Una coreografía brillante y caótica
La tan socorrida generalización que sanciona el cine espectáculo facturado en Hollywood durante los últimos años como previsible y seco de ideas suele pasar por alto la letra pequeña de todo el asunto: que, poco a poco, también ha ido infiltrándose entre sus efectivos una nueva generación capaz de inyectar autoconciencia, sensibilidad contemporánea y espíritu algo insumiso en algunos de sus modelos genéricos. Es el caso de cineastas como Todd Phillips, Adam McKay o Ruben Fleischer, que, tras debutar con la enérgica y sorprendente Bienvenidos a Zombieland (2009), ahora se prueba en la comedia (negra) de acción con la concisa y acelerada 30 minutos o menos.
La película de Fleischer parece asumir, desde su mismo arranque, su transparente condición de divertimento autocombustible y su trama quizá no resista el examen de un escrupuloso doctor de guion con fijación por la lógica narrativa y el crecimiento (moral) de los personajes. El gran logro de 30 minutos o menos es que todo eso acabe importando bien poco: el conjunto adopta la forma de una coreografía caótica, con ecos del Elmore Leonard más lúdico, protagonizada por tres parejas cómicas de dispar condición -un repartidor de pizzas loser y su mejor amigo, un vocacional (y patético) chico malo y su infantilizado secuaz; y un sicario y su novia stripper- y acaba adoptando la forma de un thriller miniaturizado en clave de farsa punk por una tribu de jíbaros en pleno abandono dionisiaco.
30 MINUTOS O MENOS
Dirección: Ruben Fleischer.
Intérpretes: Jesse Eisenberg, Danny McBride, Michael Peña, Fred Ward, Aziz Ansari, Nick Swardson.
Género: comedia. EE UU, 2011.
Duración: 83 minutos.
La película asume su condición de divertimento autocombustible
Las puntuales referencias sobre las sagas de Arma letal y Viernes 13 que aparecen en la película quizá sean, como el cameo de Bill Murray en Bienvenidos a Zombieland, toda una declaración de principios: en plena era de la reivindicación nostálgica del cine de consumo de los ochenta, Fleischer parece consciente de que ese esplendor ya solo puede ser recreado como material de derribo... o punto de referencia para que los personajes encarnados por Jesse Eisenberg y Danny McBride encarnen una distancia insalvable con, pongamos por caso, Martin Riggs y Jason Voorhes. Por favor, maten a mi mujer (1986) de Zucker, Abrahams y Zucker haría buena compañía a esta película en sesión doble.