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Los bancos centrales de España, Francia y Alemania avisan de la ralentización de la economía

Los tres supervisores rebajan sus previsiones de crecimiento para este año ante el empeoramiento del sector exterior

Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, en una imagen de archivo.
Jens Weidmann, presidente del Bundesbank, en una imagen de archivo. Alex Kraus (Bloomberg)

El optimismo económico se ha ido disipando según avanzaba 2018. A dos semanas para acabar el año, los bancos centrales preparan el terreno para la llegada de un crecimiento más lento. El Bundesbank corrigió este viernes a la baja cinco décimas su previsión de PIB para Alemania para 2018; el banco central de Francia, recortó una décima su pronóstico. Y aunque el supervisor español cree que España aguanta mejor que sus socios, también rebaja su pronóstico una décima, hasta el 2,5%.

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La corrección más drástica en las proyecciones económicas es la del banco central de Alemania: espera que este año acabe con un alza del PIB del 1,5%, cinco décimas menos de lo que auguraba en junio. Y para 2019 el tijeretazo es de tres décimas, al 1,6%. La locomotora europea se frena, aunque el Bundesbank insiste en que el bache es temporal y el crecimiento será “sólido”.

La economía más fuerte de la zona euro ya mostró signos claros de que algo lastraba sus alas en el tercer trimestre: su PIB, que en los dos primeros trimestres del año había crecido a un ritmo cómodo del 0,5%, marcó repentinamente una caída del 0,2%. La oficina federal de estadística lo achacó entonces a la caída de las exportaciones en el contexto de la guerra comercial desatada por EE UU. El Bundesbank admitió este viernes que el tropiezo fue “un revés”, agravado por “dificultades temporales” en el sector del automóvil, la joya de la corona industrial de Alemania. “Hubo pérdidas de producción extensivas en la industria automovilística como resultado de problemas considerables relativos a la aplicación de un estándar exhaustivo para medir las emisiones”, aseguró el organismo que preside Jens Weidmann en un comunicado.

A los pulsos comerciales y las dificultades que atraviesa la fabricación de coches diésel, se suma un consumo interno que no despega al mismo ritmo que los sueldos. Y en su robusto mercado laboral también se atisban problemas: la población envejece y para ciertas labores falta mano de obra especializada. Además, disminuye la demanda de vivienda “y la propensión de las empresas a invertir”. Aun así, el Bundesbak confía en que en 2019 “el estímulo adicional de la política fiscal acomodaticia” les ayudará a crecer un 1,6%. “El gasto más alto se planea sobre todo en pensiones, atención médica y atención a largo plazo, así como en educación, infraestructura de transporte, seguridad nacional y defensa”, apunta.

Los ‘chalecos amarillos ’

En Francia el tijeretazo en las previsiones ha sido inferior: una décima, hasta el 1,5% este año y al 1,6% el próximo. Pero el contexto también despierta preocupaciones. La crisis de los chalecos amarillos, según el banco central galo, ha influido. “Tras un comienzo débil en 2018, el crecimiento económico francés se aceleró en el tercer trimestre del año. Sin embargo, los indicadores económicos recientes sugieren que puede volver a disminuir temporalmente en el último trimestre, especialmente como resultado de la interrupción de la actividad causada por las protestas de los chalecos amarillos. Se espera que el PIB crezca un 1,5% en 2018 después de un crecimiento del 2,3% en 2017”, señaló el Banco de Francia. Como en Alemania, también el organismo galo dice que la situación se debe a un bache “temporal”. Y para 2019 calcula que el PIB crecerá otro 1,5%. “Las reformas en curso, en particular si continúan, podrían traducirse en una mayor caída en el paro estructural y un mayor impulso al crecimiento hasta 2021”, apunta.

Por su parte, el Banco de España también restó una décima a sus previsiones, hasta el 2,5% este año. España seguirá registrando uno de los crecimientos más vigorosos de la zona euro, pero punto a punto se aleja de la cota del 3% de años anteriores. La economía resiste un poco mejor, en parte por el mayor gasto público en subidas de salarios y pensiones. Pero las medidas del BCE ya no arrojan grandes mejoras en las condiciones de financiación. También observa que la aportación negativa de la demanda exterior ha alcanzado en 2018 “una magnitud significativa”, si bien se cree que mejorará en el futuro.

En opinión del banco, las exportaciones se han visto afectadas por la ralentización del comercio mundial, el encarecimiento del petróleo hasta el pasado otoño, la apreciación que tuvo el euro y la mejora de los destinos turísticos que compiten con España. Además, detecta “un posible agotamiento de los efectos positivos del proceso de ganancia de competitividad que se ha observado tras la crisis”. Lo cual, según señala, “debe constituir un foco de atención”.

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