Agonías y esperanzas
El miércoles, en la Universitat de València, se platicaba sobre la izquierda agónica, título del libro de reflexiones y memorias de Doro Balaguer. Gustau Muñoz matizaría raudo: "Pero no agonizante", primera manifestación de la voluntad de esperanza, muy de agradecer, aunque la razón y los diccionarios indiquen que son términos equivalentes y que para "agonía" no se ha inventado antónimo. La izquierda siempre lo ha sido, esto de agónica, terciaba Emèrit Bono, ya que siempre tuvo que enfrentar poderosos enemigos. Creo que quería decir que si ha sobrevivido es que hay esperanza. Y van dos. También añadió que Doro se ha convertido en un homenot, que es la valenciana manera de llamar a los hombres buenos e importantes.
Después de un largo silencio público, nuestro personaje y sin embargo amigo ha expuesto en Chirivella Soriano lo que considera el resultado de una terapia pictórica: le vale, simplemente, para pasarlo bien. Cuadros optimistas contra barruntos pesimistas. Jorge Ballester se manifiesta fiel a la función social del arte, y Doro dice serlo a su aplicación terapéutica, aunque desde siempre, cuando pintaba, se "sentía antifranquista". Colgó los caballetes por la política y durante 40 años hizo lo que pudo en el PCE, PCPV (donde se sentía cómodo en la clandestinidad, pero no en la legalidad) y finalmente en una incipiente organización nacionalista de nombre mudable. También para Pere Mayor se convirtió en una referencia, este hombre de ideas creativas y ampliamente seductoras que iban mucho más allá de el partido, según recordaba Muñoz. Casualmente, Doro había leído sus primeras letras revolucionarias en unas páginas de Lenin sobre la autodeterminación de los pueblos, y eso marca incluso a quien se define como "ni demasiado comunista ni muy nacionalista": más partidario de los pequeños países que conservan su lengua y sus costumbres que de las naciones con ejército.
Hablamos del hombre político y sus circunstancias. Y se vio qué peligro entraña analizar el pasado vivido desde el presente, más lúcido por distante. Más allá de la inevitable nostalgia, y de los esfuerzos porque la obligada autocrítica no derive en autoflagelación, hubo acuerdo en que la historia del PC en el País Valenciano está por escribir. Y en que lo han de hacer quienes puedan verla desde fuera.
En cuanto al futuro y sus esperanzas, este indignado mucho antes del 15-M celebra que la sociedad proteste, pero teme que se pueda llegar a empujar a este movimiento de masas contra la propia democracia. El desprestigio de la política, el abandono político colectivo, es un viejo objetivo reaccionario.
En resumen, que desde esta "ancianidad bastante confortable" y aunque le concediéramos que ya no es un pintor sino "gente que pinta" como "distracción satisfactoria de jubilado", acabamos concluyendo que ya quisieran muchos y muchas la autoridad moral, la sustancia y el fundamento que tienen cada trazo y cada palabra de Doro Balaguer.
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