México cede ante EE UU para evitar aranceles en la exportación de azúcar
La solución del litigio comercial allana el camino para la próxima renegociación del TLC
México y Estados Unidos ya tienen un nuevo marco que regulará los intercambios de azúcar entre ambos países. Tras meses de intensas negociaciones, las delegaciones de ambos países han sentado este martes en Washington las bases del acuerdo, que estará vigente durante los próximos años. El pacto había quedado perfilado el lunes, pero una serie de detalles técnicos y la presión de los productores estadounidenses para que la redacción final se ajustase a sus intereses forzaron a ambas delegaciones a posponer hasta hoy la conferencia de prensa en la que se ha escenificado la fumata blanca. Ahora empezarán a reescribir el acuerdo político para convertirlo en ley tanto en México como en EE UU. En el transcurso de ese proceso, ambas partes tendrán que convencer a sus respectivas industrias de las bondades del texto.
La letra pequeña del pacto establece una cuota de azúcar refinada sobre el total de exportaciones de México notablemente más baja a la actual, una clara concesión a los refinadores estadounidenses que conseguirán aumentar la carga de trabajo en los próximos años. A cambio de esta cesión, las autoridades mexicanas logran esquivar el temido arancel, que habrían hecho mucho daño a su industria cañera; hacen explícita su condición de país de primera oferta –ante cualquier aumento de la demanda en EE UU, su vecino del sur será el país encargado de suministrar el azúcar adicional para este mercado– y obtienen un precio de intercambio ligeramente superior al actual –lo que debería beneficiar, en primera instancia, a los productores mexicanos–. Hoy, México exporta casi un millón de toneladas de azúcar al año –entre cruda y refinada– a su principal socio comercial, la sexta parte de su producción total.
"El acuerdo permite las exportaciones al mismo volumen y el precio acordado protege a agricultores y refinadores", ha subrayado el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo en la rueda de prensa conjunta con su homólogo estadounidense. En la misma línea, el titular de Comercio de EE UU, Wilbur Ross, ha destacado que el nuevo pacto aporta una protección adicional de los agricultores y refinadores estadounidenses y asegura un tratamiento "justo", uno de los mantras de la Administración Trump en materia comercial. "México ha acordado casi todas las peticiones de la industria", ha añadido
El comercio bilateral de azúcar entre ambos países sigue un régimen de cuotas. El 53% del azúcar que llega desde México es refinada y el anterior marco normativo fijaba este límite en el 40%. Ahora se acuerda rebajarla al 30% para tratar de calmar los ánimos de las empresas refinadoras en EE UU, que aumentarán la carga de trabajo en sus plantas. Esa cifra es un punto intermedio entre lo que pretendían las autoridades mexicanas y lo que buscaban lograr sus pares estadounidenses (entre el 10% y el 15%).
Estados Unidos no produce el azúcar suficiente para atender la demanda de su industria alimentaria y de los consumidores así que necesita de México para cubrir ese vacío. Pero las compañías que se dedican a refinar la materia prima acusan a sus rivales al otro lado de la frontera de recibir subsidios que le dan una ventaja injusta, por eso exigían medidas para equilibrar el mercado. En base al nuevo acuerdo anunciado este martes, el Gobierno mexicano se compromete a elevar las medidas de vigilancia para asegurar la aplicación de las medidas pactadas. Si se violan los términos del pacto, EE UU procederá a reducir la cantidad de azucar importada de una manera significativa.
Lo que está por ver ahora es la reacción de todas las industrias afectadas a ambos lados de la frontera. Las compañías que consumen la materia prima, en su mayoría estadounidenses, quieren también precios bajos y refinar una mayor cantidad de este edulcorante en EE UU puede suponer un encarecimiento del producto final. Por su parte, pese a la confianza del Gobierno mexicano en que sus productores no se verán afectados, los azucareros del país latinoamericano tampoco parecen tenerlas todas consigo con la reducción en la cuota de azúcar refinada. “Será un golpe fuerte”, vaticinaba el lunes el presidente de la azucarera mexicana Sucroliq, Enrique Bojórquez. Otra figura importante del sector, el jefe de la patronal cañera, Carlos Blackaller, también avisó días atrás de los riesgos de un mal acuerdo y abogó por imponer medidas restrictivas sobre la fructosa que México importa de EE UU.
Willbur Ross e Ildefonso Guajardo empezaron a negociar directamente en marzo, dos meses después de la toma de posesión de la nueva Administración estadounidense. El litigio sobre el azúcar es visto por algunos analistas como el anticipo de lo compleja que será la negociación para la revisión del acuerdo de librecambio entre EE UU, México y Canadá. El Gobierno mexicano destaca que los tres meses que llevan de negociaciones para solucionar el nuevo acuerdo marco del azúcar han servido para “construir confianza y credibilidad”, lo que califica de “una gran inversión” para la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC). Ross, por su parte, ha destacado la "honestidad" que ha presidido las conversaciones y el "nivel de confianza mutua" alcanzado por ambos países. "Es la muestra de que podemos alcanzar un acuerdo", ha augurado.
La renegociación del TLC echará a andar como pronto a mediados de agosto, tras un periodo de consulta de 90 días. Dado lo apretado del calendario político –con elecciones federales en México en julio del año que viene y la necesidad de Donald Trump de vender a su electorado una victoria, por pírrica que sea, tras las muchas derrotas cosechadas en los últimos meses– la voluntad expresada en público por los tres socios es ir rápido y llegar a un acuerdo antes de que termine el año en curso o, a lo sumo, en enero el 2018.
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