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Las ciudades quieren ser resilientes. ¿Pero qué significa eso?

El crecimiento poblacional obliga a las ciudades a considerar alternativas de urbanización verdes

La ciclovía de la avenida Paulista, en São Paulo.
La ciclovía de la avenida Paulista, en São Paulo. Rovena Rosa (Agencia Brasil)

Pequeñas o grandes, las ciudades de todo el mundo tienen desafíos comunes, especialmente aquellos provocados por la rápida urbanización y el cambio climático. Las Naciones Unidas estiman que más de 4.000 millones de personas –más de la mitad de la población global– viven en centros urbanos. Para 2050, más de dos tercios de la población mundial vivirá en ciudades, lo que generará una creciente demanda de viviendas asequibles, la necesidad de sistemas de transporte bien conectados y otras infraestructuras y servicios, así como empleos.

A este contexto se le suman los retos de una subida de las temperaturas mundiales, que intensificará los riesgos de aumento de los niveles del mar, deslizamientos de tierra, sequías, huracanes y otros fenómenos cuyos desastres podrían llevar a 100 millones de personas a la pobreza extrema.

La buena noticia es que, con el conocimiento y la creatividad, los centros urbanos están encontrando formas de abordar problemas nuevos y viejos con menos pérdidas y una mayor capacidad de recuperación. En otras palabras, creando resiliencia.

Este fue uno de los temas principales de la reciente conferencia Catalizando Futuros Urbanos Sostenibles, promovida por la alcaldía de São Paulo, el Programa Ciudades Sostenibles y la Plataforma Global para Ciudades Sostenibles (GPSC), con apoyo del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (GEF en inglés).

En el intercambio de experiencias, en el que participaron representantes de cuatro continentes, estuvieron presentes tres temas, siempre teniendo en cuenta la resiliencia y la sostenibilidad:

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1. El cambio climático, un problema del que ningún alcalde o intendente podrá escapar. Según el Banco Mundial, las ciudades consumen alrededor de 2/3 de la energía mundial y representan más del 70% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

2. Más espacios verdes, como parques con árboles, aves, abejas y otras especies. Hoy, alrededor de un millón de especies animales y vegetales están en peligro de extinción, erosionando nuestros medios de vida compartidos, la capacidad de adaptación de la sociedad y la de la naturaleza para almacenar carbono. Los espacios verdes no solo ayudan a las ciudades a mitigar y adaptarse al cambio climático, sino que también sirven como lugares importantes para la convivencia entre las personas y la vida silvestre, y como sitios para la conservación de la biodiversidad urbana.

3. El manejo de los residuos sólidos. Sin una gestión adecuada, los ríos se desbordan y las sustancias nocivas contaminan el aire, entre otros daños. Con ella, se puede crear oportunidades para millones de personas, como las que trabajan en la cadena de reciclaje. ¡Entérate!

Listos para el cambio climático

Hoy, el 90% de la expansión urbana tiene lugar en países en desarrollo. Gran parte ocurre en áreas cercanas a peligros naturales, ríos y regiones costeras, y a través de asentamientos informales y no planificados. La falta de infraestructura y planificación del uso de la tierra exacerba los riesgos a los que están expuestos los residentes, especialmente con el cambio climático. Por lo tanto, varias ciudades ya están preparando sus planes de mitigación y adaptación. São Paulo, por ejemplo, espera lanzarlo en junio de 2020.

Recife, en Brasil, ya tiene un plan de cara a la celebración del 500 aniversario de la ciudad en 2037. Un tercio de la población local vive en zonas montañosas, lo que la expone a tragedias; y otro tercio está al nivel del mar, y por lo tanto conviven con las inundaciones.

"Hicimos un plan estratégico basado en un conjunto de planes urbanos y ambientales, con la participación de la sociedad civil y la población, proporcionando una serie de acciones de mitigación, resiliencia y adaptación a todas las consecuencias de la crisis climática", dijo el alcalde de Recife, Geraldo Júlio, en la conferencia.

En los países desarrollados, hay planes aún más ambiciosos. París se ha comprometido a ser una ciudad de cero emisiones para 2050 y ha establecido 500 medidas en varios sectores (construcción, transporte, energía, alimentación, etc.). Estas incluyen el objetivo de usar solo energía verde (biomasa, eólica y solar) y prohibir los automóviles diésel para 2024 y todos los automóviles a petróleo para 2030.

Menos asfalto, más bosques y parques

"Con menos autos en la calle, no necesitaremos tantos estacionamientos o asfalto", dijo la vicealcaldesa de París, Pénélope Komitès. "Podemos, por ejemplo, utilizar edificios de garaje para plantar bosques urbanos que ayuden a regular la temperatura", continuó.

Desde China hasta Paraguay pasando por París, el aumento de espacios verdes es una tendencia. Entre otros beneficios, capturan carbono y mejoran la calidad del aire. Todo esto es bienvenido en ciudades chinas como Ningbo, que logra mantener más de 40 kilómetros cuadrados de áreas protegidas, aunque tenga una población de 8 millones de personas.

En América Latina, Asunción pretende establecer un corredor urbano verde, con al menos 35 mil hectáreas, para cuidar mejor su biodiversidad, especialmente las aves. El proyecto se encuentra en la fase preliminar.

Los parques también ayudan a suavizar el calor, algo que se necesita en una ciudad como Caruaru (Brasil), donde se construirá un parque lineal (más largo que ancho) con un carril bici que comprende 14 vecindarios y con el potencial de beneficiar a 140,000 personas.

Juntas, estas medidas crean oportunidades para que las ciudades generen un crecimiento verde, bajo en carbono y competitivo, y para construir sociedades que sean resilientes, inclusivas y habitables.

Residuos aún no sostenibles

Según el informe What a Waste 2.0, la tasa global de producción de desechos será el doble del crecimiento de la población en los próximos 30 años. "Las ciudades y los países se están desarrollando rápidamente, sin sistemas adecuados para hacer frente al cambio en los desechos eliminados por los ciudadanos", dice el estudio.

Frente a esta tendencia, São Paulo está adoptando gradualmente objetivos y acciones que pueden aliviar el problema. Por ejemplo, la alcaldía se ha adherido este año al Compromiso Global de la Nueva Economía del Plástico, con el objetivo de que el 20% de los envases de plástico puedan reciclarse o reutilizarse para 2025.

Otra medida es la expansión de los patios de compostaje: actualmente hay cinco, que reciben desechos de los mercados públicos y tienen una capacidad de hasta 10 toneladas por día. A finales de 2020, la administración municipal promete 17 patios para tratar el 100% de los residuos de los más de 800 mercados libres que tienen lugar cada semana en la capital.

Los patios de compostaje, los ecopuntos de eliminación de residuos de construcción y demolición (como los de São Paulo y Caruaru) o simplemente la mejora de los sistemas de saneamiento urbano (como en los barrios más precarios de Abiyán, Costa de Marfil) se encuentran entre las diversas soluciones que se pueden adoptar por ciudades de todo el mundo.

Estas ideas no siempre son fáciles de implementar y pueden ser costosas, pero el costo de la inercia tiende a ser mucho mayor tanto para el medio ambiente como para los pobres, según el informe del Banco Mundial.

Mariana Kaipper Ceratti es productora online del Banco Mundial.

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