En España los hogares pagan una media del 6,2% de cotizaciones sociales sobre su renta disponible. Es el porcentaje más bajo de los cinco grandes países europeos y el único de este grupo donde su peso es mayor en las familias donde hay menos ingresos, según un estudio de CC OO partiendo de datos de Euromod, una base de datos elaborada por la Universidad de Essex que recoge cifras comparables de los países europeos.
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Para llegar a esta conclusión, el estudio del sindicato divide los hogares en grupos de 10 de igual cantidad según sus ingresos (decilas) con datos de 2015. El resultado es que el primero, el de las rentas más bajas, soporta una carga de cotizaciones sobre el 14,2% de sus ingresos. En cambio, el otro extremo, el colectivo con más renta, soporta un 6,5%.
Esto es excepcional entre los grandes de Europa. En Alemania, Francia, Reino Unido e Italia, los grupos con menos ingresos soportan menos carga y esta crece conforme sube la renta, excepto en los últimos tramos. Es decir, hay una mayor progresividad en las cotizaciones. En cambio, España tiene un comportamiento anómalo: los hogares que más pagan son las dos cohortes que menos ganan (14,2% y 6,7%), a partir de ahí el resto soporta una carga entre el 4,8% y el 6,5% de los ingresos.
Descontados los países con grandes economías, pocos países tienen un comportamiento más regresivo que España. En el resto, hay dos: Grecia, donde los hogares con menos ingresos soportan unas cotizaciones del más del 34% y los que más del 13%, y Polonia, con porcentajes en los extremos del 27% y del 14,4%.

Carlos Martín, responsable del gabinete económico de CC OO, apunta que la regresividad está ligada a los topes que tienen las bases de cotización en España. El mínimo afecta sobre todo a los autónomos que independientemente de los ingresos que tengan tienen que pagar, como norma general, poco menos de 240 euros al mes (el 26,5% de la base mínima de cotización, 893,1 euros).
Por lo que toca al techo máximo, lo que sucede es que es bastante más bajo que en otros países. En 2014, un año con datos disponibles para hacer una comparación, en España el límite estaba en 43.614 euros al año. Si un trabajador ganaba por encima de esa cantidad, todo lo que la superara dejaba de cotizar. Ese año en Alemania e Italia el tope se situaba en 71.400 y 100.123 euros, respectivamente. En países como Francia o Reino Unido no hay una base máxima de cotización.
Este estudio ha servido de base para que el sindicato proponga que se eliminen los topes máximos de cotización para incrementar la financiación de la Seguridad Social. Según sus cálculos, aplicar esta medida aportaría al instituto público 7.500 millones al año. No obstante, también aumenta el coste, ya que para mantener la contributividad (correspondencia entre lo que se cotiza y lo que se cobra como jubilado), requeriría subir la pensión máxima (2.567,3 euros al mes), lo que supondría a la larga aumentar el gasto. Para evitar una decisión neutralice la otra y que haya redistribución, el sindicato propone que el incremento de los topes —si no es total— sea mayor que el de las pensiones máximas.