La victoria del PSOE y las lecturas entre mitin y mitin
Los socialistas españoles han ganado con un programa europeísta y muy atractivo no solo para los electores de izquierdas, sino también para los de centro que no se identificaban con Ciudadanos
La victoria del PSOE en las elecciones generales del 28 de abril es sin duda una gran noticia para la socialdemocracia europea, en estado de abatimiento casi permanente por sus malos resultados en las urnas desde hace ya algunos años. Así lo demuestra la alegría no contenida con la que ha sido recibida por sus integrantes, empezando por su candidato a presidir la Comisión, Frans Timmermans.
Es verdad que el triunfo en un país no tiene por qué significar necesariamente un cambio de tendencia en el conjunto de la Unión, si no va seguido de otros que corroboren que el viento cambia de dirección en varios lugares al mismo tiempo.
Sin embargo, desde septiembre de 2018 comienzan a percibirse señales en ese sentido, entre las que cabe destacar la victoria -por la mínima- de la socialdemocracia sueca, corroborada luego por su capacidad de converger con parte del centroderecha a la hora de impedir el acceso de los extremistas a una mayoría de gobierno, la primera plaza -con una mayoría muy relativa- alcanzada por los socialistas finlandeses, que encabezarán un ejecutivo de coalición y, finalmente, las buenas previsiones para Dinamarca y Portugal, que votarán a lo largo de 2019.
Además, en esta ocasión, los socialistas han vencido con claridad y lo han hecho en uno de los cuatro grandes de la eurozona. Lo que significa que la transmisión de los resultados ha saltado las barreras nacionales e idiomáticas (pocos se enteraron de lo ocurrido en Suecia o Finlandia, por ejemplo) y han copado los titulares de los medios de comunicación en toda la UE.
Pero la relevancia europea de la victoria del PSOE no solo tiene que ver con el tamaño de España, sino con haberlo hecho frente a una centroderecha radicalizada y a una extrema derecha que aparecía por primera vez con expectativas electorales desde la recuperación de la democracia y con un discurso antieuropeo y reivindicativo del pasado fascista.
Frente a todo ello, los socialistas españoles han ganado con un programa nítidamente europeísta y muy atractivo no solo para los electores de izquierdas, sino también para los de centro que no se identificaban con la campaña de Ciudadanos y su objetivo de llegar a La Moncloa a la andaluza.
el PSOE ha recolectado con éxito votos de Ciudadanos y de Podemos, manteniendo todos los suyos
Es seguramente ahí donde reside la principal experiencia para los socialistas europeos: es posible ser la primera fuerza política sin necesidad de abandonar los postulados propios, pero siendo capaces de presentar un proyecto hegemónico que muchas personas no ideológicamente de izquierdas identifiquen como un programa nacional favorecedor de los intereses de una amplia mayoría de ciudadanos trabajadores en el más amplio sentido de la palabra.
Esto es, no volviendo ni por asomo a la ‘Tercera Vía’ (que muchos votantes de izquierdas identificaron con razón con una transformación neoliberal de los partidos socialistas) pero tampoco abrazando las propuestas de la izquierda populista. De ahí que el PSOE haya recolectado con éxito votos de Ciudadanos y de Podemos, manteniendo todos los suyos.
El ciclo electoral nacional tiene ahora una segunda vuelta por delante, en la que el PSOE tendrá que aplicar el mismo pensamiento para completar su victoria, porque en un país federal como España gobernar en comunidades autónomas y ayuntamientos adquiere una importancia fundamental, lo mismo que ayudar a conformar un Parlamento Europeo capaz de seguir actuando como vanguardia de la profundización política de la UE.
Leer estos días a Gramsci o a Arthur Rosenberg puede ser un útil ejercicio de relajación y reflexión entre mitin y mitin para los candidatos del PSOE, e incluso para los de los partidos perdedores.
* Carlos Carnero es director gerente de la Fundación Alternativas y ex eurodiputado
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