Italia y la deuda
El Gobierno italiano ha elegido la vía griega de Tsipras y Varoufakis en vez de la habitual manca fineza
Pasadas las elecciones, la Comisión Europea ha decidido proponer que Italia vuelva a entrar en el protocolo de déficit excesivo. El país cerró 2018 con un déficit del 2,1% del PIB, por debajo del 3% del Pacto de Estabilidad. Pero en 2012 los países miembros firmaron el Pacto Fiscal en el que se comprometían a reducir la deuda pública al 60% del PIB en los próximos 20 años.
La Comisión estima que en 2020 la deuda italiana aumentará al 135% del PIB, y eso implica una reducción de 3,75 puntos de PIB anual durante 20 años. El pacto es un disparate en términos económicos y obliga a un país al borde de la recesión a hacer un ajuste fiscal brutal que provocaría fuga de capitales y otra crisis del euro.
Pero Europa era como un pollo sin cabeza en 2012 y el Gobierno italiano ha elegido la vía griega de Tsipras y Varoufakis en vez de la habitual manca fineza. La diferencia es que la deuda pública griega eran 200.000 millones de euros y la de Italia es de 2,3 billones.
La pelota está en el Eurogrupo. Lo normal es que se llegue a un acuerdo para evitar el choque de trenes. Pero en Italia hay de nuevo inestabilidad en el Gobierno y posibles elecciones anticipadas. Con Salvini liderando las encuestas, una nueva campaña con Europa como chivo expiatorio de todos los males de los italianos recuerda mucho a Grecia en 2015. Los tipos de interés de la deuda italiana superan el crecimiento del PIB, y por eso la deuda crece. Italia necesita mandar un mensaje de confianza a los inversores para reducir su prima de riesgo por debajo de 200 puntos. Y necesita crecer pero no tiene margen fiscal para subir el déficit y la deuda.
España ha salido del protocolo de déficit excesivo por primera vez desde 2009. Nuestro tipo medio de emisión de deuda pública está próximo al 0% y nuestro PIB crece por encima. Esto permite reducir la deuda al haber conseguido equilibrio fiscal primario. Pero nuestro déficit estructural es el mayor de Europa y por el Pacto Fiscal nos comprometimos a reducirlo por debajo del 1%. Lejos de reducirlo, lo hemos aumentado desde 2013 con una política fiscal expansiva con el PIB creciendo casi el doble que su potencial. El agujero está en la Seguridad Social, que con los mismos afiliados que antes de la crisis tiene un déficit de 18.000 millones y su gasto crece en 2019 al 8% tras la subida aprobada por PP y Ciudadanos en los presupuestos del pasado año.
El dato de afiliados a la Seguridad Social de mayo, eliminando el efecto estacional, aumentó en 25.000 empleos, o sea, 300.000 anualizados, la mitad que en el primer trimestre. Y entre enero y mayo se han creado 43.000 empleos menos que entre enero y mayo de 2018. Mientras, los españoles debatimos si una subida del salario mínimo del 22% tiene impacto negativo sobre la creación de empleo y si hay que subirlo aún más. País, que diría Forges.
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