_
_
_
_
TYLER COWEN | Economista

“Lo máximo a lo que aspiramos es a agarrar pedacitos de crecimiento”

El profesor de la Universidad George Mason y autor del libro 'El gran estancamiento' afirma que la desigualdad es ya lo normal

Marc Bassets
El economista Tyler Cowen.
El economista Tyler Cowen.Stephen Gosling

Tyler Cowen es un economista atípico. Lee cuentos de Cortázar. Es un gastrónomo reconocido. Escribe uno de los blogs de economía más leídos, Marginal Revolution. Su casa en Fairfax, un pueblo de bosques y barrios residenciales cerca de la Universidad George Mason, donde enseña, a media hora en coche de Washington, es una especie de museo de las obras de arte que él colecciona.

El profesor Cowen, de 52 años, observa la economía de Estados Unidos y el retrato no es amable: menos ingresos para las clases medias, más desigualdades entre los ciudadanos con acceso a una educación de calidad y trabajos bien remunerados y aquellos no educados y que se conforman con trabajos precarios, una economía que no crece lo suficiente para elevar el nivel de vida de la mayoría...

"Los números revelan que en los últimos 15 años el nivel de vida medio de un hogar estadounidense típico ha caído entre el 5% y el 10%. Lo que, claro está, es malo. Me parece bastante plausible decir que bajará otro 5% o 10% más en los próximos 10 o 15 años. Lo que, claro está, también es malo. Pero mantengamos la perspectiva: no estoy diciendo que EE UU vaya a convertirse en Calcuta. Los niveles de vida de muchas personas en EE UU se encontrarán más cerca de los de Bélgica o parte de Europa occidental. Esto es malo, pero puede gestionarse: no es el fin del mundo", dice desde el sofá de su casa.

No, Calcuta no es el mejor ejemplo para hacernos una idea de cómo será EE UU y otras economías industrializadas en los próximos años. El ejemplo hay que buscarlo en otro lugar de Asia. "Creo que el mundo se parecerá un poco a lo que tenemos en Singapur. Allí el 14% de la población tiene el patrimonio de un millonario. Y esto sin contar las propiedades inmobiliarias. Es muy alto. Claro que sigue siendo una minoría, pero creo que muchos países llegarán a un punto similar, en el que no sólo el 1% de arriba del todo, sino un buen pedazo del país, será realmente bastante rico".

Cowen cree que, si se exceptúa Internet, nuestra tecnología hoy no es tan distinta de la de los años cincuenta

—¿Y el resto?

—Sus salarios se estancarán. Quizá bajen un poco.

El crecimiento lento —el gran estancamiento, por citar el título de su libro— no es consecuencia de la gran recesión de 2008. Más bien es su causa, según Cowen.

"Si usted mira las ofertas de salarios para las personas con título universitario en Estados Unidos, dejaron de crecer hacia 1999. Diría que la recesión fue causada por el crecimiento lento. Gastamos y nos endeudamos como si fuésemos a crecer un 3% y al final apenas crecimos. Lo mismo ocurrió en España. Los detalles son algo distintos, pero en general la gente creyó que las cosas iban muy bien, se endeudó y gastó mucho dinero, y resultó que no estaban tan bien. Ahora España tiene una tasa de fertilidad de cerca del 1,3, los inmigrantes vuelven a casa, ustedes y nosotros envejecemos, el presupuesto está bien hoy, pero a largo plazo, como en cualquier país desarrollado, no es tan favorable, ya no innovamos a un ritmo tan rápido, el número de start-ups y nuevos negocios ha caído, tenemos todas estas cosas tan buenas en Internet, pero, por lo demás, las cosas se han parado y lo máximo a lo que aspiramos es a agarrar pedacitos de crecimiento. Y este es el mundo en que vivimos. Yo lo llamo la nueva normalidad". España y Estados Unidos, afirma, "tienen más en común de lo que mucha gente sugiere".

En The great stagnation (El gran estancamiento), publicado en 2011, Cowen intentó explicar por qué las últimas tres recesiones habían terminado con una "recuperación sin empleo", en 1991, 2001 y 2009. Cowen sostenía que en los 300 años anteriores EE UU había prosperado gracias a una innovación tecnológica insólita, a un sistema educativo que multiplicó en pocos años la población con estudios superiores, y a enormes cantidades de tierra para cultivar y ocupar. Estas ventajas se han agotado. Cowen cree que, si se exceptúa Internet, nuestra tecnología hoy no es tan distinta de la de los años cincuenta: los sueños de coches voladores y viajes a Marte en el siglo XXI no se han cumplido; como dice el magnate de Silicon Valley Peter Thiel, amigo de Cowen: "Queríamos coches voladores, y en su lugar tenemos 140 caracteres".

El último libro de Cowen, Average is over (Se acabó la medianía), de 2013, describe un mundo en que lo que decide si uno cae a un lado u otro de la divisoria es el nivel educativo y la capacidad para trabajar con máquinas, un mundo dividido entre una élite que sale reforzada de la gran recesión y el resto que queda en la cuneta y deberá conformarse con empleos precarios e ingresos bajos.

Pero a Cowen no le gusta hablar de desigualdad. Prefiere hablar de "estancamiento de oportunidades".

Los beneficios que supone recibir una buena educación han aumentado. Esto representa un problema para algunos, pero la respuesta es elevar a más personas, no pegarle un hachazo a los que más ganan

"La gente quiere decir cosas distintas con la palabra desigualdad. Una cosa que quieren decir es el crecimiento del 1% que más gana. Para mí esto no es un problema", dice. "El segundo aspecto de la desigualdad es que los beneficios que supone recibir una buena educación han aumentado. Las personas con un buen título ganan más que las personas que sólo han acabado el instituto. Esto representa un problema para algunos, pero la respuesta es elevar a más personas, no pegarle un hachazo a los que más ganan. Así que el problema no es la desigualdad, sino las oportunidades de quienes ganan poco. Y aquí llega otro problema: como el crecimiento es lento, las personas que están abajo no suben tan rápido, al contrario que en los años cincuenta o sesenta, cuando los niveles de vida se multiplicaban por dos cada 25 o 30 años. Esto ya no ocurre".

¿Soluciones? Cowen prefiere hablar de medidas de "alivio" o "mejoras" que de soluciones. "Si miras a lo que gastan las personas que no son ricas, sus principales problemas son el alquiler que pagan o la casa, la educación y la cobertura sanitaria. En todos estos sectores los precios han subido durante bastante tiempo", dice. Ser pobre es caro en EE UU. La mejora en la vivienda en este país, dice, pasa por la desregulación. "Más cosas en mi país deberían ser como en Texas, donde construir es más fácil, los alquileres son más bajos y las personas pobres en comparación están mejor". Sobre los costes de la sanidad, que en este país es privada excepto para las personas con menos ingresos y los mayores de 65 años, "está por ver qué ocurrirá". "En la educación veo muchos avances en el sector privado online", dice. "Pero la dificultad aquí es que podrías resolver el problema de la educación y en esencia se necesitarían veinte años para obtener resultados".

¿Y España? "Me preocupa el futuro político de la Unión Europea y de España. Ustedes afrontan grandes decisiones. Escocia, con Reino Unido. Reino Unido, o lo que quede de él, y la UE. Cataluña y España. El crecimiento de un partido semifascista en Francia. No pretendo predecir lo que ocurrirá, pero cuando lo miro, como extranjero, veo demasiadas cosas malas, demasiadas fuerzas empujando en la dirección incorrecta".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_