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Francia gravará con el 3% adicional a los más ricos hasta reducir el déficit

El Gobierno de Sarkozy aprueba un plan de ajuste de 12.000 millones en dos años que contempla aumento de impuestos y supresión de deducciones

Acorralado por los mercados y lastrado por una economía estancada, el Gobierno francés no ha tenido más opción que anunciar un nuevo plan de rigor por un total de 12.000 millones de euros. Las medidas desveladas ayer por el primer ministro, François Fillon, incluyen la creación de una tasa temporal sobre los ingresos más altos del orden del 3%, la reducción del gasto público y la supresión o limitación de varias reducciones fiscales. En un ejercicio de "realismo", el Gobierno ha tenido también que revisar a la baja el crecimiento para este año, del 2% al 1,75%, y para 2012, del 2,25% al 1,75%.

"El umbral de tolerancia a la deuda se ha sobrepasado", anunció con gesto serio Fillon, tras una reunión con el presidente Sarkozy y un gabinete de ministros restringido. La crisis de la deuda en la zona euro y la rebaja de la nota soberana estadounidense han hecho temer al Gobierno que Francia pierda a su vez la triple A. Así, el primer ministro, adepto de una política fiscal responsable, ha explicado claramente el objetivo de mantener la confianza de los mercados en su economía y enumeró una serie de medidas que deberían permitir al Estado ahorrar 1.000 millones de euros este mismo año y 11.000 millones el que viene.

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El Ejecutivo prevé así mantener, pese a un crecimiento por debajo de lo esperado, sus objetivos de reducir el déficit del 5,7% esperado este año, al 4,5% el que viene, el 3% en 2013 y 2% en 2014. "Nuestro país no puede vivir constantemente por encima de sus posibilidades", añadió.

El plan incluye una reducción general del orden del 10% de los nichos fiscales, que en Francia son algo más de 460 y que incluyen créditos de impuestos, exoneraciones y otras ventajas. También contempla la modificación de la imposición de las plusvalías inmobiliarias y la armonización del impuesto de sociedades francés con el alemán, algo que acordó la semana pasada el presidente Sarkozy tras su minicumbre con la canciller alemana, Angela Merkel.

Pero sin duda la medida más espectacular ha sido la creación de una tasa excepcional y temporal aplicable a los más adinerados, al igual que hizo el Gobierno de Silvio Berlusconi en Italia. Esta semana un grupo de 16 grandes fortunas, encabezado por la mujer más rica de Francia, Liliane Bettencourt, pedía la instauración de dicha medida, aunque no especificaba los términos. El Gobierno ha decidido que se aplicará a los contribuyentes que declaren en concepto de renta y capital más de 500.000 euros anuales (se había llegado a hablar de un millón) y supondrá un recargo del 3% sobre la suma que supere esta cantidad.

La medida es más simbólica que otra cosa, dado que apenas aportará unos 200 millones de euros adicionales a las arcas del Estado. Será anulada en cuanto el Gobierno cumpla el objetivo de reducción del déficit al 3%. En cualquier caso, supone para el Gobierno una forma de lanzar el mensaje, y esto a menos de un año de las elecciones presidenciales de 2012, de que los ricos también harán un esfuerzo adicional. Algo que le vendrá bien al presidente Sarkozy, a menudo percibido como amigo de los ricos.

Otro de los anuncios con un marcado valor simbólico ha sido el que se refiere a la modificación de la desfiscalización de las horas extraordinarias trabajadas. Consiste en que estas horas, hasta ahora exentas, pasarán a integrarse en la base de la cotización a la Seguridad Social de las empresas. Aunque Fillon ha insistido en que no se trata de una reducción de este dispositivo, lo cierto es que se ha tocado un último tabú para el Gobierno.

La iniciativa es en efecto la última gran medida que queda del paquete fiscal que aprobó el Gobierno en 2007, justo después de la elección del presidente Sarkozy. Se suma así a la casi desaparición del escudo fiscal, un dispositivo que blindaba al 50% el máximo de impuestos que se podía pagar, al que el Gobierno tuvo que renunciar este año y que era otra de las medidas clave de Sarkozy.

Aunque con matices, el conjunto está en línea con lo que se esperaba. Hasta tal punto que antes incluso de conocerse, el socialista François Hollande, y uno de los favoritos a las primarias de su partido que se celebran el mes que viene, ya había reaccionado. "Tenemos la sensación de que no quedará nada del paquete fiscal que fue votado al día siguiente de la victoria de Nicolas Sarkozy", recordó, a la vez que tildó las medidas de "bricolaje" y de "renuncia por parte del Gobierno". Ante el impuesto sobre los más ricos, consideró que no era suficiente, e ironizó: "para hacer política de izquierda, creo que estamos mejor situados".

El presidente Sarkozy, ayer a la salida del palacio del Elíseo en París.
El presidente Sarkozy, ayer a la salida del palacio del Elíseo en París.JACQUES BRINON ( EFE)

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