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Weidmann, el caballo a batir en la sucesión del BCE

El alemán, líder de los ‘halcones’, gana terreno en la carrera por el puesto de Draghi, pero despierta furibundas críticas por su oposición a las medidas que salvaron el euro

Luis Doncel
Los presidentes del Bundesbank, Jens Weidmann, y del BCE, Mario Draghi, en Fráncfort.
Los presidentes del Bundesbank, Jens Weidmann, y del BCE, Mario Draghi, en Fráncfort. HORACIO VILLALOBOS (CORBIS)

En los peores años de la crisis, a Jens Weidmann le gustaba viajar a España o Italia para demostrar a los castigados países del sur que no era el demonio que algunos describían. Insistía en despegarse de la etiqueta de halcóntan solo preocupado por los intereses de los ahorradores alemanes al margen del futuro de la unión monetaria, presentándose en su lugar como un europeísta responsable que velaba por el mandato del Banco Central Europeo (BCE).

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Ahora, este antiguo asesor económico de la canciller Angela Merkel que lleva ocho años al frente del Bundesbank deberá jugar todas las cartas de la diplomacia para cumplir su sueño de ascender a lo más alto de la política monetaria europea y reemplazar a Mario Draghi a partir de noviembre. Según publicaba este fin de semana La Repubblica, ya estaría cortejando el apoyo de Italia a cambio de un puesto en el Consejo del organismo.

La carrera por la sucesión del italiano que dijo que haría todo lo necesario para salvar al euro está aún abierta. Pero Weidmann va ganando enteros. A diferencia de lo ocurrido con los anteriores presidentes del BCE, su renovación coincide con la de los puestos más destacados de la UE, lo que complica la ecuación; y hace más imprevisible el resultado. Pero las dudas en torno a la capacidad de su compatriota Manfred Weber para hacerse con la Comisión Europea impulsan la candidatura de Weidmann. Las dos instituciones con más poder de la Unión no pueden estar capitaneadas por dos alemanes al mismo tiempo.

En una nueva crisis, ¿usaría las medidas excepcionales que criticó de Draghi?

Un buen termómetro para medir las posibilidades de un candidato son los ataques que recibe. Y en esa batalla, Weidmann gana por goleada. “Está claro que el jefe del Bundesbank quiere suceder a Draghi. También está claro que sería un error”, escribía hace dos semanas Christian Odendahl, economista jefe del think-tank CER. “El hombre equivocado para el BCE”, titulaba Politico sobre el banquero central que durante la crisis del euro destacó por su oposición a todo lo que sonara a alivio para los países en aprietos.

Pero no solo recibe ataques. Extremadamente popular en su país, muchos lo defienden por su experiencia y porque consideran llegado el turno de que la mayor economía de la eurozona se haga con la presidencia del BCE. “No sería bueno dar la impresión de que un país concreto está excluido a priori de esta contienda”, dijo hace unos días en Fráncfort, un directo al mentón de los que argumentan su escepticismo precisamente por su nacionalidad y su alineamiento con las tesis de los países del norte.

Cuenta atrás para un puesto clave

  • El 31 de octubre vence el mandato de Mario Draghi como presidente del Banco Central Europeo (BCE). Para cubrir su puesto se abre un complicado proceso en el que intervienen el Consejo, el Parlamento y el propio BCE, pero en el que son los jefes de Gobierno los que tienen la última palabra.
  • Según el artículo 283 del Tratado de Funcionamiento de la UE, los miembros del Consejo de Gobierno del BCE se eligen de la misma forma. Son los Estados miembros de la zona del euro los responsables de proponer un candidato. Una vez propuesto, el Eurogrupo (los ministros de Finanzas de la zona euro) estudia las candidaturas y el Consejo acuerda una recomendación. Es en este momento cuando el Consejo Europeo, los jefes de Estado o de Gobierno de la Unión, consulta al Parlamento Europeo y al Consejo de Gobierno del BCE. Finalmente, el Consejo Europeo nombra a una persona.
  • El nuevo presidente será elegido para un mandato no renovable de ocho años. Compartirá trabajo con el resto de miembros del Consejo de Gobierno: Luis de Guindos (vicepresidente), Philip Lane, Benoît Cœuré, Yves Mersch y Sabine Lautenschläger.

La carta de no excluir a nadie por su pasaporte también la sacó esta semana el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. “Me gusta Jens Weidmann”, admitía sin tapujos. En una entrevista al Handelsblatt, lo definió como “europeísta convencido, banquero central con experiencia y, por lo tanto, adecuado”.

Pero, ¿qué supondría realmente su llegada al despacho más codiciado de Fráncfort? ¿Daría un presidente Weidmann un giro copernicano a la política del BCE? No. O al menos no por ahora. Y más aún después de que esta semana Draghi estrechara el margen de maniobra de su sucesor con el anuncio de que los tipos de interés permanecerán intactos al menos hasta julio de 2020.

