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Asia consuma la integración comercial

La región avanza. al margen de EE UU y su política proteccionista, en la creación de un gran espacio con menores aranceles

Puerto en Tokio, Japón.
Puerto en Tokio, Japón. Toru Hanai (REUTERS)

Ciertos vientos proteccionistas de Occidente dificultan, pero no frenan, el avance del libre comercio en Asia. Dos grandes acuerdos, uno a punto de entrar en vigor y otro en plena negociación, muestran la resolución del continente de continuar con la integración sin la tutela de EE UU, fuera del proceso. Un escenario que ha dejado margen a China para reforzar su papel de líder regional y defender su cuestionable relato: el de presentarse como nuevo adalid del multilateralismo.

El próximo 30 de diciembre entrará en vigor el Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (el CPTPP, más conocido como TPP11) después de cumplirse el requisito de que sea ratificado en más de la mitad de los países firmantes. El acuerdo resurgió —tras un sonoro desplante de Estados Unidos al texto original— gracias al ímpetu mostrado por los países restantes, especialmente Japón, para sacarlo adelante. Sus efectos liberalizadores serán menores al quedar fuera la mayor economía del mundo, pero su aplicación logrará, bajo supuestos conservadores, aumentar los ingresos de los países miembros en un 0,87% de media hacia el año 2030, según el Banco Mundial. Estos cálculos consideran que Vietnam será el más beneficiado por el acuerdo (2,8%) y México el que menos ganaría (0,13%) por esta reducción de aranceles y marco de inversión común.

Pekín ha aprovechado para presentarse como adalid del multilateralismo

Más allá de lo puramente comercial, la decisión de Donald Trump de retirarse de este acuerdo ha dañado la credibilidad de EE UU ante sus aliados asiáticos y China ha aprovechado para proyectarse como el nuevo gran defensor del libre comercio. “¿Se da cuenta la gente en Washington de que la política actual es contraria al interés fundamental de Asia? Cuando EE UU decidió retirarse del TPP, fue un gran golpe para la región”, apuntaba Tommy Koh, exembajador de Singapur para las Naciones Unidas, durante un foro en noviembre en la ciudad-Estado asiática en los márgenes de la cumbre de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN).

De hecho, el otro megatratado en cuestión es la Asociación Económica Integral Regional (RCEP, en sus siglas en inglés), que fue auspiciado por Pekín en 2013. Compuesto por los diez países de la ASEAN más China, Japón, Australia, India, Corea del Sur y Nueva Zelanda, su firma cambiaría las reglas del juego para sus participantes, convirtiéndose en el mayor tratado de libre comercio firmado hasta la fecha en términos de población y porcentaje de la economía mundial.

Aunque las negociaciones son lentas —el objetivo inicial era que se firmara en 2015, y la reciente cumbre de la ASEAN decepcionó porque un anticipado acuerdo no se alcanzó—, parece que hay motivos suficientes para confiar en que salga adelante el próximo año, como se han propuesto sus miembros. Por una razón fundamental: la guerra comercial ha aumentado el ansia de buscar alternativas (como en este caso la RCEP) que amortigüen sus consecuencias. “China se mantiene muy positiva hacia la RCEP. Y ahora India y Japón también. Creo que están de acuerdo en que lo que EE UU hace genera incertidumbre, y eso les hace ver mejor la RCEP, lo que facilita las negociaciones”, dice Ding Yifan, investigador del Centro de Investigaciones para el Desarrollo del Consejo de Estado chino.

Pero hay aún muchos detalles a negociar. Hasta ahora, sus miembros solo han llegado a un acuerdo sobre cinco de los dieciocho capítulos del tratado. Las principales desavenencias giran en torno a cuánto está dispuesto cada país a bajar sus tarifas y qué industrias quedarán fuera del tratado para proteger ciertos sectores. El acceso al mercado agrícola es, por ejemplo, un asunto delicado para India, Australia o Nueva Zelanda. India, a su vez, pide más libertad de movimiento para sus trabajadores, algo que ciertas economías de la ASEAN no parecen dispuestas a conceder, según apunta Kaewkamol Pitakdumrongkit, de la Escuela de Estudios Internacionales Rajaratnam (RSIS) de Singapur.

El continente se siente abandonado por Washington desde el triunfo de Trump

No obstante, los réditos superarían con creces las posibles pérdidas; se trata de un acuerdo que abarcaría al 50% de la población mundial y cuyos beneficios podrían ser casi el doble que los generados por el TPP11, según cifras del RSIS. De firmarse, China ganaría una partida importante. Primero, por ver facilitado el acceso de sus productos a mercados con gran potencial como el indio o el japonés; segundo, por ver despejadas parte de las dudas que cunden sobre su compromiso con el libre comercio. Aunque esto no convenza a todos; desde algunos países asiáticos también se observan los movimientos de Pekín como un intento de sobreescribir a su antojo las normas que dictan el sistema multilateral. “China está desesperada por cambiar la narrativa alrededor de sus prácticas comerciales y de inversión. Y eso finalmente está derivando en algunas acciones concretas”, exponen desde la consultora Trivium.

EE UU, en cambio, pierde posiciones. Representando a Trump en las recientes cumbres de la ASEAN en Singapur y la APEC en Papúa Nueva Guinea, el vicepresidente Mike Pence se escudó en algunas cifras para defender la permanencia de EE UU en el continente: entre ellas, que la inversión directa en la región ronda los 1,4 billones de dólares. Washington también anunció en julio un paquete de 113 millones para gastos en infraestructura en la zona, como alternativa a la Nueva Ruta de la Seda de Pekín. Pero los planes de EE UU no acaban de convencer. Sus envites comerciales a China o el reciente plantón de Trump a sendas cumbres asiáticas son vistos con suspicacia por una región que se siente abandonada desde que éste llegó a la Casa Blanca. “Salirse del TPP11 es visto por la comunidad empresarial como uno de los mayores errores cometidos por una administración estadounidense. Y ni siquiera hemos empezado a ver las consecuencias”, afirma Michael Michalak, vicepresidente del consejo de negocios EE UU-ASEAN.

Principales magnitudes

CPTPP. El Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico (CPTPP), afecta a 11 países (Canadá, México, Chile, Perú, Singapur, Malasia, Brunéi, Japón, Australia, Nueva Zelanda y Vietnam) que tienen un peso del 13,4% en el PIB mundial y una población conjunta de 495millones de personas. Está firmado y ratificado por siete países y está pendiente de entrar en vigor el próximo 30 de diciembre.

RCEP. La Asociación Económica Integral Regional (RCEP) incluye a 16 países (Indonesia, Malasia, Tailandia, Myanmar, Brunéi, Singapur, Filipinas, Camboya, Vietnam, Laos, Australia, Nueva Zelanda, Japón, China, Corea del Sur e India). Está aún en negociación y se espera que se firme en 2019.

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