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Columna
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La ‘isla energética’ ibérica que obsesiona a Nadal

El ministro lanza una nueva ofensiva para impulsar las interconexiones eléctricas con Francia, a la que se exige mayor compromiso

Miguel Ángel Noceda
El ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal.
El ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal.Emilio Naranjo (EFE)

El pasado lunes el ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal, se reunió con al titular de Energía de Argelia, Mustafá Guitouni, en una visita relámpago propiciada por la celebración del 30º aniversario de la compañía española Cepsa en el país norteafricano. Para Nadal representaba la primera visita a Argelia, principal suministrador de gas natural a España, tras la renovación del Gobierno que Abdelaziz Buteflika realizó hace apenas un mes en la que Guitouni sustituyó a Noureddine Boutarfa, que precisamente había estado con Nadal en Madrid solo unos días antes de su relevo.

Pese a que apenas estuvo tres horas en territorio argelino, Nadal y Guitouni pudieron departir durante casi dos aprovechando el traslado en coche desde el aeropuerto de Argel hasta el hotel Sheraton, donde comparecieron ante la prensa y se hicieron la foto de rigor. Y más allá de las palabras protocolarias y la necesidad de mantener “las buenas relaciones” entre los dos países, el ministro argelino planteó en privado a su homólogo español el interés de hacer una conexión eléctrica entre la península y su país, como ya existen para el gas. Argelia está necesitada de mejorar el suministro eléctrico tanto urbano como para impulsar su industria (en horas punta alcanza 17.000 megavatios mientras en España se superan los 42.000 cuando la diferencia de habitantes no es tan grande: 40 millones por 45 de España).

Para España es importante mantener esas buenas relaciones por el suministro del gas argelino. A Argelia le interesa España porque es, tras Francia, el principal destino de sus exportaciones. La petición de la conexión eléctrica no es nueva. Sin embargo, la respuesta española siempre ha sido la misma: mientras no haya mayor interconexión con Francia (y, por tanto, con la UE) no puede aventurarse a la conexión con Argelia.

Resulta curioso que tratándose de Argelia se desemboque en la conexión eléctrica con Francia. Se vuelve a poner sobre la mesa la eterna canción de potenciar las conexiones por los Pirineos, que por otra parte es algo que forma parte de la agenda europea y, como recordó Nadal, es “fundamental para definir la carta de la energía”. Es una cuestión recurrente en las relaciones bilaterales entre España y Francia y, siempre que se plantea, recibe buenas palabras y pocos hechos. La última vez fue en la reunión entre Mariano Rajoy y el presidente francés, Enmanuel Macron, con motivo de su primer encuentro tras ganar este las elecciones. El problema llega cuando pasa aguas abajo y entra en los despachos de los técnicos, donde los dirigentes españoles siempre han encontrado falta de compromiso.

Argelia solicita un enlace submarino al que España no puede comprometerse por la falta de conexiones por el norte

La cosa, sin embargo, solo pasa a mayores cuando truena. Por ejemplo, al inicio de este año cuando, como consecuencia de la paralización de más de un tercio de las nucleares francesas y la ola de frío que abatió Europa, Francia se quedó desabastecida, España no pudo suministrar energía. Sonaron las alarmas; pero por poco tiempo. Algo parecido pasa con el gasoducto, del que España espera conectar con la red europea.

Presiones

Ahora, con el brío del ministro Nadal, parece que el Gobierno español está dispuesto a tomar la palabra de Macron y negociar duro ante la Comisión Europea. Hasta el punto de que ha comunicado su intención de vincular la interconexión con los objetivos de renovables trazados por Bruselas. En el último Consejo Europeo de Energía y de la mano de Portugal, logró introducir el debate sobre las interconexiones. Es decir, que si sigue encontrando trabas a la conexión con la red europea aminorará su presión para el desarrollo de las energías alternativas, cuyo objetivo es alcanzar el 27% de generación eléctrica en 2030.

Rajoy y Macron volvieron a declamar la importancia en su reciente encuentro

España y Portugal suponen, en la práctica, una isla energéticas y, como tal, “incurren en más costes para alcanzar los objetivos generales relativos a la legislación energética en trámite en la UE”, según se ha expresado Nadal. Esa circunstancia debería tenerse en cuenta, a su juicio, en los planteamientos europeos, que fijaron que las interconexiones eléctricas alcanzaran al menos el 10% en 2020 y el 15% en 2030 por “el interés común europeo”.

La meta está complicada de alcanzar. En la actualidad la interconexión apenas llega al 3%, lo que queda lejos del 10% mínimo. La conexión en febrero de 2015 de la conexión por Girona, que inauguraron Rajoy y el entonces primer ministro francés Manuel Valls, fue un hito por su excepcionalidad y trascendencia, ya que puso fin a 30 años de desvelos y desencuentros; pero solo sirvió para duplicar la existente hasta entonces (de 1.400 a 2.800 megavatios, o lo que es lo mismo del 1,5% al 3%). Hay en marcha otras tres conexiones. La más próxima es la que se extiende por el Golfo de Vizcaya. Cuando se conecte, previsiblemente en octubre, el intercambio llegará a 4.800 megavatios, lo que viene a representar en torno al 4,5%. Las otras dos planteadas se ubican en el pirineo aragonés y en el navarro, pero todavía no pasan del diseño.

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Sobre la firma

Miguel Ángel Noceda
Corresponsal económico de EL PAÍS, en el que cumple ya 32 años y fue redactor-jefe de Economía durante 13. Es autor de los libros Radiografía del Empresariado Español y La Economía de la Democracia, este junto a los exministros Solchaga, Solbes y De Guindos. Recibió el premio de Periodismo Económico de la Asociación de Periodistas Europeos.

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