Pero Weidmann sí podría sembrar dudas en los mercados, sobre todo si la ya complicada coyuntura económica —presionada por los dos sospechosos habituales: proteccionismo y Brexit— se torciera aún más y el BCE se viera obligado a sacar toda su artillería contra una nueva crisis. En 2012, el alemán se opuso a la compra de bonos ideada por Draghi, una operación que evitó el desmoronamiento de la unión monetaria y que no costó ni un euro. Weidmann llegó a testificar en su contra en el Constitucional alemán.

“A corto plazo, su elección no tendría un gran impacto. El BCE ya no es el de hace 10 años. Draghi lo ha cambiado para siempre. Además, en el Consejo hay mayoría continuista”, resume Ángel Talavera, de Oxford Economics. “La mayor diferencia sería el ritmo de normalización monetaria. Si la economía se lo permite, Weidmann empezaría a subir tipos antes de lo previsto”, añade Carsten Brzeski, de ING. “Si las incertidumbres sobre la economía no se despejan rápidamente, su nombramiento sería mal recibido por el mercado”, cierra Francisco Vidal, de Intermoney.

“Me gusta”, Juncker sobre Jens Weidmann, al que otros llaman “el hombre equivocado para el BCE”

Weidmann, que a sus 51 años no ha perdido el aire juvenil que aportó al banco central alemán, ha ido moderando su discurso respecto a la época en la que decía no a todo. Y parece razonable pensar que si llega a ponerse el gorro del BCE no actuará igual que con el gorro del Bundesbank. La duda es si el cambio llega demasiado tarde. Y si es creíble.

“La fase actual de bajos tipos de interés no puede convertirse en un estado permanente”, decía en 2013 al Bild, epicentro de los ataques a Draghi. Desde que pronunció esas palabras han pasado ya seis años. Y los tipos van a continuar en mínimos por un periodo prolongado. Podría ser la paradoja final que Weidmann fuera el responsable de explicar a los ahorradores alemanes la necesidad de alejarse de la ortodoxia.

A Draghi le preguntaron esta semana si temía un sucesor que no respetara su promesa de salvaguardar el euro a cualquier precio. “No quiero ni siquiera considerar la hipotesis de un presidente del BCE que no actuara para preservar el euro”, respondió. Tras una pausa de segundos, pareció pensarlo mejor y añadió una frase que podía entenderse como una venda antes de la herida. “En cualquier caso, es el Consejo de Gobierno [el órgano colegiado que manda en el BCE] el que decide. No lo olvide”.

Los otros candidatos: de París a Helsinki

La carrera ha comenzado. Como muestra, un tuit: “Hay que hacer lo que hay que hacer”, escribía el pasado viernes Olli Rehn, antiguo comisario responsable de las políticas de austeridad a la Europa en crisis, hoy gobernador del Banco Central de Finlandia y aspirante a ocupar el trono de Fráncfort. Rehn se refería al discurso del día anterior de Mario Draghi. En la rueda de prensa que dio en Vilnius, el presidente del BCE amplió el abanico de posibilidades para impulsar una economía de capa caída, y barajó incluso bajar aún más los tipos de interés o retomar el programa de compra de deuda milmillonaria que concluyó el pasado diciembre.

En su tuit, Rehn justificaba la posible adopción de estas medidas con la incertidumbre causada por el proteccionismo y la baja inflación. Rehn —una especie de Weidmann bis para el caso de que la candidatura del alemán fuera intragable en algunos países del sur— se postula como un halcón que puede convertirse en paloma. 

Pero Rehn no está solo. Le acompañan en la terna el también finlandés Erkki Liikanen (también ex gobernador central y ex comisario europeo) y los franceses Benoît Cœuré (miembro del Consejo de Gobierno hasta el 31 de diciembre, lo que plantea problemas para ser presidente porque los dos cargos se solaparían) y François Villeroy de Galhau (actual gobernador del Banco de Francia).

“Las opciones de Weidmann son hoy mucho mayores que hace un año, cuando muchos lo daban por descartado. Pero la carrera está abierta. No hay ningún candidato espectacular o que parezca predestinado para el cargo”, dice Carsten Brzeski, economista jefe de ING Alemania.

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Sobre la firma

Luis Doncel
Es jefe de sección de Internacional. Antes fue jefe de sección de Economía y corresponsal en Berlín y Bruselas. Desde 2007 ha cubierto la crisis inmobiliaria y del euro, el rescate a España y los efectos en Alemania de la crisis migratoria de 2015, además de eventos internacionales como tres elecciones alemanas o reuniones del FMI y el BCE.

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