Análisis:EL ACENTO

Otra del ex general secretario

Un "compló PP-PSOE". Francisco Álvarez-Cascos se pone victimista para explicar la nueva convocatoria de elecciones en Asturias, seis meses y medio después de alcanzar el poder. Pero esa esgrima no puede ocultar la razón de fondo: gobernar con el apoyo de solo 16 de los 45 diputados del Parlamento asturiano habría exigido una gran capacidad de negociación. Y en la biografía de Cascos no abundan las muestras de voluntad de pacto y de consenso. Escindir en dos el espacio de la derecha asturiana, ganarle por la mano al PP -que se negó a presentarle como candidato electoral- y gobernar en rotunda m...

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Un "compló PP-PSOE". Francisco Álvarez-Cascos se pone victimista para explicar la nueva convocatoria de elecciones en Asturias, seis meses y medio después de alcanzar el poder. Pero esa esgrima no puede ocultar la razón de fondo: gobernar con el apoyo de solo 16 de los 45 diputados del Parlamento asturiano habría exigido una gran capacidad de negociación. Y en la biografía de Cascos no abundan las muestras de voluntad de pacto y de consenso. Escindir en dos el espacio de la derecha asturiana, ganarle por la mano al PP -que se negó a presentarle como candidato electoral- y gobernar en rotunda minoría como si

se tuviera mayoría, era una cadena de operaciones de extrema dificultad, intentadas sucesivamente por el presidente del Principado.

Se juntan el hambre con las ganas de comer. Que el PP de Rajoy no le aceptaba estuvo claro desde que Gabino de Lorenzo, principal antagonista de Cascos, fuera nombrado delegado del Ejecutivo en Asturias. La convivencia entre ambos personajes se anunciaba compleja: tanto, que el partido de Cascos y el PP no se sentaron realmente a negociar los presupuestos para 2012. La derrota del proyecto presupuestario ha sido la consecuencia de una batalla que viene de lejos y que iba a más.

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En democracia, cuando nadie tiene mayoría, el pacto es obligado entre políticos responsables, que valoran la estabilidad como un factor de primer orden. Esto no se ha tenido en cuenta en el Principado, cuya Administración va a dilapidar un año atrapada en la lucha de filias y fobias que se traen algunas de sus figuras políticas.

Cascos apela ahora a la ciudadanía para que decida a quién quiere más, si al PP o a él, dejando claro a los electores de esa comunidad que lo importante es la batalla entre jefes. Pero el que fuera llamado el "general secretario" del PP, durante sus años junto a Aznar, no puede pretender que todo el mundo se achante ante su persona y su bronco estilo, simplemente por llamarse Cascos o por evocar intrigas y conjuras a troche y moche. Perro viejo no aprende trucos nuevos, según el dicho; y pedirle finezza a Cascos es como pedir peras al olmo.

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