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Los analistas mexicanos discrepan sobre el impacto de una potencial ruptura del TLC

Los bancos del país norteamericano siguen viendo la continuidad del tratado como el escenario más probable

Ignacio Fariza
El secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo, este martes.
El secretario de Economía de México, Ildefonso Guajardo, este martes.E. G. (REUTERS)

La ruptura del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC) es, en este momento, un escenario temido y posible a partes iguales. Estados Unidos, México y Canadá encaran a partir de este viernes una nueva ronda de conversaciones marcada por la incertidumbre en torno al mayor pacto comercial del mundo: las últimas propuestas de la Administración Trump han tensado al máximo la cuerda y han llevado la renegociación a una encrucijada de difícil salida. En este contexto, se suceden las previsiones económicas que anticipan las posibles consecuencias de que el pacto acabe hecho añicos para la segunda mayor economía de Latinoamérica. Y la nota predominante es la gran disparidad de criterios entre sí. La mayoría de bancos y casas de inversión mexicanas, que en estas fechas presentan sus previsiones económicas de cierre de año, solo coinciden en una cosa: que, pese a la fase de máxima tensión que atraviesan las mesas negociadoras y las propuestas “poco convencionales” puestas encima de la mesa por EE UU, el escenario base sigue siendo un nuevo acuerdo.

De entre los últimos análisis publicados, el más optimista es el mayor banco de México, BBVA Bancomer, que prevé un impacto sobre el crecimiento económico de entre cinco y ocho décimas. Eso dejaría la tasa de expansión del PIB para 2018 en un rango de entre 1,2% y 1,5%, con un efecto “mucho menor” en 2019 y casi totalmente disipado en 2020. “No vemos un escenario de recesión en México ni siquiera si se rompe el TLC”, subraya el economista jefe de la entidad, Carlos Serrano, que sostiene que la ruptura del tablero sobre el que se desarrolla el comercio en América del Norte desde 1994 apenas se dejaría sentir sobre los intercambios trilaterales –salvo en sectores muy concretos, como el de producción de pick ups, que se vería sujeto, de la noche a la mañana, a un arancel del 25%–.

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Los cálculos de la entidad financiera descansan en el supuesto de que Washington permaneciese en la Organización Mundial del Comercio (OMC), con lo que las normas de este ente prevalecerían en los intercambios entre México y EE UU. En ese escenario, las exportaciones mexicanas a su vecino del norte pasarían a tener un arancel medio del 3,5% (frente al 0% actual), algo asumible por los productores habida cuenta de que el sector manufacturero mexicano tiene hoy una estructura de costes un 35% más competitiva que su par estadounidense. “De hecho, muchos fabricantes ya pagan esos aranceles hoy para evitar la burocracia o, directamente, no tener que cumplir las reglas de origen [que fijan el porcentaje mínimo de insumos nacionales en un producto para que no tener que pagar tarifas]”, agrega Serrano. Según sus cifras, con la depreciación que sufriría el peso mexicano, el déficit entre ambos países –“que tanto molesta a Trump”–, lejos de reducirse se ampliaría al ser aún rentable producir en México.

Si, por el contrario, el presidente estadounidense no se limitase a destruir el TLC y decretase la salida de su país de la OMC –algo poco probable, según el jefe de análisis económico de BBVA Bancomer– el escenario cambiaría por completo y los riesgos pasarían de ser meramente regionales a convertirse en mundiales. “Si EE UU dejase la OMC, el régimen comercial construido en la posguerra se vendría abajo”, apunta Serrano.

Algo más pesimistas se muestran los analistas del Banco Santander, que pronostican un recorte de ocho décimas en el crecimiento económico mexicano en 2018 en caso de ruptura del tratado. La expansión de la economía mexicana se quedaría en el 1,9% del PIB, frente al optimista 2,7% del escenario base. Pero lo más grave llegaría un año después, cuando el crecimiento bajaría hasta el 1% –lo que, a tenor del crecimiento de la población, supondría una expansión nula del PIB per cápita–. Eso, en caso de que EE UU permaneciese en la OMC y las reglas de esta rigiesen el comercio entre ambos países, “el escenario más probable”, según la entidad de origen español. Ahí, la depreciación adicional y el buen momento que atraviesa la economía estadounidense mitigarían buena parte del efecto negativo para México.

Si, por el contrario, Washington abandonase la OMC, las bases del comercio mundial saltasen por los aires y se desatase una guerra comercial entre México y la primera potencia mundial, el Santander pronostica un desplome del 2,6% de la economía nacional en 2019, en buena medida por la relocalización en EE UU de muchas plantas manufactureras que hoy están en el país latinoamericano.

Pero el cálculo más pesimista para la economía mexicana en caso de ruptura del TLC lleva la rúbrica del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), que prevé un impacto negativo de entre un 1,5% y un 2,5% en caso de ruptura del tratado sin diferenciar entre el escenario de regreso a la normativa OMC o un cambio total en las reglas del juego. El revés supondría la entrada de México en recesión y se vería, según su análisis, “agravado por una mayor inflación y el retraso en la implementación de una política económica enfocada a fortalecer el mercado interno” mexicano. “Las políticas económicas y públicas aplicadas desde 1982 están rebasadas y son insuficientes para romper el ciclo económico de crecimiento de 2,4% de los últimos 35 años. Esta cifra, por sí sola, refleja la debilidad del sistema productivo mexicano, que está particularmente vulnerable para enfrentar los retos de 2018”, cierra el director del IDIC, José de la Cruz.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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