiera”, asegura el documento.

Hace tiempo que distintos analistas alertan de estos riesgos. Pero las incertidumbres han ido a más a medida que había más y más deuda con rentabilidades negativas. “Las estrategias de los inversores instituciones por dar con rentabilidades más altas puede introducir riesgos adicionales”, continúa el informe.

Los problemas se acumulan. Las empresas han aprovechado estos tipos bajísimos para financiarse. El Fondo estima que si llega una crisis que sea la mitad de importante que la Gran Recesión, la deuda corporativa en peligro —es decir, aquella que no podrían pagar tan solo con sus ingresos— ascendería a 19 billones de dólares, un nivel récord que supone el 40% del total de deuda que arrastran las empresas de las principales economías del mundo.

Uno de los problemas de que los tipos de interés continúen tanto tiempo tan bajos es que impulsan los precios de otros productos financieros, como bonos de deuda pública o acciones. Así, el FMI teme que esta sobrevaloración pueda generar una abrupta corrección.

Poca munición disponible

La actuación de los bancos centrales está en el centro del debate económico y financiero. Sus máximos responsables —Jerome Powell en EE UU y Mario Draghi en la eurozona— reciben críticas por hacer demasiado o demasiado poco. La economista jefa del Fondo ya dijo el martes que debido a los errores políticos —obviamente se refería a la guerra comercial— estos organismos ya habían gastado gran parte de su munición. “Pueden haber dejado poca para cuando la economía esté en un momento más duro”, añadió Gopinath.

Precisamente a este debate deberá enfrentarse la que hasta ahora era la jefa de Gopinath. Christine Lagarde —recién salida directora gerente del Fondo y a partir del 1 de noviembre presidenta del BCE— hereda de su antecesor, Mario Draghi, un amplio paquete de estímulos aprobado en septiembre y que ha generado encendidas críticas y elogios. A Lagarde le cae ahora la patata caliente de ver cómo atiende las recomendaciones de los que hasta hace poco eran sus subordinados en el FMI: mantener una política monetaria expansiva que apoye el crecimiento de la eurozona pero atenuar poco a poco los efectos negativos de unos tipos de interés ultrarreducidos. Parece este un rompecabezas imposible de resolver.

Los riesgos de los que captan dinero sin ser bancos

Entre sus muchas preocupaciones, el FMI fija su atención en un sector con importantes debilidades: el de las empresas financieras que no son bancos (compañías de seguros, de compraventa de divisas o de microcréditos). Según los cálculos del Fondo, este sector presenta vulnerabilidades en un 80% de las economías del mundo. “Es un porcentaje similar al que vimos en lo peor de la crisis financiera”, aseguró el miércoles Tobias Adrian, responsable financiero del organismo.

La búsqueda de mayores rentabilidades ha llevado a compañías de seguros, gestoras de fondos o fondos de pensiones tomen posiciones más y más arriesgadas, con activos cada vez menos líquidos. “Estas inversiones pueden actuar como un amplificador de las tensiones”, dice el FMI. El organismo también se preocupa por la mayor deuda empresarial y su capacidad futura para pagarla en el caso de que el actual debilitamiento económico se convierta en una crisis con todas las de la ley.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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