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México se aferra al ‘oro verde’

Los ingresos procedentes de la exportación de aguacate crecen año tras año y se consolidan como una importante fuente de divisas

Ignacio Fariza
Un puesto de aguacates en el mercado capitalino de la Merced.
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Del oro negro al oro verde. Con una producción petrolera —hace no tanto el principal motor de la economía mexicana— menguante y una industria automotriz todavía en buena forma pero asediada por las amenazas de Donald Trump, el aguacate emerge y aumenta su peso año tras año. La fruta mexicana por excelencia ya es el segundo producto del campo que más ingresos deja en la economía del país norteamericano, solo superado por el tomate, y ha recorrido el camino contrario al de cultivos tan emblemáticos como el maíz, que ha perdido peso tanto en el mercado interno como externo por su menor productividad respecto a EE UU.

El fulgurante repunte en el precio de venta final, con varias importantes subidas interanuales consecutivas que solo echaron el freno el año pasado, no ha sido óbice para la fiebre del aguacate mexicano en su principal mercado exterior, EE UU. En 15 años, el consumo medio de los estadounidenses se ha multiplicado por 2,5, una cifra sin parangón en el resto de productos hortofrutícolas. Hoy son pocos los nacionales de aquel país que no lo han incorporado a su dieta como si de un producto autóctono se tratara. Lo que empezó como una costumbre asociada a la Superbowl —la gran final de la Liga Nacional de Fútbol Americano—, ha ido ganando adeptos a medida que se iba vinculando con una dieta saludable. Y este fenómeno se traduce en buenas noticias para los empresarios y trabajadores aguacateros: seis de cada diez aguacates consumidos en el gigante norteamericano provienen de su vecino del sur, donde las hectáreas plantadas ya superan en extensión a la Ciudad de México.

El mercado estadounidense supone hoy el 80% de las exportaciones mexicanas de aguacate y las ventas al gigante norteamericano se han duplicado desde 2010. “Es muy importante para nosotros, más aún si se tiene en cuenta que solo llevamos 20 años vendiendo aguacate a este país. Se ha recorrido un camino importante”, reconoce Ramón Paz, de la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de Aguacate de México, que reúne a 20.000 agricultores y 47 firmas empacadoras. “Pero EE UU no es nuestro único cliente. En los últimos años hemos incidido mucho en Canadá (donde las ventas han crecido un 320% en seis años) y Japón (100%)”, añade.

La labor de diversificación, reconoce Paz, se ha redoblado por el temor a los efectos que la renegociación del TLCAN pueda tener sobre el sector, pero se muestra moderadamente confiado. “Somos el único país que puede exportar todo el año, gracias al cultivo en altura y a que los árboles florecen hasta cuatro veces al año. Además, ocho de cada diez aguacates consumidos en EE UU proceden de nuestro país: ni aunque quisieran podrían producir suficiente" para cubrir su demanda. Otro factor apuntala la relativa tranquilidad de los productores ante este vendaval proteccionista: "Trump se centrará en las manufacturas, no tanto en el sector primario donde tiene mucho que perder", subraya Alejandro Macías, profesor de economía regional la Universidad de Guadalajara experto en asuntos agrarios. "Además, muchos productores de California se han trasladado a México, donde empaquetan el producto que compran a agricultores locales. Presionarán para evitar que se frene el comercio", añade.

A diferencia del único producto agrícola nacional equiparable en lo que a tirón exterior se refiere, el tomate, en el caso del aguacate México mantiene un cómodo liderazgo en la cuota de mercado mundial: uno de cada tres kilos producidos en todo el mundo tiene origen en el país norteamericano, según la agencia de la ONU para la alimentación y la agricultura (FAO). Y copa la mitad del comercio mundial de aguacate. El segundo y tercer máximo productores globales, la República Dominicana y Perú, apenas le hacen sombra. Dos motivos explican este gran dominio de mercado: se dan las condiciones naturales idóneas –"no hay que olvidar que el aguacate es una fruta originaria de estas tierras", apostilla Alejandro Macías– y de cercanía a un consumidor tan potente como EE UU. "Sin embargo, no se puede descuidar que otros países como Chile, Perú o República Dominicana también están creciendo con fuerza. Aún no son una amenaza para México, pero su participación cada vez es mayor", asevera.

Unas 110.000 familias mexicanas dependen, directa o indirectamente, del sector aguacatero. "Es, con mucha diferencia, el cultivo que más ha crecido, también en términos de empleo", subraya Macías. El profesor de la Universidad de Guadalajara recuerda que en el año 2000, el aguacate ni siquiera estaba entre los diez productos agrícolas que más exportaba México. "En no mucho tiempo, será la primera", augura.

Michoacán copa la producción aguacatera

Michoacán (centro del país) sigue siendo, con diferencia, el epicentro de la producción aguacatera. Aunque en los últimos años regiones como Jalisco o el Estado de México han apostado por este cultivo, el 85% de las exportaciones sigue proviniendo de tierras michoacanas y, muy especialmente, de su sierra. Es en esa zona donde se dan tres de los fenómenos más negativos que lleva aparejado el cultivo de esta fruta: su vinculación con el crimen organizado, la tala de bosques y el consumo desmesurado de agua. "El asunto medioambiental es el más cuestionable", destaca Alejandro Macías, de la Universidad de Guadalajara. "La deforestación es dramática, muy grave. Y en algunas zonas ya está generando problemas de abastecimiento de agua: estamos exportando agua virtual a otros países", cierra.

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Sobre la firma

Ignacio Fariza
Es redactor de la sección de Economía de EL PAÍS. Ha trabajado en las delegaciones del diario en Bruselas y Ciudad de México. Estudió Económicas y Periodismo en la Universidad Carlos III, y el Máster de Periodismo de EL PAÍS y la Universidad Autónoma de Madrid.

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